Editorial:

Poca sorpresas en Portugal

Los RESULTADOS de las elecciones portuguesas se ajustan bastante a lo que eran las previsiones; quizá la mayor sorpresa ha consistido en que la abstención ha sido relativamente baja, un 18%, a pesar del ambiente de apatía que los observadores habían advertido. El Partido Socialista Portugués (PSP) ha obtenido más de dos millones de votos; un crecimiento considerable, pero sin alcanzar la mayoría absoluta. El fenómeno es muy diferente al del PSOE en España también por otra razón: no es algo nuevo; los socialistas portugueses recuperan, más o menos, el porcentaje que tuvieron en 1975.El centro d...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los RESULTADOS de las elecciones portuguesas se ajustan bastante a lo que eran las previsiones; quizá la mayor sorpresa ha consistido en que la abstención ha sido relativamente baja, un 18%, a pesar del ambiente de apatía que los observadores habían advertido. El Partido Socialista Portugués (PSP) ha obtenido más de dos millones de votos; un crecimiento considerable, pero sin alcanzar la mayoría absoluta. El fenómeno es muy diferente al del PSOE en España también por otra razón: no es algo nuevo; los socialistas portugueses recuperan, más o menos, el porcentaje que tuvieron en 1975.El centro derecha no se ha hundido, como algunos preveían hace unos mes es, cuando en los dos partidos de la disuelta Alianza Democrática estallaban enconadas crisis internas. En conjunto, esos dos partidos han salda do su balance en el poder con una pérdida de unos 500.000 votos y de unos 30 diputados; pero estas cifras globales no responden ya a ninguna realidad política. El CDS, democristiano, situado más a la derecha, es el que ha sufrido la mayor derrota. En cambio, el centrista PSD se ha colocado, con aproximadamente 1,5 millones de votos, o sea el 27%, y 72 diputados, como segundo partido. Es significativo que esto se haya producido a la vez que el PSP recibía una cuantía considerable de nuevos votos, a todas luces de procedencia moderada, al menos en su mayor parte.

Los comunistas han obtenido algo más de un millón de votos, aumentando ligeramente su resultado de 1980; con una fidelidad rígida al comunismo tradicional y prosoviético, han logrado conectar con zonas de un radicalismo más moderno y consolidar así un espacio electoral importante.

En Portugal parece que predominan ahora las actitudes de moderación; cabría incluso decir de moderación resignada, rechazando el giro a la derecha, con una orientación progresista, pero sin los romanticismos de ayer, sin esperanzas de un cambio profundo. Mario Soares va a ocupar esta vez la presidencia del Consejo, como él mismo ha dicho, para buscar soluciones difíciles y costosas a problemas angustiosos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El Gobierno derivado de estas elecciones será con la mayor probabilidad de coalición del PSP y el PSD; Soares no acepta la solución de un Gobierno minoritario. La formación del Ejecutivo no será fácil; el anuncio de que los militantes del PSP van a opinar sobre las características del futuro Gobierno refleja la seriedad de problemas internos, de los que ya se habían filtrado noticias, en un partido socialista del que se han separado algunas de sus figuras más relevantes. Entre las cualidades de Soares no destaca la de formar equipos y potenciar otras personalidades en torno suyo.

Por otra parte, los problemas programáticos para constituir una coalición no pueden ser fáciles, ante realidades objetivas de una gravedad extrema. Portugal presenta la peor situación de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con un paro del 15% de la población activa, una inflación del 25% y un déficit exterior de unos 13.000 millones de dólares. Ante las exigencias de una política que en una serie de aspectos será antipopular, el Gobierno chocará con dificultades mayores de las que cabría deducir de las cifras electorales. A diferencia de los socialistas españoles, el PSP no cuenta con una organización sindical apreciable. Y los comunistas pueden generar reacciones y resistencias de extrema dureza entre los obreros y en zonas agrarias, como el Alentejo.

Por otro lado, el papel de los militares en la revolución que derribó ej régimen dictatorial en 1974 ha creado formas peculiares de politización en el Ejército, que en ciertos casos pueden inclinarse en un sentido presidencialista. Si se recuerdan los enfrentamientos en otros períodos entre Soares y Eanes y los que éste mantuvo lo mismo con Sa Carneiro que con Balsemão, es lógico suponer que de ahí seguirán surgiendo obstáculos para el Gobierno. Por lo demás, en el haber del Ejecutivo saliente, y de forma especial en los méritos personales de Balsemão como primer ministro, queda el hecho de la normalización de la vida política, con la desaparición del protagonismo militar en el régimen de Lisboa.

En todo caso, Soares aborda su nueva andadura al frente del Gabinete con la ventaja que da el haber vivido ya esa experiencia en dos ocasiones anteriores, y en condiciones incluso peores. Una diferencia no pequeña es que esta vez hay en Madrid un Gobierno socialista. Ello debería representar una coyuntura excepcional para intentar superar el atavismo de dos países vecinos que se han acostumbrado a vivir de espaldas el uno al otro. Mejorar esas relaciones choca con graves realidades económicas. Exigirá tiempo. Pero sería importante. que se progresase en ese terreno.

Archivado En