La necesidad de dimensión internacional impulsa a los grandes bancos españoles a estudiar posibles fusiones

La expropiación del grupo de bancos que componían la división financiera de Rumasa -a la que hay que unir la intervención de dos instituciones que no se presentaban como controladas por el holding- parece que ha sido la última pieza que faltaba en el rompecabezas bancario para afrontar el más espinoso de los temas que quedan por abordar: que los bancos españoles adquieran una dimensión suficiente como para ocupar un lugar importante en el negocio bancario internacional. Al tiempo, las últimas operaciones han vuelto a trastocar las posiciones relativas de importancia dentro del sector.

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La expropiación del grupo de bancos que componían la división financiera de Rumasa -a la que hay que unir la intervención de dos instituciones que no se presentaban como controladas por el holding- parece que ha sido la última pieza que faltaba en el rompecabezas bancario para afrontar el más espinoso de los temas que quedan por abordar: que los bancos españoles adquieran una dimensión suficiente como para ocupar un lugar importante en el negocio bancario internacional. Al tiempo, las últimas operaciones han vuelto a trastocar las posiciones relativas de importancia dentro del sector.

La Administración se ha convertido en el primer banquero del país. Los dieciocho bancos de Rumasa, el grupo del Banco Exterior de España y los bancos en crisis que están en el Fondo de Garantía de Depósitos son un ejemplo de hasta dónde podría llegar un banco público en la actualidad.Si a ello se añade que en un futuro próximo el Gobierno tendrá que articular la fórmula que mejor convenga para garantizar el futuro de las cajas rurales, lo que tendrá como final último una mayor dependencia de éstas respecto al Banco de Crédito Agrícola, de titularidad pública, no es extraño que en estos momentos en las grandes casas se empiece a pensar en profundidad en la conveniencia o necesidad de llegar a fusiones entre ellos o a acuerdos de colaboración suficientemente estrechos que obliguen a la larga a procesos de integración.

Pocos días después de que se produjera la expropiación de los bancos y otras empresas del grupo Rumasa se cerraba el plazo de presentación de ofertas para la posible adquisición del Banco de Alicante, del grupo de Banca Catalana y del Banco de Levante. Al primero de ellos concurrieron dos instituciones financieras: el Exterior de España y el Bank of America. La oferta presentada por el Exterior era claramente mejor y por ello les fue adjudicado el Alicante, lo que significaba su incorporación al sector público de forma definitiva.

La subasta del Levante fue declarada desierta al no presentarse ofertas y en la actualidad se mantienen conversaciones con algunos bancos privados, nacionales y extranjeros, de cara a tratar de formalizar alguna. No obstante, tanto en opinión de algunos representantes de bancos privados como de algunos responsables del Fondo de Garantía de Depósitos, el hecho de que el Gobierno w haya clarificado su posición sobre la posibilidad de utilizar o no el derecho de tanteo en el caso de que llegue a cuajar alguna oferta privada, hace que no se haya formalizado ninguna.

El resto de bancos propiedad del Fondo de Garantía de Depósitos, el Descuento y los que quedan del grupo de Banca Catalana, parecen tener hoy por hoy una dificil salida hacia el sector privado. En estos momentos, pocos son los que se encuentran dispuestos a estudiar estos bancos que, además, añadirían poco a cualquiera de los siete grandes. El Banco de Levante tiene 50.000 millones de depósitos, y Banca Catalana se sitúa en 80.000 millones. En las circunstancias actuales, adquirir cualquiera de estas instituciones por mejorar posiciones en el ranking de pasivo no tendría especial significación.

Nuevos interlocutores

A esta insuficiencia para recuperar posiciones en el nivel relativo que ocupa cada grupo bancario a través de compras de este tamaño se une en estos momentos el posible deseo gubernamental por encontrar nuevos interlocutores dentro del sector que no sean los que tradicionalmente han venido actuando como tales. La compra del Urquijo por parte del Banco Hispano Americano ha situado al grupo de éste en el primer puesto por activos totales, lo que rompe la tradicional lucha entre el Central y Banesto.

Es un secreto a voces que en la actual Administración los canales de comunicación institucional entre el Gobierno y la banca, a través de la AEB son escasos. El actual Gobierno se entiende bastante mejor con unos bancos que con otros del club de los siete.

Aunque apenas hay otra cosa que algunos indicios, la impresión de que este año puede ser importante a la hora de perfilar ciertas políticas de fusión entre algunos de los grandes bancos crece en medios financieros. De todas las quinielas posibles queda descartado siempre el Banco Hispano Americano, que tendrá que dedicar la mayoría de sus esfuerzos a la operación de acoplamiento total del Banco Urquijo y a la fusión de éste con el otro gran banco industrial del grupo, Bankunión.

Futuro de los bancos de Rumasa

En esas condiciones, cualquiera de las posibilidades que se manejan tienen como principales impulsores de las fusiones al Banco Central y a Banesto y entran como bancos a absorber los otros cuatro, Bilbao, Vizcaya, Santander y Popular, aunque entre éstos hay quienes no desdeñan la alternativa y otras que sólo en casos límites estarían dispuestas a estudiarlas.

En los próximos meses, la Administración tendrá que decidir, si se intenta la reprivatización de los mismos o si definitivamente opta por quedárselos y potenciar una banca oficial, integrada con el Banco Exterior o al margen de él. En el segundo supuesto, se irá a una fusión de varios o todos los bancos de Rumasa en una sola entidad para darle el carácter nacional que debe alcanzar para hacerlo operativo.

Si se verifica esta vía de presencia del sector público en el sistema financiero en competencia con la banca privada en la captación de pasivo, las tendencias a la concentración bancaria privada crecerán Una operación de este tipo en las condiciones actuales, exigiría un período de tiempo dilatado para encajar los centenares de sucursales que sobrarían y el exceso de plantilla con que se encontraría un banco de grandes dimensiones.

Ce es el problema básico para algunos de los responsables bancarios, que apuestan por un proceso de concentración. Para impedir la caída de empleo en el sector que ello llevaría consigo y la duplicidad de sucursales, se piensa que podría procederse a traspasar una parte del negocio bancario de los grandes a los otros bancos pequeños y medianos de los grupos. De esta manera, algunos bancos a los que se está dando una clara orientación regional incrementarían su cuota de mercado en las zonas en las que operan y se facilitaría la fusión de los grandes, inabordable en las condiciones actuales. Fuentes de algunos de los grandes bancos, no obstante, no excluyen la posibilidad de que en este año se pueda formalizar algún tipo de colaboración entre algunos que podría llegar a cuajar en una dirección única, aunque cada banco conservara su independencia operativa, como primer paso para ulteriores fusiones.

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