El confuso tema de las incompatibilidades

España es el único país occidental donde el pluriempleo ha sido no sólo una forma generalizada de concebir el trabajo personal y la integración del individuo en la sociedad -muy especialmente en el sector terciario, en las profesiones liberales, en la Administración y, en los consejos de las grandes sociedades-, sino que, además, ha sido, en buena medida, el factor determinante de la salida del subdesarrollo económico y del equípamiento familiar. La demagogia, por un lado, y la ingenuidad, por otro, ha querido, sin embargo, relacionar paro con pluriempleo e incompatibilidades con subempleo. Lo...

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España es el único país occidental donde el pluriempleo ha sido no sólo una forma generalizada de concebir el trabajo personal y la integración del individuo en la sociedad -muy especialmente en el sector terciario, en las profesiones liberales, en la Administración y, en los consejos de las grandes sociedades-, sino que, además, ha sido, en buena medida, el factor determinante de la salida del subdesarrollo económico y del equípamiento familiar. La demagogia, por un lado, y la ingenuidad, por otro, ha querido, sin embargo, relacionar paro con pluriempleo e incompatibilidades con subempleo. Lo deseable sería, lógicamente, un puesto de trabajo para cada hombre y un hombre para cada puesto de trabajo. Pero no existe relación de causa a efecto entre paro y pluriempleo, porque ni los parados podrían -salvo contadísimas excepciones de formación, competencia y especiafización- ocupar los puestos que pudieran dejar libres los pluriempleados, ni el salario de los subempleados se convertiría automáticamente en suficiente por el hecho de que desapareciesen de la noche a la mañana la multiplicidad de cargos desempeñados por una misma persona ante la inexistencia, hasta ahora, de una rigurosa ley sobre incompatibilidades. (.. .)La guerra contra el pluriempleo tiene muchos frentes, que en algunos de ellos luchan al mismo tiempo los perjudicados y los beneficiarios del hecho sociológico y económico más característico de los últimos veinte años en España. Los tiempos, sin embargo, han cambiado y resulta, sin duda, deseable ampliar el régimen de incompatibilidades y hacer innecesario el pluriempleo. Pero ello habrá de hacerse con el realismo que imponen las situaciones de hecho, y no con el idealismo de quienes esperan la disminución automática del desempleo. Y habrá de llevarse a cabo con clara conciencia del coste individual, social, empresarial y político que tiene una decisión al respecto. Cuando el problema está en la falta de puestos de trabajo para todos y en la insuficiencia de un solo salario para hacer frente al sustento de a familia con cierta dignidad, la solución no puede venir sólo por el camino de la abolición del pluriempleo o la extensión del régimen de incompatibilidades.

8 de enero

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