El 28 de octubre, elecciones legislativas

Galicia tiene pocas esperanzas de superar el subdesarrollo, pese a la riqueza de recursos

La España de las autonomías / GaliciaLa aspiración de elevar la riqueza de Galicia se presenta lejana, entre otras cosas porque la lucha contra el paro es el tema que polariza de manera primordial los programas económicos de los partidos, y Galicia ofrece la tasa de desempleo -un 6%- más baja de España. Los expertos consideran que ese indicador no se ajusta a la realidad, porque el nivel de paro encubierto existente en el campo gallego es muy elevado, hasta el punto de que sería necesario crear 500.000 empleos nuevos para situar al excedente de población que actualmente trabaja en la ag...

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La España de las autonomías / GaliciaLa aspiración de elevar la riqueza de Galicia se presenta lejana, entre otras cosas porque la lucha contra el paro es el tema que polariza de manera primordial los programas económicos de los partidos, y Galicia ofrece la tasa de desempleo -un 6%- más baja de España. Los expertos consideran que ese indicador no se ajusta a la realidad, porque el nivel de paro encubierto existente en el campo gallego es muy elevado, hasta el punto de que sería necesario crear 500.000 empleos nuevos para situar al excedente de población que actualmente trabaja en la agricultura.Gerardo Fernández Albor, el presidente de la Xunta, está convencido de que la autonomía puede ser el motor para mejorar la situación de Galicia, de tal forma que su renta per cápita alcance al menos la media nacional. Por esta razón, lamenta que se haya anticipado la celebración de elecciones legislativas. "Para nosotros", ha declarado a este diario, "este adelantamiento ha sido un hecho negativo, porque nos ha cogido en pleno proceso de transferencias, y me temo que por el paréntesis electoral aumenten más las demoras en los traspasos, hasta el punto de que no pueda cumplirse el calendario según el cual el 1 de enero de 1983 deberíamos tener todas las competencias que fija el Estatuto de Autonomía".

Asumir las transferencias del Estado es la principal obsesión de la Xunta que formó Alianza Popular al conseguir en las elecciones autonómicas celebradas el 20 de octubre de 1981 convertirse en la minoría mayoritaria del Parlamento gallego, institución en la que cuenta con veintiséis diputados sobre un total de 71.

A pesar de estas dificultades, Fernández Albor opina que la Xunta ha logrado que los gallegos tengan puestas sus ilusiones en las instituciones autonómicas. Si bien reconoce que el Gobierno presidido por él no ha presentado apenas proyectos de ley ante el Parlamento regional, salvo el que fijó la capital autonómica en Santiago de Compostela. Esta inactividad legislativa, que promete corregir en los próximos meses, la justifica Fernández Albor diciendo: "Es muy difícil luchar en todos los frentes. El tener a los conselleiros en Madrid negociando las transferencias ha dificultado que pudiésemos presentar leyes".

Explotación adecuada de los recursos

Favorecer la explotación adecuada de los recursos agrícolas y pesqueros es la terapéutica que todos aplicarían para mejorar la situación económica de esta tierra, en la que habitan 2.811.912 personas. Así lo entienden desde Celestino Vispo, un campesino del municipio orensano de Rairiz de Veiga, que se muestra escéptico ante las próximas elecciones ("en Galicia seguiremos igual"), hasta el obispo de Mondoñedo-El Ferrol Miguel Angel Araujo, quien no duda en reivindicar una política agraria clara, "para orientar a la gente que no sabe lo que tiene hacer", y la creación de industrias para aprovechar la riqueza de Galicia, pero sin estropear el medio ambiente.

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Estas opiniones las comparte Juan Quintás, presidente de la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Galicia (Sodiga). Desde una perspectiva más técnica, sostiene que la recesión ha llegado con retraso a Galicia, pero opina que esta tierra tiene unos factores que se adecuan a las expectativas de crecimiento para la economía mundial. Resalta cómo la explotación de la riqueza que encierran las rías gallegas se está realizando todavía a un nivel muy primario, y sugiere la conveniencia de instalar industrias agroalimentarias para transformar y comercializar los productos del campo.

Para dejar atrás el subdesarrollo, Quintás propugna un abaratamiento de los créditos, mejorar la información de los empresarios y una intervención del sector público para superar las dificultades que condicionan el desarrollo gallego (comunicaciones, estructura sanitaria, etcétera).

La esperanza del presidente de Sodiga no parecen compartirla algunos de ese grupo de pequeños empresarios. Jaime Sánchez Rey, propietario del 99% de una frutería de Lugo, estima que el porvenir de la pequeña y mediana empresa es demoledor e irreparable, "porque cuando los gastos son superiores a los ingresos el resultado está a la vista, sólo preveo la supervivencia de las empresas familiares". La consulta electoral del día 28 no quita el pesimismo: "Ningún partido nos puede dar ilusiones. Habría una esperanza si los perdedores ayudasen a los ganadores pero como esto me parece imposible, lo veo todo muy difícil".

Xosé Manuel Beiras, decano de la facultad de Económicas de Santiago de Compostela y autor de 0 atraso económico de Galicia, un libro considerado clásico por los estudiosos de los problemas de esta tierra, tampoco considera fácil el alejamiento del subdesarrollo. "Aquí", ha manifestado a este diario, "el desafío es doble: Galicia tiene que resolver la crisis, y su infraestructura precapitalista dificulta sobremanera el poner remedio a la situación".

Beiras, que concurre a estas elecciones encabezando como independiente la candidatura de la coalición nacionalista Bloque Nacional Popular Gallego-Partido Socialista Gallego, por la provincia de La Coruña, tampoco pone en duda la validez de los recursos naturales que poseer las cuatro provincias gallegas.

A la hora de plantear soluciones, Beiras sugiere, entre otras cosas, que las instituciones políticas gallegas deberían poder controlar la generación de ahorro y su inversión, propone también socializar los recursos energéticos a nivel gallego, asesorar a los labradores y facilitarles créditos, así como la creación de industria, conectadas con, otras auxiliares.

Si las expectativas en el sector agrícola, que agrupa al 40% de la población activa, son halagüeñas, el futuro de la industria pesquera gallega se presenta más complejo. La tendencia generalizada entre los países costeros de extender hasta doscientas millas sus zonas económicas y el encarecimiento del precio del gasóleo ocasionan graves problemas a la flota pesquera gallega, que supone el 60% de la española.

Alfonso Paz Andrade, consejero delegado de Pescanova, atribuye muchos de los males que sufre la industria pesquera,, de la que viven en Galicia alrededor de 300.000 familias, a la gestión realizada por la Administración en los últimos años: "El esfuerzo que ha hecho para descubrir nuevos caladeros no ha sido suficiente. Es frecuente contemplar la imagen del armador español negociando a pecho descubierto con Gobiernos extranjeros, a veces antes de que existan relaciones diplomáticas".

Romualdo Irijoa, secretario de organización del sindicato Comisions Mariñeiras, apunta también como remedio para la crisis ayudar a crear una gran industria marisquera y plantea la necesidad de crear una ley básica de pesca "para terminar con la desorganización existente". Esa ley debería contemplar medidas de vigilancia de las artes de pesca y regular la política de extracción y comercialización de los recursos marinos, entre otras cosas.

La cultura, a la expectativa

Si para el despegue de la economía gallega resulta determinante la actuación de la Administración central, para los sectores culturales aparece como decisiva la gestión del Gobierno autónomo. Bieito Ledo, gerente de la editorial Galaxia, estima que "la forma como la Xunta vaya estableciendo la enseñanza del gallego va a resultar esencial, condicionará que la cultura del país sea asumida por capas de la sociedad que ahora le dan la espalda".

Precisamente la enseñanza del gallego, competencia exclusiva de la comunidad autónoma, según establece el Estatuto de Autonomía, ha avivado una antigua polémica ante la inminencia de una normativización oficial entre los denominados lusistas, partidarios de acercar el gallego al portugués sacrificando rasgos lingüísticos propios, y los galleguistas, que defienden la evolución independiente de su lengua.

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