China y la URSS reanudan la negociación fronteriza

Rusos y chinos reanudarán en Pekín, a comienzos de próximo mes, los contactos que interrumpieron -por iniciativa china- después de que las tropas soviéticas entraran en Afganistán a finales de diciembre de 1979. El viceministro de Asuntos Exteriores, Leónidas Ilitchov, viajará en breve a la capital de la República Popular China para tomar el pulso a la situación y, probablemente, preparar conversaciones sobre las diferencias que separan a ambos países.

El Kremlin sigue manteniendo silencio respecto a este tema, demostrando así que a efectos de secretismo sus murallas son aún más impenet...

Rusos y chinos reanudarán en Pekín, a comienzos de próximo mes, los contactos que interrumpieron -por iniciativa china- después de que las tropas soviéticas entraran en Afganistán a finales de diciembre de 1979. El viceministro de Asuntos Exteriores, Leónidas Ilitchov, viajará en breve a la capital de la República Popular China para tomar el pulso a la situación y, probablemente, preparar conversaciones sobre las diferencias que separan a ambos países.

El Kremlin sigue manteniendo silencio respecto a este tema, demostrando así que a efectos de secretismo sus murallas son aún más impenetrables que las de la ciudad prohibida de Pekín. A pesar de ella, fuentes diplomáticas asiáticas y occidentales dan como seguro el inicio de estos contactos y la presencia en ellos, por parte soviética, de Leónidas Ilitchov, quien encabeza también la delegación soviética en la Conferencia de Madrid.Como síntoma claro del deshielo de las relaciones ruso-chinas, la Prensa soviética ha venido sustituyendo recientemente las ya habituales informaciones sobre provocaciones fronterizas chinas por otras más constructivas. Así, en las últimas semanas, el órgano oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética, Pravda, se ha hecho eco de noticias que mostraban una vuelta a la cooperación, en pequeña escala, entre los dos colosos comunistas: restauración de una fábrica soviética en China y acuerdos entre organismos culturales de ambos países de importancia secundaria.

Aguadas ya las polémicas ideológicas que enfrentaron a ambos países en la década de los sesenta, el problema de las diferencias fronterizas tomó especial protagonismo diez años después de que se produjeran los sangrientos incidentes ruso-chinos.

Pocos progresos

A falta de informaciones dírectas -y dado lo inamovible que suele mostrarse la diplomacia de la URSS-, no es demasiado suponer que los próximos contactos ruso-chinos retomen el diálogo roto en el mismo punto en que se encontraba en vísperas de la invasión de Afganistán. Por aquel entonces pocos progresos se habían hecho respecto a las cuestiones fronterizas. China reivindicaba 10.000 kilómetros cuadrados del territorio de la URSS en la zona cercana a la frontera soviético-afgano-china, así como varias islas de los ríos Usurí y Amur. Pekín, además, ofrecía su reconocimiento de la soberanía soviética sobre los territorios de Siberia, según lo contempla un acuerdo ruso-chino de la época de los zares, a cambio de que el Krenilin expresara públicamente que esos compromisos -que forman ya parte de la historia eran acuerdos desiguales.Los soviéticos se han resistido con todas sus fuerzas a ceder ante estas pretensiones chinas y es de suponer que continuarán haciéndolo. Moscú teme, quizá, que si los chinos obtienen satisfacción en sus reivindicaciones territoriales, otros países fronterizos con la URSS pueden tratar de resucitar viejas polémicas similares. En los anteriores contactos celebrados durante el otoño de 1979, los soviéticos se habían limitado a proponer salidas constructivas a la crisis entre ambos países y defendían la firma de un pacto de no agresión y el incremento de los intercambios económicos y comerciales.

Los analistas coinciden en lo difícil que será encontrar -al menos a medio plazo- un compromiso entre Moscú y Pekín. A juicio de muchos de ellos, las diplomacias de ambas capitales han iniciado estas maniobras de acercamiento como reacción contra la Administración Reagan.