Editorial:

El programa del PSOE / 1

EL COMITE Federal del PSOE ha aprobado el programa de gobierno con el que los socialistas concurrirán a las elecciones del próximo 28 de octubre. El documento es extenso y complejo. En una primera aproximación cabe distinguir, en cualquier caso, entre las propuestas que afectan al ámbito de la política económica y aquellas que se refieren a los aspectos más generales de la vida pública y de la sociedad, tales como la reforma de la Administración, la política militar, el funcionamiento de las autonomías y de la Administración local, la Seguridad Social, el régimen de libertades, la lucha contra...

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EL COMITE Federal del PSOE ha aprobado el programa de gobierno con el que los socialistas concurrirán a las elecciones del próximo 28 de octubre. El documento es extenso y complejo. En una primera aproximación cabe distinguir, en cualquier caso, entre las propuestas que afectan al ámbito de la política económica y aquellas que se refieren a los aspectos más generales de la vida pública y de la sociedad, tales como la reforma de la Administración, la política militar, el funcionamiento de las autonomías y de la Administración local, la Seguridad Social, el régimen de libertades, la lucha contra el terrorismo, la enseñanza, la actividad cultural y las repercusiones de las leyes sobre los usos y costumbres de los ciudadanos. Un lugar aparte ocupa el programa de política exterior, que incluye el propósito de desvincular de inmediato a España de la estructura militar de la Alianza Atlántica, a la espera de que un eventual referéndum se pronunciara sobre el abandono del pacto en todos sus aspectos, y que parece marcado por la relación cada vez más ambigua del PSOE -fruto sin duda de la real-politik- con la OTAN.Entre los objetivos del PSOE hay metas que dependen casi exclusivamente de la voluntad política y no necesitan, para plasmarse en la realidad, de apoyos presupuestarios significativos. El desarrollo constitucional de los derechos y libertades de los españoles pendientes aún de instrumentación legislativa no es cuestión de recursos financieros, sino de convicción democrática. La asistencia letrada al detenido, el habeas corpus, la designación de Defensor del Pueblo, el derecho de asilo, la objeción de conciencia, el secreto profesional de los periodistas, la iniciativa popular, el restablecimiento del jurado, la des penalización del aborto en determinados supuestos, la reforma del Código Penal ordinario, la ley de Enjuiciamiento Criminal y el Código de Justicia Militar o la reglamentación de las incompatibilidades de los cargos públicos sólo requieren firmeza en los propósitos del poder ejecutivo y una mayoría suficiente en las Cortes Generales. Sin embargo, objetivos tales como el crecimiento del sector público de la enseñanza, la potenciación de la universidad y de la investigación, el incremento de las prestaciones del subsidio de paro y de las jubilaciones, el saneamiento de la Seguridad Social, la modernización de los servicios de orden público, la mejora de la organización judicial, la reforma del sistema penitenciario o el fomento de la cultura precisan, para pasar de las buenas intenciones a las realidades, la asignación de los recursos necesarios. El secretario general del PSOE ha señalado que su partido no quiere que el pueblo español se cree ilusiones por encima de la realidad. Para que esta moderación de esperanzas se produzca es necesario también alejar de la campaña electoral toda demagogia y toda falsa o vana promesa.

Las propuestas del PSOE referidas a la reforma del Estado y a las cuestiones que afectan a la vida cotidiana de los españoles -enseñanza, sanidad, seguridad ciudadana- son, en líneas generales, moderadas y buscan la modernización de la sociedad. Las medidas para agilizar el aparato estatal, dignas de elogio, encontrarán considerable resistencia en el corporativismo de los altos cuerpos de la Administración. La política autonómica socialista sigue estando afectada por un cierto grado de indefinición y por las contradicciones entre su proclamada vocación federalista y una práctica mucho más cercana al centralismo de tradición jacobina. Las torpezas cometidas por los socialistas en el tema de la LOAPA, lo mismo que sus demagogias en este terreno durante la primera hora de la transición, permiten desconfiar de que el PSOE ofrezca soluciones justas al respecto si llega al poder. En cambio, la mayoría de las propuestas socialistas para conseguir "una sociedad más libre" merecen el aplauso. Sin embargo, esa voluntad de luchar por las libertades públicas entra en abierta contradicción con la política apuntada por el programa del PSOE respecto a los medios de comunicación: el rechazo de la televisión privada, el mantenimiento de la Prensa del Estado y el anuncio -que puede encerrar una considerable amenaza, disfrazada de protección al ciudadano- de que un eventual Gobierno socialista procedería a 'una más rápida y eficaz tutela penal frente a los ataques que puedan producirse desde los poderosos medios de comunicación" en materia del derecho al honor, a la intimidad ya la propia imagen, actualmente protegido por la jurisdicción civil. Si se relaciona este intimidatorio aviso con el recurso de inconstitucionalidad presentado ante el Tribunal Constitucional por los senadores socialistas para derogar la normativa que acabó con el tinglado de la antigua Prensa del Movimiento, hay fundamentos para sospechar que un futuro Gobierno del PSOE podría sucumbir a la doble tentación de rebajar los techos de la libertad de la Prensa para informar, opinar y criticar, y de financiar, con cargo a los presupuestos, una cadena de periódicos al servicio del poder ejecutivo.

En su conjunto, puede decirse que las propuestas políticas de los socialistas son moderadamente progresistas y no más estatalizantes que las que UCD ha practicado. La gran amplitud del programa impide saber en qué aspectos del mismo piensa hacer el PSOE énfasis si llega al poder. La sola reforma de la Administración, o dentro de ella la de la justicia, es una tarea ingente que precisará gran cantidad de trabajo si se quiere llevar a cabo. La oferta socialista en este paquete político conlleva, por lo demás, un considerable sabor de pleitesía a la mejor tradición del liberalismo cultural. Sus visos de modernidad atraerán el voto de la juventud, si bien aspectos como el de la liberación de la mujer y la participación de ésta en las tareas de la sociedad parecen no haber sido tenidos suficientemente en cuenta por el PSOE.

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