Cartas al director

Cosa sencilla

El pasado día 10 de mayo el doctor Víllazón, jefe de la planta de Traumatología de La Paz, de Madrid, realizó a mi madre una operación en los huesos de los pies, al final de la cual fue necesario ponerle unos hierros de 5,5 centímetros en algunos de los dedos. Aproximadamente un mes después le quitaron esos hierros, pero le dejaron uno de ellos dentro, ya que el dedo cicatrizó y, al parecer, no sabían cuántos clavos le habían puesto. Ante la insistencia de mi madre de que faltaba por quitarle un clavo, le hicieron una radiografía, comprobando que, efectivamente, tenía el clavo dentro y que ya ...

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El pasado día 10 de mayo el doctor Víllazón, jefe de la planta de Traumatología de La Paz, de Madrid, realizó a mi madre una operación en los huesos de los pies, al final de la cual fue necesario ponerle unos hierros de 5,5 centímetros en algunos de los dedos. Aproximadamente un mes después le quitaron esos hierros, pero le dejaron uno de ellos dentro, ya que el dedo cicatrizó y, al parecer, no sabían cuántos clavos le habían puesto. Ante la insistencia de mi madre de que faltaba por quitarle un clavo, le hicieron una radiografía, comprobando que, efectivamente, tenía el clavo dentro y que ya no estaba en su lugar, sino que se había desplazado hacia la mitad del pie. Le dijeron que no era problema, pues en cualquier momento se lo quitarían con un pequeño punto o incisión, ya que era tarea sencilla.Dos meses largos más tarde, y aún no le habían extraído el clavo. La hicieron volver a consulta cinco o seis veces durante ese tiempo (con el inconveniente de que vivimos al otro lado de La Paz y que mi madre es una persona de avanzada edad), pero el hierro allí seguía; y es que no estaba el doctor Villazón, y el suplente no se atrevía a extraérselo a pesar de que, según se dijo, ¡era cosa sencilla!

Por fin, el pasado 20 de agosto le dicen que van a extraerle el hierro. Mi padre, que la acompañaba, sugirió al doctor Villazón la conveniencia de hacer una radiografía ya que había transcurrido mucho tiempo y, como se movió al principio, convendría saber dónde estaba el hierro exactamente. Al doctor Villazón le debió hacer gracia la sugerencia, ya que, según él, los clavos no corrían, y además le dijo que en el quirófano tenían un aparato parecido que detectaba la situación exacta del hierro. Entraron en el quirófano y el aparato no funcionaba; sin más, el médico se puso a intervenir y le costaba un trabajo enorme encontrar el hierro, ante el asombro de mi madre, que veía lo nervioso y sudoroso, que estaba el médico por las dificultades que tenía para encontrarlo; estuvieron una media hora, con ella, con lo cual casi se le pasaron los efectos de la anestesia y el dolor al coser fue mayor. Le han hecho una verdadera escabechina en el pie (varios puntos) que aún no sabemos en qué acabará, incluso una enfermera, durante la operación, le dijo a mi madre que tampoco era tan importante y que se podía haber quedado con el hierro dentro.

Pienso que el caso de mi madre es una muestra más, pero que debe ser conocida, de la falta de responsabilidad, de la deshumanización y desprofesionalización de la Seguridad Social./

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