Tribuna:

Los servicios secretos, punta de lanza de la estrategia de supervivencia de Sudáfrica

El 17 de agosto la escritora y periodista Ruth First fallece en Maputo (Mozambique), víctima de una carta-bomba. El mismo día se produce un inténto de golpe de Estado contra el Gobierno socialista de Seychelles, mientras las fuerzas del movimiento de oposición UNITA, junto con las tropas surafricanas, superan los cien kilómetros de penetración en el territorio de Angola. El Movimiento de Resistencia Mozambiqueño controla cerca de un tercia del país y toda una región de Zimbabue se encuentra en estado de emergencia a causa de la subversión interior. Si bien todos estos acontecimientos suelen se...

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El 17 de agosto la escritora y periodista Ruth First fallece en Maputo (Mozambique), víctima de una carta-bomba. El mismo día se produce un inténto de golpe de Estado contra el Gobierno socialista de Seychelles, mientras las fuerzas del movimiento de oposición UNITA, junto con las tropas surafricanas, superan los cien kilómetros de penetración en el territorio de Angola. El Movimiento de Resistencia Mozambiqueño controla cerca de un tercia del país y toda una región de Zimbabue se encuentra en estado de emergencia a causa de la subversión interior. Si bien todos estos acontecimientos suelen ser atribuidos a la inestabilidad de los regímenes de esos países, la realidad es que todos ellos son controlados a distancia por los poderosos servicios secretos de Suráfrica, país que se ha erigido en gendarme de la región y de los archipiélagos adyacentes.Uno de los justificados orgullos del Gobierno de Pieter Botha son sus servicios secretos, capaces de matar a distancia, de convertir a Jonás Savimbi y sus seguidores en un movimiento de liberación, de organizar golpes de Estado sin que se pueda probar su complicidad de armar y financiar una organiza ción capaz de controlar un tercio de Mozambique y de utilizar, en su provecho, antiguas discordias tribales y políticas en Zimbabue. El servicio secreto surafricano, denominado ahora DONS (Dirección de la Seguridad Nacional), pero más conocido por su antiguo nombre de BCISS -iniciales inglesas de oficina de Seguridad del Estado y que juntas significan el jefe- está dirigido por un general del Ejército y constituye una impresionante organización con ramificaciones en todo el mundo, dirigida a llevar a cabo todas las operaciones, sucias que la estrategia de supervivencia surafricana requiere. El funcionamiento de la organización es tán perfecto, sus compartimentos son tan estancos, que ni siquiera los grandes escándalos en los que se ha visto envuelta han supuesto un peligro para la misma.

En noviembre, cincuenta mercenarios reclutados y entrenados por el DONS, incluso de entre las propias Fuerzas Armadas surafricanas, intentaron derrocar al régimen socialista de Albert René en las Seychelles. Tras el fracaso de la operación, cinco de ellos quedaron en poder del Gobierno del archipiélago, e incluso uno de ellos, Martin-Delinchek, admitió pertenecer a la citada organización, sin que esto supusiera, en absoluto, un duro golpe para la misma.

En aquel intento sin embargo, el DONS había cometido un error no acostumbrado: dar un excesivo protagonismo a los mercenarios, que en otros lugares sólo son utilizados bajo la cobertura de una organización de carácter marcadamente local. Curiosamente, en la reciente intentona en el mismo país, la iniciativa ha partido del propio Ejército de Seychelles.

El MNR mozambiqueño

El Movimiento de Resistencia Nacional Mozambiqueño, conocido bajo las iniciales MNR, es un buen ejemplo de las tácticas surafricarías. Las operaciones del DONS en Mozambique cumplen un claro objetivo: se tratá de debilitar a un vecino que podría apoyar al peligroso Congraso Nacional Africano (ANC), organización político-militar que engloba a negros, mestizos y blancos surafricanos, y convertirlo, tanto a él como a Zimbabue y Zambia, en eternos dependientes de Suráfrica.

Mozambique dispone de un importante puerto en Beira, que es la clave del futuro desarrollo, tanto de Mozambique como de Zimbabue y Zambia. Beira se halla,tan sólo, a doscientos kilómetros de Zimbabue y setecientos de Zambia, pero, gracias a la actividad del MNR, ambos países se ven obligados a utilizar, para su comercio exterior, el puerto surafricano de Durban, situado, a más de 1.200 kilómetros al sur de Beira.

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El creador del MRM fue el millonario portugués Jorge Jardim, el mismo que el 25 de abril de 1974 se refugió en Madrid y desde aquí (en el bar El Apuntamiento, en el hotel Los Galgos, en el restaurante La Provenzal, se reunían sus hombres), organizó una campaña de atentados contra el Portugal revolucionario. Jardim, banquero y amigo personal del presidente de Malawi, Hastings Banda, organizó desde aquel país un ejército mercenario, que luchó contra el Frente de Liberación de Mozambique (Frelimó) sin demasiado éxito. Pronto obtuvo, no obstante, el apoyo de la Rodesia de Ian Smith, que concede al MRM una base militar y una emisora de radio en Gwelo (La Voz de Africa Libre).

Es en aquel momento cuando se produce el primer contacto oficial entre el MRM y el Gobiemo sur africano, aunque no entre éste y Jardim, ya que cuando el general ultraderechista portugués Kaulza de Arriaga (fundador, en Barcelo na, con Jardim, de la Organización del Africa Libre) era gobemador militar de Mozambique, Jardim era el jefe de losflechas y otras uni dades especiales, y como tal m.an tenía contactos periódicos con mi litares surafricanos.

Cuando, en la primavera de 1980, Ziinbabue accede a la inde pendencia, el MRM y La Voz de Afríca Libre se ven obligados a buscar nueva sede. Los cien millones de dólares que había costado la operación Mozambique no sirvie ron para nada y el Frelimo conso lidé su poder. El DONS asumió entonces un control total de la operación, procediendo con la acostumbrada cautela. Se trataba de limpiar al MRM de la imagen de movimiento mercenario, lo que, se consiguió desplazapdo a Jardiin y los portugueses de la cúspide de la organización y dejando que ésta se agotara en el interior. Así, a finales de 1980 el MRM había sido liquidado por los mozambiqueftos. El DONS podía empezar de pero, y lo hizo, logrando contratar a ex miembros del Frelimo para su nuevo MNR, instalado ya, con radio incluida, en la localidad de Gazankula, en el Transvaal.

En menos de dos años, el DONS ha logrado construir un ejército del MNR, que, aunque mercenario, está compuesto casi exclusivamente por negros. La guerrilla del MNR es entrenada. en Gazankula y lanzada. en paracaídas Sobre Mozambiqúe.

El éxito de la guerrilla queda patentizado por su extenso control del territorio y por el hecho.de que el Gobierno de Maputo no ha logrado 'aún restablecer el. servicio de ferrocárrü entre Beira y la- frontera de Zimbabue.

El caso de Angola

En Angola es donde el DONS se ha tenido que emplear más a fondo, y pese a todo, se ha visto obligado a solicitar el apoyo de las Fuerzas Armadas surafricanas, implicadas en este país en una operación muy similar a la que los israelíes llevan a cabo en Líbano. Los objetivos surafricanos en Angola son dobles: por un lado, se trata de desestabilizar un régimen que consideran hostil y, por otro, intentan destruir a la Organización Popular del Suroeste Africano (SWAPO) con objeto de retener indefinidamente el control de Namibia, territorio que ocupan ilegalmente desde hace décadás.

Bajo la Administración portuguesa existían en Angola, al menos nominalmente, tres movimientos de liberación. El más importante era el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), de Agostinho Neto, apoyado por la URSS, y que llevaba el peso de la lucha de liberación. Pero, esencialmente por motívos tribales, existían otros dos grupos, el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), de Holden Roberto, que operaba en el norte, y el UNITA, de Jonás Savimbi, que se hallaba instalado en el sureste.

Estados Unidos y China, con objeto de hacerse un lugar en una Angola eventualmente independiente, escogieron tempranamente apoyar al FNLA, mientras que Suráfrica y el propio Portugal apoyaban a UNITA. Tras la independencia y la guerra civil, que concluyó en 1976, el MPLA resultó vencedor, y tanto el FNLA como UNITA y sus aliados extranjeros fueron derrotados.

También en Angola el DONS logró, a partir de la derrota, construir un nuevo y poderoso movimiento de oposición. La UNITA de Jónas Savimbi, convertida ya en un mero instrumento controlado al ciento por ciento por Suráfrica, ha venido consiguiendo en los últimos años numerosos apoyos en Europa (Franz Josep Strauss, Margaret Tliatcher, el fallecido Sa Carneiro) y, sobre todo, en la Administración Reagan, apoyos que verían de buen grado la instalación de Savimbi en de Luanda.

La imposibilidad de obtener una derrota electoral del SWAPO en Namibia en unas elecciones libres, mostrada por todas y cada una de las encuestas encargadas por Suráfrica hasta el momento, junto con la presión de alguna de las potencias occidentales que componen el Grupo de Contacto (especialmente Francia y Alemania), parecen haber impulsado al Gobiemo de Pretoria a poner en práctica una ántigua aspiración del DONS, que implicaría la sustitución del Gobierno de Luanda por unó más adicto, encabezado por Savimbi. El semanario portugués Expresso, propiedad del primer ministro, Pinto Balsemão, reveló hace dos semanas que Suráfrica estaría preparando una invasión en gran escala en Angola, penetrando en ella por el norte, mediante mercenarios blancos y restos del FNLA, y por el sur, utilizando a UNITA, mercenarios y tropas surafficanas.

Zimbabue, Zambia... y el Indico

Tampoco le ha resultado dificil al DONS desestabilizar Zimbabue, ya que allí ha contado con la ayuda de uno de los dos mientos de liberación que durante años combatieron al régimen de Ian Smith: el ZAPU, de Joshua Nkomo. Pese a la abrumadora víc toria obtenida en las urnas en fe brero de 1980 (57 escaños para el ZANU, frente a veinte del ZAPU), el líder del ZANU, Robert Mugabe, ofreció a Nkomo y a los blancos un Gobierno de coalición, que ha sido renovado hace unos meses, con la permanencia de miembros del ZAPU y el partido de los blancos. El objetivo de Mugabe es demostrar que es posible mantener la estabilidad de Zimbabue con un Gobierno presidido por un marxista, y contradice de modo total los intereses fundamentales de Suráfrica, empeñada en mostrar al. mundo que un Gobierno de negros marxistas es esencialmente malo e inestable.

El personalismo de Nkomo, su oscura trayectoria (estuvo vinculado muy tempranamente a la multinacional Lonrho) y los excelentes asesores con que el DONS cuenta para los temas de Zimbabue (el ex comandante en jefe -incluso bajo Mugabe- del Ejército de Zimbabue, general-Peter Walls, es ahora asesor de la organización), han permitido impedir la estabilización de Zimbabue. El DONS arma y financia ahora a los grupos del ZIPRA (antíguo brazo armado del ZAPU), que han obligado a Mugabe a instaurar el estado de emergencia en Matabeleland.

Incluso en Zambia, cuyo presidente, Kenneth Kaunda, es, quizá, el más moderado del Cono Sur de Africa y se entrevistó la pasada primavera con Pieter Botha, se deja sentir el peso del DONS, que no contento con hacer sufrir al país los efectos de sus acciones en Mozambique (el ferrocarril de Beira, cortado), Angola (el ferrocarril de Benguela, cortado) y Zimbabue (el ferrocarril de Gwelo, controlado por el ZIPRA) también apoya acciones desestabilizadoras de su oposición.

Pero es en el océano Indico donde el DONS ha mostrado más ciaramente su vocación intervencionista. Bien es sabido que en 1978 un puñado de mercenarios al mando de Bob Denard, y con la. complicidad surafricana se hicieron con el poder en las Comores, donde aún controlan la situación. También es sabido que a finales del año pasado, medio centenar de mercenarios, al mando de Mike Hoare, el loco, aterrizaron en las Seychelles procedentes de Suráfrica con la intención de derrocar a Albert René y su Gobierno socialista. Baste, por último, añadir un posible objetivo futuro del DONS: la República de Mauricio, situada al oeste de Madagascar y en la que el pasado mes de junio las umas dieron el poder a una coalición de ízquierdas, encabezada por Paul Berenguer.

Uno de los objetivos declarados del nuevo Gobiemo socialista es recuperar el control de la isla de Diego García, alquilada a los británicos y cedida por éstos a Estados Unidos.

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