Política de retratos

La decisión de los centristas catalanes de no colocar el retrato de Landelino Lavilla donde, hasta fecha reciente, figuró el de Adolfo Suárez tiene el valor de la ruptura y el pase de la guardia pretoriana de Antón Cañellas a las filas del reción nacido Centro Democrático y Social. No han hecho falta discusiones ideológicas ni debates políticos: la simple permanencia del retrato del duque supone tomar una opción inequívoca en la atomización centrista que ha traído el verano.La inconsistencia enfermiza de quienes aún en estos momentos conservan las riendas del poder ejecutivo se ha puesto una v...

La decisión de los centristas catalanes de no colocar el retrato de Landelino Lavilla donde, hasta fecha reciente, figuró el de Adolfo Suárez tiene el valor de la ruptura y el pase de la guardia pretoriana de Antón Cañellas a las filas del reción nacido Centro Democrático y Social. No han hecho falta discusiones ideológicas ni debates políticos: la simple permanencia del retrato del duque supone tomar una opción inequívoca en la atomización centrista que ha traído el verano.La inconsistencia enfermiza de quienes aún en estos momentos conservan las riendas del poder ejecutivo se ha puesto una vez más de manifiesto.

Hubo un tiempo en que el centrismo sostuvo la existencia de una ideología y un programa, por más que desde los más diversos frentes ideológicos se sospechara que toda ideología y todo programa centrista se resumían en el interés de sus líderes para perpetuarse en el poder. En Cataluña, la naturaleza centrista quedó aún más difuminada por su inevitable papel de comparsa, así en la política estatal como en la autonómica, bien porque el peso de CC-UCD dentro del conjunto conocido como UCD fue escaso, bien porque los dirigentes del centrismo catalán, salvo Antón Cañellas y Caries Sentís, son perfectos desconocidos para el común de las gentes.

3 de agosto