Reportaje:

Kenia la quiebra de un precario equilibrio

El intento de golpe del pasado domingo en Kenia pone fin a casi dos décadas de ficción, a lo largo de las cuáles el país pasó por ser un modelo de estabilidad política, democracia parlamentaria y prosperidad económica, sin intervención alguna del ejército. En efecto, desde que se produjo la independencia, en diciembre de 1963, no se ha producido ningún intento de golpe de Estado militar. Pero esto ha sido debido a la debilidad de su exiguo ejército y no a la fortaleza de sus instituciones civiles. Hasta hace un par de años, las fuerzas armadas de Kenia no han pasado de ser una simple gendarmer...

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El intento de golpe del pasado domingo en Kenia pone fin a casi dos décadas de ficción, a lo largo de las cuáles el país pasó por ser un modelo de estabilidad política, democracia parlamentaria y prosperidad económica, sin intervención alguna del ejército. En efecto, desde que se produjo la independencia, en diciembre de 1963, no se ha producido ningún intento de golpe de Estado militar. Pero esto ha sido debido a la debilidad de su exiguo ejército y no a la fortaleza de sus instituciones civiles. Hasta hace un par de años, las fuerzas armadas de Kenia no han pasado de ser una simple gendarmería destinada a_cumplir funciones de orden público. La seguridad exterior del país era garantizada por el Reino Unido, con lo que tanto la clase política como los importantes intereses económicos británicos se sentían protegidos de todo tipo de amenazas.Desde hace aproximadamente dos años, Estados Unidos ha tomado el relevo, sustituyendo al Reino Unido como poder hegemónico en Kenia, y ha obligado al país a invertir fuertemente en defensa, construyendo por primera vez en su historia un ejército moderno. Ha sido este ejército el que protagonizó el intento de golpe del domingo.

Pero si el Ejército keniata ha asumido un papel que es tradicional en Africa es porque la clase política no ha sabido llenar el hueco que la ausencia de ejército y la garantía exterior de sus fronteras le facilitaban.

El modelo de democracia parlamentaria keniata, tan alabado en Europa y América, no ha sido nunca sino una simple construcción propagandística que encubría un régimen de partido único de hecho. La táctica del histórico líder Jomo Keniata, fallecido en agosto de 1978, era la de suprimir toda oposición mediante la integración de sus dirigentes en su amplio equipo gubernamental y en su partido, ofreciendo como alternativa una dura represión policial que llevaba además el tinte de venganza tribal. Así Tom Mboya murió asesinado en 1969 por propugnar una vía socialista. Así el actual presidente Daniel Arap Moi accedió en 1964 a disolver el partido de oposición KADU, integrándose en el Gobierno y en el KANU en el poder. Así el histórico líder Oginga Odinga, antiguo vicepresidente, se vio obligado a disolver su partido KAPU y a integrarse en el KANU, Así el propio Odinga fue detenido el mes de junio pasado tras intentar obtener el apoyo del partido laborista británico para un relanzamiento del KAPU.

El KANU, un partido 'integrador'

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Disueltos por voluntad propia todos los partidos de oposición, el KANU (Unión Nacional Africana de Kenia) fundado por Jomo Keniata sólo ha permitido un pequeño margen de juego político.Dentro del partido, coexisten individualidades (no tendencias) críticas con firmes soportes del Gobierno. El partido no ejerce un control exhaustivo en la elaboración de las listas de candidatos y así algunos elementos críticos pueden tener acceso al Parlamento. Una vez allí, tendrán que elegir entre aceptar un puesto en la Administración (todo buen parlamentario debe aspirar a tener un coche oficial) o mantener su postura crítica, lo que les puede costar la vida.El popular político J. M. Kariuki eligió en 1977 mantener su postura crítica y pocos días después de anunciar que poseía un informe sobre corrupción en las esferas de Gobierno, era secuestrado por la policía y aparecía muerto en el arcén de una carretera.

La gran mayoría de los parlamentarios incluyendo a los críticos, eligen la vía de la integración en el Gobierno y esto lleva a la paradójica situación actual: hay en el país 27 ministros con asiento en el Consejo y 56 ministros adjuntos, todos ellos procedentes del Parlamento. Esto significa que de 170 parlamentarios, 95 son miembros del Gobierno o han sido nombrados directamente por el presidente (doce).

El sistema funcionó durante muchos años por varias razones. Una era la personalidad de Jomo Keniata, líder del Mau-Mau que en los años cincuenta marcó la futura evolución política del país. Otra era la ausencia de alternativas claras de Gobierno. Y la última, la inviabilidad de un golpe militar que trastocara la situación. Mientras se mantuviera el equilibrio tribal y no surgieran tensiones adicionales, el sistema podría sobrevivir.

Muerto Keniata, asumió el poder Daniel Arap Moi, que no pertenece a la fracción mayoritaria de la dominante tribu kikuyu. Moi no disfrutaba además de la incuestionabilidad de Keniata. La oposición se venía envalentonando (de ahí el resurgir de Odinga), y el pastel a repartir empezada a reducirse.

El crecimiento industrial, verdadera columna vertebral de la economía del país, que se había, mantenido siempre por encima del 10% anual y que en 1979 alcanzó el 12,5%, se redujo en los últimos años al 5% anual.

1 Por último, en los dos últimos años se producía la entrada masiva de norteamericanos en el país. Y, si los británicos habían sabido mantener una presencia discreta, los norteamericanos, que ya tienen bases navales y aéreas en Kenia, pronto protagonizaron incidentes.

A partir de ahora, nada será igual en Kenia. Ya todos pueden reconocer el verdadero carácter del régimen: un partido único dominado por una oligarquía ligada a intereses extranjeros británicos y norteamericanos. En definitiva, un caso típico en Africa y el resto del mundo.

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