Cartas al director

La subida del 'metro'

Leí con indignación el artículo de este nombre publicado en su periódico del viernes, 2 de julio. Aunque no soy español, conozco vuestro país, en el que he residido varios años por motivos de trabajo, he sido testigo de los cambios de los últimos años y tengo una profunda simpatía por el pueblo español y grandes esperanzas en su juventud. En el mes de abril de este año estuve quince días en Madrid y advertí esta novedad de la reventa de billetes de metro. Me alegró ver a esta gente, en su mayoría jóvenes, que en un país con un índice tan alto de parados había encontrado una forma de ganar sus ...

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Leí con indignación el artículo de este nombre publicado en su periódico del viernes, 2 de julio. Aunque no soy español, conozco vuestro país, en el que he residido varios años por motivos de trabajo, he sido testigo de los cambios de los últimos años y tengo una profunda simpatía por el pueblo español y grandes esperanzas en su juventud. En el mes de abril de este año estuve quince días en Madrid y advertí esta novedad de la reventa de billetes de metro. Me alegró ver a esta gente, en su mayoría jóvenes, que en un país con un índice tan alto de parados había encontrado una forma de ganar sus pesetas sin perjudicar a nadie. Insistiré en este punto, puesto que en vuestro artículo se dice que los revendedores causan problemas de seguridad y orden público. Esto no es en absoluto verdad, ya que, por el contrario, ayudan a descongestionar las estaciones en horas de gran afluencia de pasajeros. Todas las veces que fui requerido por los revendedores para adquirir para ellos un taco lo hice con gusto. Si hacéis un cálculo aproximado de las horas que tiene que trabajar un revendedor, veréis que es un currantes, y no de los mejor pagados. Si os parece que ganan mucho, dejad vuestras poltronas y lanzaos a la boca del metro a buscar el sustento de vuestras familias. ¿Que no pagan impuestos? Tampoco tienen Seguridad Social.Una sociedad incapaz de solucionar el paro no tiene autoridad de reprimir a los pobres que buscan formas naturales de supervivencia (que esto no se llama picaresca).

Por último, no deja a estos marginados otro recurso que tirarse al metro o a la taquillera. Viva España. Viva la libertad. /

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