Reportaje:

El Freeze Movement, un nuevo pacifismo

Ya no son sólo los pacifistas de los años sesenta ni los ecologistas de los setenta. Una amplia representación del 'establishment' norteamericano clama también por un alto a la carrera nuclear

Una nueva conciencia está despertando en América ante el peligro de la posibilidad de una guerra nuclear, como se ha puesto de manifiesto en la primera gran concentración a nivel nacional celebrada el sábado en Nueva York desde hace años y en la que miles de ciudadanos han expresado su deseo de que se congelen las armas nucleares y se transfieran esos fondos a paliar las necesidades humanas.

Considerada por algunos observadores como la demostración más importante de los movimientos de masas desde la década de los sesenta y las manifestaciones antiguerra del Vietnam, la...

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Una nueva conciencia está despertando en América ante el peligro de la posibilidad de una guerra nuclear, como se ha puesto de manifiesto en la primera gran concentración a nivel nacional celebrada el sábado en Nueva York desde hace años y en la que miles de ciudadanos han expresado su deseo de que se congelen las armas nucleares y se transfieran esos fondos a paliar las necesidades humanas.

Considerada por algunos observadores como la demostración más importante de los movimientos de masas desde la década de los sesenta y las manifestaciones antiguerra del Vietnam, la marcha del 12 de junio ha contado con la participación de 80 organizaciones nacionales y 150 locales de todo el país, y con el apoyo de amplios sectores de la población. En este caso, junto a los pacifistas que se opusieron a la guerra del Vietnam en la década de los sesenta y los ecologistas que lucharon contra la energía nuclear en los setenta, han intervenido desde científicos, ingenieros, médicos y abogados, con impecables credenciales dentro del establishment, hasta obispos, senadores, congresistas, conservadores y liberales y conocidas personalidades de la Administración.El apoyo prestado a la campaña en pro de la congelación de armas nucleares ha aglutinado a personalidades tan dispares como los senadores Edward Kennedy y Mark Hatfield; los arzobispos de Washington y San Francisco, reverendos James Hickey y John Quinn; los secretarios de Estado, Edmund Muskie y Dean Rusk; los actores Edward Asner, Jane Fonda y Joanne Woodvard; el director de orquesta Leonard Bernstein; el premio Nobel Linus Pauling; los escritores Daniel Ellsberg y Paul J. Vonnegut, y la viuda de Martin Lhuter King.

Con la demostración del pasado sábado se culminaron una serie de acciones desarrolladas en todo el país por las organizaciones miembros del Freeze Movement (movimiento para la congelación de armas nucleares) durante los últimos tres meses, que han incluido conferencias, actos políticos, recitales de teatro, poesía y danza, exhibiciones artísticas, manifestaciones callejeras, semanas de protesta, como la organizada por Ground Zero y un sinfín de actividades tendentes a lograr una amplia oposición ciudadana a la carrera de armas nueleares.

El Freeze Movement, que cuenta con tres escasos años de vida, va camino de convertirse en el gran movimiento de masas de los años ochenta, al igual que lo fue el Anti-War Movement contra la guerra del Vietnam en la década de los sesenta y el No Nukes Movement de los setenta. Pacifistas y ecologistas han dado paso a un amplio espectro de la población, que siente el peligro de una guerra nuclear como algo cercano y posible. La historia de este movimiento surge a raíz de la negociación del tratado de las SALT II entre Estados Unidos y la Unión Soviética y la primera oposición en el Senado norteamericano a su ratificación en el año 1979. Cuando el Senado estaba a punto de decir no, la Unión Soviética invadió Afganistán y el entonces presidente Carter decidió retirar la ratificación.

La primera propuesta

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En ese mismo verano de 1979, una de las organizaciones pacifistas con más tradición en este país, la American Friends Service Committee (Comité de Amigos Americanos), fundada en 1917 y ganadora de un premio Nobel de la Paz, en 1947, hizo una primera propuesta de moratoria nuclear, en la que se pedía al Gobierno de Estados Unidos que cesara la producción y desarrollo de las nuevas armas nucleares por un período de tres años. Esta primera propuesta fue acogida desfavorablemente, pues implicaba que Estados Unidos debía actuar unilateralmente en la congelación de sus armas nucleares, sin un correspondiente acuerdo con la Unión Soviética.

Fue también por esas fechas del verano de 1979 cuando Randall Forsberg, una anafista de temas de defensa y activista en pro del control de armas, de 38 años, que había trabajado en el Instituto de Paz Internacional de Estocolmo, funda el Instituto de Estudios de Defensa y Desarme en Brookline (Massachusetts). Forsberg desea que su nuevo instituto realice una investigación a fondo acerca de los programas militares soviéticos y americanos y que al mismo tiempo sirva de catálisis en tomo a la necesidad del control de armamento. Después de su participación en conferencias y simposios sobre el control de armas en todo el país, Forsberg empieza a comprender la necesidad de poner en marcha una iniciativa que pueda ser no sólo aceptable para los expertos, sino que sirva para despertar la conciencia ciudadana en torno al peligro de una confrontación nuclear, y así lo expone en sus viajes y conferencias, consiguiendo en poco tiempo una seria reputación como abogada del concepto de congelación comprensiva de armas nucleares bajo dos condiciones: debe ser bilateral con la Unión Soviética y verificable por ambas partes.

En las distintas reuniones que se suceden a lo largo del invierno de 1979 entre los movimientos pacifistas y las diversas organizaciones religiosas en torno al peligro de la carrera nuclear, se acuerda proponer a Randall Forsberg la elaboración de un documento en el que se defina la congelación de armas nucleares y se defienda su posibilidad.

En diciembre de 1979, después de tomar contacto con National Mobilization for Survival (Movilización Nacional para la Supervivencia), una coalición nacional de grupos antinucleares, Forsberg redacta el primer documento, que contiene una específica propuesta de congelación comprensiva de armas nucleares. En la primavera de 1980 se publica este documento bajo el título Call to halt the nuclear arms race (Llamada a un alto en la carrera de armas nucleares), convirtiéndose en el documento fundacional del Freeze Movement.

Entre los primeros expertos en control de armas que apoyaron la llamada de Forsberg se encuentran sus colegas del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Philip Morrinson, que formó parte en 1940 en el proyecto Manhattan, que desarrolló la fabricación de la bomba atómica; George Rathjens, científico jefe del Departamento de Defensa en la Administración Eisenhower y especialista en no proliferación de armas con la Administración Carter, y Bernard Feld, presidente de la Conferencia de Científicos y editor del Boletín de Científicos Atómicos.

En el verano de 1980, el American Friends Service Committee y otras organizaciones nacionales pacifistas y religiosas, incluidas la Conferencia de Iglesias y Pax Christi, acuerdan no sólo firmar el documento de Forsberg, sino convertirlo en el manifiesto del incipiente movimiento en pro de la congelación de armas nucleares. Simultáneamente, en otros lugares del país comenzaron a surgir iniciativas para intentar introducir en las legislaciones de cada Estado proposiciones para solicitar a la Administración una congelación en la carrera de armas nucleares. Así, desde la pequeña ciudad de Deerfield, al oeste de Massachusetts, un profesor de 36 años, Randall Kehler, que había participado activamente en los movimientos contra la guerra civil del Vietnam en los sesenta, decidió crear un centro para promover el desarme nuclear, y en enero de 1980 lanzó, junto a sus amigos del centro, una campaña de nueve meses para promover una iniciativa con el fin de que los tres senadores del oeste de Massachusetts presentaran una propuesta de congelación de armas nucleares al presidente Reagan. Esta iniciativa fue apoyada por el 59% de los votantes, convirtiéndose en la primera resolución a favor de la congelación de armas nucleares que conseguía ser aprobada. A partir de entonces, y hasta el momento, se han aprobado resoluciones de este tipo en 257 ciudades americanas.

Estrategia conjunta

En septiembre de 1980, representantes de más de una docena de organizaciones que venían trabajando independientemente en el concepto de la congelación de armas nucleares, se reunieron en Nueva York para valorar sus progresos y preparar una estrategia conjunta a largo plazo. De esta reunión surgió un comité nacional encargado de coordinar el movimiento a nivel de todos los Estados y el compromiso de celebrar una conferencia nacional, que sería financiada por Alan Kay, un hombre de negocios de Massachusetts.

La primera conferencia nacional del Movimiento por la Congelación de Armas Nucleares se celebró en el mes de marzo de 1981, en Washington, con la asistencia de veinte organizaciones, que nombraron un comité nacional para coordinar las decisiones que se tomaran en el futuro y un comité ejecutivo para supervisar las actividades de las distintas comisiones que se crearan: colecta de fondos, relaciones con la Prensa, movilizaciones ciudadanas, relaciones con organizaciones internacionales y ampliación del programa a otras organizaciones. Después de la conferencia se redoblaron los esfuerzos y todo el año 1981 fue escenario de movilizaciones, charlas, actos, iniciativas, campañas en pro de la congelación, que se multiplicaron de Estado en Estado. La legislatura de Massachusetts firmó la iniciativa freeze en junio; Oregón aprobó una medida similar pocos días después, seguido en pocas semanas por las legislaturas de Nueva York, Connecticut, Maine, Minessota, Vermont, Wisconsin, Kansas, Iowa y Maryland.

Al mismo tiempo, en California se desarrolló un foco dependiente del Freeze Movement, bajo la dirección del millonario Harold Villens, un ejecutivo que fundó en 1970 el Movimiento de Hombres de Negocios contra la Guerra de Vietnam. Inspirados por los resultados de la campaña de Kehler en Massachusetts, el matrimonio Jo y Nick Seidita, profesores ambos, decidieron lanzar una campaña igual en California, que pronto fue apoyada por Villens. Su intención es llevar la iniciativa a las próximas elecciones de noviembre de 1982, y ya habían conseguido en mayo de este año más de 750.000 firmas, cuando las necesarias para que la propuesta sea admitida son 346.000.

Todas estas iniciativas fueron recogidas a nivel estatal por los senadores Edward Kennedy, de Massachusetts, y Mark Hatfield, de Oregón, quienes en marzo de 1982 introdujeron en el Senado una iniciativa similar a las anteriores, mientras que los congresistas Edward Markey y Silvio Conte, de Massachusetts, y Jonathan Bingham, de Nueva York, lo hicieran en la Cámara de Representantes.

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