Reportaje:

El Principado de Gales, punto de apoyo de las multinacionales en su camino hacia Europa

"Gales está demasiado lejos de Dios y demasido cerca de Inglaterra", reza un dicho galés. Con 20.720 kilómetros cuadrados (la mitad de la superficie de Suiza) y una población de 2.800.000 habitantes concentrada en el sureste industrial, el Principado de Gales está atravesando una dura crisis: el paro, el deterioro de la industria del carbón y del acero, el desencanto con la Comunidad Económica Europea (CEE) y el recrudecimiento del nacionalismo son sólo tres factores de la ecuación.

El paisaje galés resulta siempre atractivo, a pesar de sus negros nubarrones que de cuando en cuando de...

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"Gales está demasiado lejos de Dios y demasido cerca de Inglaterra", reza un dicho galés. Con 20.720 kilómetros cuadrados (la mitad de la superficie de Suiza) y una población de 2.800.000 habitantes concentrada en el sureste industrial, el Principado de Gales está atravesando una dura crisis: el paro, el deterioro de la industria del carbón y del acero, el desencanto con la Comunidad Económica Europea (CEE) y el recrudecimiento del nacionalismo son sólo tres factores de la ecuación.

El paisaje galés resulta siempre atractivo, a pesar de sus negros nubarrones que de cuando en cuando dejan pasar algún rayo de sol. La repoblación forestal comienza a notarse, aunque para muchos de los galeses las coníferas desentonen con su naturaleza histórica. Muchos de los descargaderos de carbón han sido recubiertos con hierba -un proceso que ha costado dinero y tiempo, pero que ha traido consigo indudables frutos ecológicos-. La zona mine ra del valle de Rhondda ha perdido gran parte de su negrura, recuperando un color entre verde y pajizo que hubiera sido irreconocible veinte años atrás. En el siglo pasado, Gales era una nación en auge, inmersa en un rápido proceso de industrialización. Ahora, la crisis económica mundial, de por sí agravada en el Reino Unido, tiene uiios efectos estructurales particularmente nocivos en esta región. Dos datos pueden demostrarlo. En 1960, las 106 minas de carbón que funciona ban en Gales empleaban a 80.000 personas. En 1982 quedan tan sólo 34 minas abiertas, que proporcio nan trabajo a 26.000 hombres. Lo mismo se podría decir de la indus tria del acero, que consiguió sobre vivir a la crisis de los años sesenta. En 1975, 60.000 hombres trabajaban en esta industria. Hoy día, me nos de la mitad.

Tres centrales nucleares

Gales, sin embargo, sigue pro duciendo casi toda la hojalata bri tánica y un 85% de su acero lami nado. La industria del textil tam bién era importante, pero ahora, ante la competencia de países re cién industrializados, se está vi niendo abajo. La crisis económica hinca su diente en los puertos del Sur, como Swansea o Port Talbot, a pesar de que las comunicaciones hayan mejorado con la autopista M-4, que sirve de vía de paso de Londres a Irlanda. Pero Cardiff, que en tiempos fuera el mayor puerto exportador de carbón del mundo, ahora se dedica también a importar esta fuente de energía. Estas son las realídades de la economía mundial, difíciles de aceptar para muchos galeses.

Gales es, sin embargo, rica en agua, con la que abastece a ciudades del norte de Inglaterra, como Birmingham y Liverpool, algo que de nuevo resienten los galeses. El consumo de electricidad se ha multiplicado por cuatro desde la guerra, y el de gas natural por ocho. Dos plantas nucleares en construcción, Trawsfynydd y Wylfa (la mayor de Europa) están destinadas a aumentar la producción energética galesa, mientras que la central hidroeléctrica de Dinorwic, acapara la atención del público. En efecto, se trata de dos lagos desnivelados. Desde el más bajo se subirá agua cuando la demanda de electricidad sea mínima, para liberarla, con la consiguiente producción de energía, cuando la demanda alcance su punto más alto.

La presencia de empresas extranjeras, especialmente japonesas, es notable. Incluso se especula con la posibilidad de que Nissan decida instalarse aquí. Gales proporciona a las multinacionales una zona con ayudas especiales al desarrollo, y unas relaciones industriales, en general, estables, además de una lengua de trabajo -el inglés- que es internacional. Las cien fábricas construidas sobre un modelo estándar por la agencia para el desarrolo galés (semiestatal) han sido un éxito. Todas ellas están ocupadas, al ofrecer el Gobierno condiciones favorables de compra o de alquiler a sus nuevos inquilinos.

Las multinacionales piensan, pues, que en Gales pueden conseguir un punto de apoyo en su camino hacia Europa. El sentimiento ampliamente generalízado en Gales, sin embargo, es el de estar en el borde de la CEI, habiéndose alejado aún más de Gales el centro de poder desde que el Reino Unido ingresó en esta organización en 1973. Para mucha gente, como Rhodri Morgan, el representante de la CEE en Cardiff, 1982 será el noveno aniversario del ingreso del Reino Unido en el Mercado Común Europeo y el 700º de la integración de Gales en el Mercado Común inglés.

Los ochocientos millones de libras (140.000 millones de pesetas) en préstamos y subvenciones recibidos por Gales de la CEE desde 1973 casi no se notan, comparados con los ingresos provenientes del Gobierno británico, que, por otra parte, están siendo recortados. Eii cuanto a la agricultura - 1,7 millones de hectáreas y 64.000 personas empleadas, con el 90% de las granjas dedicadas a los productos lácteos y al gailado vacuno y ovino-, la CEE ha propiciado una paradójica situación. El cordero ha bajado el precio para el consumidor. Los agricultores reciben subvenciones para mantener sus ingresos. Pero muy poco cordero es exportado.

Mirando hacia Mondragón

El paro se ha doblado en dos años, y en febrero de este año había 174.900 personas sin empleo. Un 16,1% de la población laboral, cuando la media en el Reino Unido es de un 12,4%. Gales se coloca así, en las listas del paro, tan sólo detrás de Irlanda del Norte y del norte de Inglaterra, y a largo plazo. Y esta situación podría agravarse si, como se prevé, la fuerza laboral galesa aumenta en un 15% en los próximos veinte años, debido a la llegada de un mayor número de mujeres al mercado de trabajo. La población sigue aumentando, a pesar de la baja natalidad. Gales, entre 1971 y 1979, ha pasado de ser una zona de emigración a ser una región de neta inmigración; el galés ya no puede emigrar, a pesar de que la primera ministra británica, Margaret Thatcher, lo pidiera de hecho en un famoso discurso el año pasado en Swansea. Gales mira ahora al modelo de las cooperativas de Mondragón para salir de su crisis. El congreso sindical galés ha solicitado al Gobierno 130 millones de pesetas para crear 10.000 puestos de trabajo con la creación de cooperativas en un plazo de siete a diez años.

Diez millones de turistas al año proporcionan importantes ingresos a Gales: 73.000 millones de pesetas al año pasado. En ingreso per cápita proveniente del turismo, Gales se ha situado entre las primeras regiones de Europa. No todo el turismo es, sin embargo, bienvenido. El problema de las segundas residencia de los ingleses de Liverpool o Birmingham se ha agravado. De cuando en cuando, continúan los incendios de estos chalés.

El proceso de devolution (autonomía) ha quedado en letra muerta, tras haber sido abrumadoramente rechazado por el pueblo galés en el referéndum de marzo de 1979. Quizá los galeses pensaron que no era necesario distanciarse tanto del Reino Unido, quizá el resultado expresó los miedos de los que no hablan galés, es decir, la gran mayoría de la población.

No obstante, se comenta, este proceso no está muerto, sino durmiente. En Londres, los intereses galeses están representados por el ministro de Estado para asuntos galeses, que a su vez representa a Londres en Cardiff. Pero los galeses siguen insistiendo en su identidad nacional. Gales es una región donde los partidos populistas siempre han predominado: el liberal, de 1859 a 1891, y el laborista, hasta nuestros días. El partido nacionalista galés, Plaid Cymru, está dividido y en decadencia, con sólo dos de los 36 diputados que Gales manda a Londres.

La lengua desempeña un papel importante, aunque sólo la hable un 10% de la población, sirviendo de símbolo de identificación nacional, y su defensa es una prioridad, como queda demostrado por la lucha por unas horas (ya concedidas) en Gales en el cuarto canal de televisión, que el próximo año se inaugurará en el Reino Unido.

Gales ha sido invadido a lo largo de su historia por toda suerte de pueblos. Hace 700 años fue conquistado por los ingleses, y 450 años atrás se integró constitucionalmente en el Reino Unido. En el siglo pasado Gales fue la zona británica de mayor éxito industrial. Ayudó al resto del Reino Unido. Ahora, a su vez, espera que se le ayude, pero el resto del Reino Unido tiene también sus problemas.

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