ETA secuestró y torturó al doctor Ramiro Carasa antes de asesinarle

El cadáver de Ramiro Carasa, médico jefe del servicio de Traumatología de la residencia de la Seguridad Social de San Sebastián, asesinado el martes por ETA Militar, presenta síntomas de que la víctima fue torturada antes de que cinco disparos en la cabeza le causaran la muerte. La organización terrorista, al responsabilizarse de este asesinato, afirmó escuetamente que Ramiro Carasa "había sido ejecutado después de interrogarle". Parece imposible, por otra parte, que el doctor hubiera podido prestar atención médica al etarra herido en Sestao el día 22, ya que en esa fecha se encontraba en Madr...

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El cadáver de Ramiro Carasa, médico jefe del servicio de Traumatología de la residencia de la Seguridad Social de San Sebastián, asesinado el martes por ETA Militar, presenta síntomas de que la víctima fue torturada antes de que cinco disparos en la cabeza le causaran la muerte. La organización terrorista, al responsabilizarse de este asesinato, afirmó escuetamente que Ramiro Carasa "había sido ejecutado después de interrogarle". Parece imposible, por otra parte, que el doctor hubiera podido prestar atención médica al etarra herido en Sestao el día 22, ya que en esa fecha se encontraba en Madrid. Ayer se registraron en toda España numerosas reacciones de condena, entre las que cabe destacar las procedentes del estamento médico.

Ramiro Carasa, médico jefe del servicio de Traumatología de la residencia de la Seguridad Social Nuestra Señora de Aránzazu, de San Sebastián, pudo ser torturado antes de que se produjera su asesinato, según informaron a EL PAIS fuentes médicas después de una observación del cadáver. En contra de lo que se pensó en un principio, el cuerpo sin vida del doctor Carasa presentaba cinco balazos y una fractura en la cabeza. Fuentes policiales destacaron ayer la rapidez y eficacia con que ETA Militar decidió y ejecutó el atentado terrorista. La víctima había llegado a San Sebastián, procedente de Madrid, el mismo martes por la mañana, y tenía previsto regresar ayer a la capital de España.Ramiro Carasa recibió un disparo en zona retroauricular iiquierda (detrás de la oreja); otro en hombro izquierdo, con orificio de salida por encima de la fosa supraclavicular, y tres más en parrilla costal izquierda. El cadáver presentaba, asimismo, un hematoma de grandes dimensiones en la zona del Ojo derecho, con fractura del hueso supraorbitario. Esta última herida parece consecuencia de un fuerte culatazo. En el momento de dar aviso al periódico Egin sobre el lugar donde se encontraba el cadáver, el comunicante, que se identificó como miembro de ETA Militar, indicó que su víctima "había sido ejecutada después de interrogarle".

Como ya informó este periódico en su segunda edición de ayer, el cadáver de Ramiro Carasa fue localizado a las once de la noche, tendido boca abajo, con las manos atadas a la espalda con una cuerda, cerca de un camino forestal situado a unos quinientos metros del merendero Xoxoka, en el término municipal de Unieta (Guipúzcoa). Carasa había sido visto por última vez a las 15.20 horas, en el momento de abandonar la residencia sanitaria en la que prestaba sus servicios. Se dirigía al parecer, a recoger a su novia.

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El medico asesinado por ETA no negó su asistencia a ningún terrorista herido

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Todo parece indicar que el comando que actuó contra el doctor Ramiro Carasa poseía una información muy precisa de sus movimientos y logró secuestrarle en algún punto del trayecto. En contra de las informaciones difundidas en la noche del martes por fuentes policiales, ha podido confirmarse que Ramiro Carasa nunca negó asistencia médica a un militante de ETA herido. La versión de que no había auxiliado a terroristas procedía, al parecer, de una primera declaración de su novia en la comisaria de San Sebastián.

Compañeros del médico asesinado puntualizaron la inexactitud de tales hechos. Una nota del Consejo General de Colegios Médicos, ratificada más tarde por el colegio de San Sebastián, informó ayer que Ramiro Carasa había atendido a un individuo herido, presunto militante de ETA, el día 22, horas después de que un comando de la citada organización diera muerte en Sestao (Vizcaya) a dos inspectores del Cuerpo Superior de Policía y a una mujer que les acompañaba en el almuerzo, atentado en el que resultó herido uno de los agresores. Más tarde, Carasa se presentó ante el juez de guardia, al que dio cuenta de lo sucedido. Dicha afirmación contrasta, sin embargo, con las declaraciones realizadas por el juez de guardia de San Sebastián, quien aseguró que en la fecha indicada no se recibió parte alguno sobre heridos por arma de bala. A la confusión sobre este punto se suma un nuevo dato, la presencia del doctor Carasa en Madrid el mismo 22 de marzo, extremo que parecía ayer definitivamente demostrado. Pese a la posible confusión en las fechas, tanto el Colegio de Médicos, como la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica, que ayer difundió una breve nota al respecto, insisten en considerar imposible que el médico asesinado hubiera negado asistencia a ningún herido. Las dos actuaciones que se presumen del jefe del servicio de Traumatología de la residencia sanitaria de San Sebastián responden a sus obligaciones profesionales y legales, según entiende el citado Consejo superior de colegios de médicos. La atención al herido es un imperativo deontológico, cualquiera que sea la causa de su lesión. La información a la autoridad judicial viene impuesta por el Código Penal, siempre que la herida haya sido producida por arma, blanca o de fuego, y su falta o su retraso puede ser motivo de sanciones.

Por otra parte, fuentes policiales han destacado la eficacia y rapidez de la red informativa con que cuenta ETA militar, que le ha permitido, en este caso, decidir y ejecutar el atentado en pocas horas. Ramiro Carasa, según las fuentes citadas, había abandonado su domicilio de San Sebastián hace un par de semanas para someterse a una operación en una mano en Madrid. Llegó a la capital guipuzcoana el mismo martes, y pensaba regresar a Madrid ayer, miércoles. En los mismos medios pudo apreciarse preocupación y cierta extrañeza, al tener conocimiento de que, presumiblemente, el comando que perpetró el atentado de Sestao pudo trasladarse en el mismo día a San Sebastián, que dista 120 kilómetros de esta localidad, para conseguir que se prestara atención médica al activista herido.

Ramiro Carasa estaba soltero, aunque tenía novia en San Sebastián. Compañeros de trabajo y de estudios han descrito como "brillante" su trayectoria humana y profesional. Nacido en Liendro (Santander), hace 38 años, ingresó como médico residente en La Paz, de Madrid, y pasó a, ser adjunto al término de los tres cursos correspondientes. Más tarde fue jefe clínico en la residencia Primero de Octubre, durante cuatro años, hasta que consiguió por oposición la plaza de jefe de servicio, en 1975, con el número uno, y pidió destino en la capital guipuzcoana Mantenía intercambios científicos con médicos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos y había participado en reuniones académicas y congresos en los países citados.

Entre las reacciones de protesta y denuncia por el asesinato del doctor Ramiro Carasa destaca la suspensión del pleno que debía haber celebrado ayer la diputación foral de Guipúzcoa. El diputado general Xabier Aizarna, del PNV, abrió la sesión e indicó, a renglón seguido, que decidía levantarla hasta el próximo miércoles, "como viva y profunda. expresión de duelo y condena ante las acciones y muertes registradas últimamente en Guipúzcoa"., Aizarna se refirió al atentado de Urnieta y subrayó que "no cabe permanecer impasible ante estas incalificables muestras de desprecio de la vida, supremo valor humano". También el Parlamento vasco en su sesión de ayer tarde aprobó una proposición de condena, presentada por todos los grupos de la Cámara, del atentado que ha costado la vida de Ramiro Carasa.

La dirección, la junta facultativa y los trabajadores de la residencia sanitaria de San Sebastián se manifestaron, en un comunicado aprobado durante la asamblea convocada para tratar el caso del doctor Esteban Muruetagoyena, "tristemente sorprendidos e indignados por el asesinato de su compañero" y protestaron "ante tan abominable hecho, en forma alguna justificable". La nota sale al paso, asimismo, de la información sobre una posible inasistencia médica a un paciente por parte de Ramiro Carasa. Al parecer, una parte del personal de la residencia se sumó a la huelga de tres días, que comenzó ayer, para protestar conjuntamente por la muerte de los dos médicos, Ramiro Carasa y Esteban Muruetagoyena, huelga que se ha extendido a numerosos centros dependientes de la Dirección Provincial de la Salud de Guipúzcoa.

También el Colegio de Médicos de Guipúzcoa, que se encontraba reunido para estudiar las detenciones de dos médicos y el fallecimiento del doctor Muruetagoyena, calificó de "nefando crimen" el asesinato de Ramiro Carasa, y manifestó su indignación por el hecho.

Condena de los partidos

El martes por la noche, los principales dirigentes políticos vascos, incluido el lendakari Carlos Garaikoetxea, el secretario general del Partido Socialista, José María Txik¡ Benegas, y el portavoz del partido centrista, Jesús María Viana, habían calificado con dureza el atentado, desde el Parlamento vasco, en Vitoria, al tiempo que mostraban su preocupación por la escalada terrorista de ETA. Euskadiko Ezkerra, en un comunicado difundido ayer, puso de relieve que el atentado mortal contra Ramiro Carasa demuestra "hasta qué punto la actividad de ETA puede degenerar en terror".

El funeral de cuerpo presente en memoria del médico asesinado, tuvo lugar ayer, a las 18 horas, en la iglesia de la Sagrada Familia, del barrio donostiarra Amara. Tres horas después recibía sepultura en el panteón familiar del cementerio de Liendo, en Cantabria, el cadáver de Ramiro Carasa. En el acto, al que asistieron varios centenares de personas, se encontraban presentes entre otras autoridades, el ministro de Sanidad y Seguridad Social, Manuel Núñez, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Marcelino Oreja, el viceconsejero de Sanidad del Gobierno vasco y el presidente de la Asamblea Regional cántabra, Isaac Aja Muela.

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