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Israel y los socialistas españoles

Fernando Múgica Herzog ha roto una lanza a favor de Tel Aviv (EL PAIS, 26 de noviembre de 1981), al tiempo que critica la oposición de la izquierda española al reconocimiento diplomático por España del Estado de Israel. Desde luego, está en su perfecto derecho a hacerlo. Pero no a costa de colgar sambenitos a la izquierda a la hora de interpretar los argumentos que ésta esgrime para sostener su postura.Contra lo que sostiene Múgica, he aquí los argumentos de la izquierda en el tema de Israel. Desde luego, no se trata de arrojar a los judíos al mar. El socialismo democrático respe...

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Fernando Múgica Herzog ha roto una lanza a favor de Tel Aviv (EL PAIS, 26 de noviembre de 1981), al tiempo que critica la oposición de la izquierda española al reconocimiento diplomático por España del Estado de Israel. Desde luego, está en su perfecto derecho a hacerlo. Pero no a costa de colgar sambenitos a la izquierda a la hora de interpretar los argumentos que ésta esgrime para sostener su postura.Contra lo que sostiene Múgica, he aquí los argumentos de la izquierda en el tema de Israel. Desde luego, no se trata de arrojar a los judíos al mar. El socialismo democrático respeta el derecho de todas las personas a expresar democrática y pacíficamente sus ideas e iniciativas políticas. Pero exige igual respeto de aquellos a quienes respeta. En virtud de las exigencias de la paz mundial, y a pesar de las injusticias y errores del pasado, el Estado de Israel tiene derecho a existir, pero no mediante el uso de la fuerza dentro o fuera de sus fronteras, que se encuentran en litigio. Y, desde luego, no tiene más derecho a existir que el pueblo palestino, quien, organizado en torno a su legítimo representante, la OLP, se afana en conseguir su propio Estado.

Desde luego, el socialismo democrático quedaría vacío de contenido sin su vertiente humanista e internacionalista. Pero humanismo no equivale a falta de firmeza en la acción política. La oposición de la izquierda española a Israel no consiste en una postura demagógica, caprichosa y racista, basada en esa "tradicional amistad con los árabes", tema a discutir en otro momento. Tal postura se basa, sencillamente, en la conculcación por Israel de los más elementales derechos humanos, individuales y colectivos, de los palestinos que habitan en su territorio y en los de aquellos que fueron forzados, mediante el terrorismo o más sutiles métodos, pero igualmente coactivos a abandonar Palestina a partir de 1948. Se basa en la violación por el Gobierno y régimen de Tel Aviv de las más elementales normas del Derecho Internacional y de las resoluciones de las Naciones Unidas. Se basa, en suma, en el rechazo por parte de la izquierda española de la aplicación a cargo de los israelíes de similares vías que las utilizadas por los nazis para masacrar a los judíos.

Expansión territorial

El socialismo democrático está obligado a oponerse a la expansión territorial llevada a cabo por Israel a costa de territorios árabes. El actual Gobierno israelí ni siquiera respeta los acuerdos de Camp David -por él defendidos- que se oponen a la política de asentamiento de colonias judías en las tierras árabes ocupadas. La izquierda española, humanista e internacionalista, debe propiciar la consecución en el Próximo Oriente de una situación justa, respetuosa de los derechos humanos, incluido el derecho a la libre determinación.El socialismo democrático español debe fomentar un clima que facilite que los ciudadanos soviéticos judíos se liberen de las condiciones discriminatorias actualmente existentes en la URSS y puedan, si lo desean emigrar a Israel (o volver libremente a desencantarse de la situación interna de ese país, también discriminatoria en muchos aspectos).

Pero debe asimismo luchar denodadamente para que, por ejemplo, en Estados Unidos desaparezcan las condiciones que hacen posible que un ilustre estudioso norteamericano-palestino, el profesor de la Universidad de, Columbia Edward W. Said (Orientalism, Nueva York, 1979, página 27), escriba amargamente las siguientes líneas:

"La vida de un árabe palestino en Occidente, particularmente en Estados Unidos, es descorazonadora. Existe aquí un consenso casi unánime de que políticamente no existe. Y cuando se le permite que exista, se le tiene por una molestia o por un oriental. El ambiente de racismo, estereotipos culturales, imperialismo político, ideología deshumanizadora en torno a lo árabe y a lo musulmán es en verdad muy fuerte, y es algo que todo palestino ha llegado a sentir como una nialdición del destino".

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Emilio Menéndez del Valle es miembro de la comisión internacional del PSOE.

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