Tribuna:TEMAS PARA DEBATELa reforma de la EGB TEMAS PARA DEBATE

Renovar para que todo siga igual

Las modificaciones que la Dirección General de Educación Básica (DGEB) acaba de proponer, en concreto los llamados Programas Renovados, no pueden resolver los graves problemas que este nivel del sistema educativo tiene planteados. Y no pueden resolverlos por dos razones: primera, porque la propuesta sólo se dirige a aspectos periféricos, y segunda, porque ni siquiera es adecuada para esos aspectos periféricos.La educación básica, la que se extiende entre los seis y los catorce años de edad y es obligatoria para todos, tiene en nuestro país demasiados problemas. En la capa más superficial, más ...

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Las modificaciones que la Dirección General de Educación Básica (DGEB) acaba de proponer, en concreto los llamados Programas Renovados, no pueden resolver los graves problemas que este nivel del sistema educativo tiene planteados. Y no pueden resolverlos por dos razones: primera, porque la propuesta sólo se dirige a aspectos periféricos, y segunda, porque ni siquiera es adecuada para esos aspectos periféricos.La educación básica, la que se extiende entre los seis y los catorce años de edad y es obligatoria para todos, tiene en nuestro país demasiados problemas. En la capa más superficial, más visible, está la falta de puestos escolares en determinadas zonas, o la danza, incomprensible para el profano, de los maestros al comienzo de cada curso. Esos problemas son los más sencillos porque en todo caso está clara cuál es la solución que debe darse. Si ahondamos algo más nos encontramos con el fracaso escolar. según la propia DGEB, el 30% de los alumnos que cursan esa educación básica no consigue obtener el título de graduado escolar, es decir, que uno de cada tres no logra el objetivo que persigue durante ocho o más años, sin que, por lo demás, los criterios para conceder el título sean demasiado estrictos. Pero hay un problema mucho menos patente, del que no se suele hablar y cuya solución es más compleja, y es que después de ocho años en la escuela los niños no aprenden más que una mínima fracción de lo que se les enseña. Manejan las nociones científicas más elementales con enorme confusión, no son capaces de explicar fenómenos cotidianos totalmente familiares ni en el terreno de las ciencias de la naturaleza ni en el de las ciencias sociales, y en última instancia, hacen un uso mínimo de su cabeza para comprender y explicar el mundo. Esto se oculta, sin embargo, bajo la repetición de frases hechas, el aprendizaje de nombres y datos, o un conocimiento puramente memorístico y repetitivo de lo que se les enseña, conocimiento que, por su mismo carácter, dura poco. En realidad, es un conocimiento que más que para la vida les prepara para pasar exámenes y que donde mejor puede lucirse es en concursos radiofónicos o televisivos.

La situación es grave, ya que para la gran mayoría de los niños españoles la educación básica va a ser su primer y fundamental contacto con la cultura. Y está claro que es en la escuela primaria donde se inician las dificultades que luego se encuentran en el bachillerato, en la formación profesional o en la universidad. Desde este punto de vista, ese primer nivel es el más importante de¡ sistema educativo no sólo por su extensión, sino también por su incidencia posterior.

¿Cuáles son las causas de esos problemas que tiene planteada la EGB? Entre las más importantes hay que citar la inadecuación de la enseñanza al desarrollo psicológico de los niños y a la situación actual de la ciencia, la concepción memorística del aprendizaje, la sobrecarga de los programas y la falta de una política adecuada de formación y peifeccionamiento del profesorado.

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En el fondo de todos los conflictos actuales de la institución escolar se halla el pesado lastre que ésta arrastra por las funciones que ha desempeñado a lo largo de la historia, y que no han sido precisamente las de transmitir el saber. Hoy, tras los movimientos educativos de principios de siglo y las investigaciones recientes sobre el desarrollo del niño, todo el mundo coincide en que la escuela debe partir de los intereses espontáneos del alumno y actuar sobre ellos, ay udándole a descubrir por sí mismo los conocimientos en la naturaleza y en la sociedad. La tarea de la escuela es estimular al niño en ese trabajo de descubrimiento, y la función del maestro es ser su guía. El maestro no enseña, sino que proporciona las oportunidades para que el niño construya sus propios conocimientos y descubra de forma semejante a como los hombres han descubierto a lo largo de la historia. La escuela no debe limitarse a transmitir conocimientos, sino que ha de contribuir al desarrollo total del individuo, y por ello los contenidos son secundarios, mientras que lo importante es desarrollar la inteligencia y habilidades básicas de tipo motor, intelectual, perceptivo, efectivo, etcétera. Debe ser una escuela para pensar y convivir socialmente y no simplemente una escuela para aprender a repetir.

Estas ideas, que hoy son moneda corriente, tienen que producir un tipo de escuela diferente del que conocemos y cuyos aspectos fundamentales serían formas diferentes de organizar el trabajo y la atribución de un distinto papel a la actividad del niño. En esta línea se está trabajando en diversos países del mundo y parece el único camino por el que puede contríbuirse a salir de la tan traída y llevada crisis de la institución escolar.

Los Programas Renovados

Frente a toda esta problemática, la Dirección General de EB anuncia a bombo y platillo unos Programas Renovados cuya novedad fundamental es, por un lado, una nueva división en tres cielos -que nadie ha aclarado cómo se puede aplicar-, y por otro, una lista de contenidos ("niveles básicos de referencia") que, frente a los anteriores, tienen un carácter obligatorio. En efecto, desde 1970 existían unas orientaciones pedagógicas, que no eran más que eso y que el profesor podía seguir o modificar de acuerdo con sus conocimientos y con la situación social o las características de sus alumnos. Los contenidos actuales son obligatorios y su única función parece ser la de homogeneizar lo que los escolares van a aprender en todos los lugares de nuestro país, al menos en teoría.

Juan Delval es profesor de Psicología Evolutiva y director del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid.

Renovar para que todo siga igual

Los Programas Renovados comienzan señalando, acertadamente, algunas de las causas de la penosa situación actual: abuso de los textos y de las fichas, deficiencias en el perfeccionamiento del profesorado, etcétera, y contienen luego una serie de buenos propósitos sobre cómo debería ser la enseñanza, referencias al desarrollo psicológico del niño, al desarrollo de las ciencias, a la interdisciplinariedad, etcétera. Tras ello vienen propiamente los programas, que son listas de objetivos acompañadas de actividades para alcanzarlos. Esta parte, que es la fundamental, no puede ser más pobre. Objetivos y actividades se confunden: los objetivos tienen niveles de generalidad muy distintos y la adecuación de muchos de ellos puede resultar dudosa. Pero lo más grave es que los Programas Renovados carecen de toda estructura. No existe una coordinación entre unos niveles y otros ni, dentro de cada nivel, entre las distintas áreas o zonas del saber, matemáticas, lenguaje, etcétera.La publicación de estos Programas Renovados hacía concebir la esperanza de que la Dirección General iba a emprender la tarea de renovar la EGB. Pero si los comparamos con las orientaciones de 1970 resulta difícil encontrar en ellos algún progreso. El hecho de que sólo sean listas de objetivos expresa, por encima de los buenos propósitos que nadie pone en duda, una concepción de la educación que no ha cambiado. Los Programas Renovados son listas de cosas que hay que aprender y reflejan, por tanto, una concepción enciclopédica y puramente repetitiva del saber que hoy está en crisis. Sin entrar en otros muchos aspectos discutibles de estos programas, está claro que lo único que se puede conseguir con ellos es que todos los niños estudien lo mismo, pero no que aprendan más ni que mejore su aprendizaje. En la realización de estos programas la Dirección General de EB no parece haber tenido en cuenta el abundante trabajo que sobre estos temas se ha realizado en el mundo en los últimos veinticinco años y se ha limitado a hacer una labor artesanal, pobre e inspirada de hecho en unas ideas pedagógicas que hoy, afortunadamente, están en vías de ser abandonadas en la mayor parte de los países. No se puede poner en duda ni la buena voluntad ni los buenos deseos con que la tarea se ha realizado, pero lo que sí está clara es la falta de preparación de los técnicos de la DGEB que la han tenido a su cargo.

Hacer unos buenos programas, y cambiar la EGB, es una tarea difícil y que requiere la cooperación de mucha gente, pero es una labor apasionante que vale la nena hacer bien. Lo que el Ministerio de Educación y' Ciencia debiera hacer, sin perder más tiempo, es poner los medios y las condiciones para que se empiece a trabajar seria y concienzudamente de tal forma que los próximos programas no tengan los defectos de los que ahora se proponen y puedan contribuir a mejorar la situación de nuestro nivel más importante de la educación.

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