Estrictas medidas de seguridad en la residencia veraniega del Papa Juan Pablo II

Las casi treinta hectáreas de la residencia veraniega del Papa en Castelgandolfo, donde Juan Pablo II convalece desde el domingo, están sometidas a medidas de seguridad nunca vistas. "Hasta me da miedo rezar el breviario en el jardín", comenta un anciano prelado, temeroso de los perros-policía que recorren el lugar día y noche.Desde el atentado del 13 de mayo, la policía italiana, responsable de la seguridad del Pontífice tanto en Castelgandolfo como en la plaza de San Pedro, se ha tomado al pie de la letra los tratados vigentes entre los Estados vaticano e Italiano, habitualmente inobservados...

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Las casi treinta hectáreas de la residencia veraniega del Papa en Castelgandolfo, donde Juan Pablo II convalece desde el domingo, están sometidas a medidas de seguridad nunca vistas. "Hasta me da miedo rezar el breviario en el jardín", comenta un anciano prelado, temeroso de los perros-policía que recorren el lugar día y noche.Desde el atentado del 13 de mayo, la policía italiana, responsable de la seguridad del Pontífice tanto en Castelgandolfo como en la plaza de San Pedro, se ha tomado al pie de la letra los tratados vigentes entre los Estados vaticano e Italiano, habitualmente inobservados en materia de seguridad.

En la periferia de la residencia papal ha sido instalado un cordón de seguridad formidable. La vegetación que cubría los muros de la villa ha sido destruída, con potentes focos en el perímetro de la residencia. Han sido iluminadas las zonas en sombra. Agentes de la seguridad cubren los tres accesos principales para impedir el paso a cualquier extraño

Los tres accesos principales al complejo de verano papal están vigilados por agentes de policía, de uniforme o de paisano, quienes controlan incluso a las personas que pasan por las proximidades. Entre otras medidas, se practica una identificación estricta de todos aquellos que el domingo a mediodía pueden acceder al patio principal del palacio para asistir al Angelus.

En las carreteras que llevan a Castelgandolfo y en las calles de la localidad veraniega hay doce coches policiales que circulan día y noche, con la misión de controlar a toda persona o vehículo que infunda sospechas.

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