Desacuerdo occidental sobre política monetaria

Países europeos occidentales y Estados Unidos no llegaron a ponerse de acuerdo sobre política monetaria, después de una reunión celebrada en París.

Al clausurarse las sesiones de trabajo de uno de los doscientos comités técnicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se constató que «persisten divergencias» entre las propuestas norteamericanas y la europea sobre el tema monetario.

El delegado norteamericano en la reunión, Beryl Sprinckel, confirmó que su país «no piensa intervenir, salvo raras excepciones», para sostener en el exterior al dól...

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Países europeos occidentales y Estados Unidos no llegaron a ponerse de acuerdo sobre política monetaria, después de una reunión celebrada en París.

Al clausurarse las sesiones de trabajo de uno de los doscientos comités técnicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se constató que «persisten divergencias» entre las propuestas norteamericanas y la europea sobre el tema monetario.

El delegado norteamericano en la reunión, Beryl Sprinckel, confirmó que su país «no piensa intervenir, salvo raras excepciones», para sostener en el exterior al dólar o equilibrar sus cotizaciones.

El norteamericano Sprinckel pretextó que el Gobierno de Washington no puede observar una política monetaria contradictoria en el exterior, cuando para la economía interna «prevalece la no intervención».

Según los especialistas, Europa occidental quiso expresar sus quejas por las oscilaciones del dólar, que repercuten en el Sistema Monetario Europeo.

Además de no coincidir en la política monetaria, europeos y norteamericanos tampoco se ponen de acuerdo sobre la evolución de la economía mundial.

Para los países occidentales de Europa, la situación es preocupante, y así quisieron reiterarlo al presentar un informe que, según trascendió, fue pesimista.

Al contrario, recordó ayer la Prensa francesa, las autoridades norteamericanas dan a entender por repetidas declaraciones precedentes que la situación «no es tan negra».

La preocupación de los europeos se funda en que las repercusiones que tiene y tendrá el alza del precio del petróleo importado recaerá sobre la balanza de cuentas corrientes de los veinticuatro países miembros de la OCDE, entre los que figura España.

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