Sepelio de las víctimas de los GRAPO

Los restos mortales del general González de Suso recibieron máximos honores militares

El cadáver del general Andrés González de Suso y Fernández de Matauco, asesinado en la mañana del lunes, en Madrid, por un comando de los GRAPO, recibió ayer los máximos honores militares ante el cuartel general del Ejército, tras una misa de corpore insepulto oficiada en el patio de armas del citado recinto, a la que asistieron el ministro de Defensa y la Junta de Jefes de Estado Mayor en pleno. Sobre el féretro cubierto con la bandera española fue prendida la gran cruz al mérito militar con distintivo blanco, concedida a título póstumo por el rey Juan Carlos.

Hora y media antes, la an...

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El cadáver del general Andrés González de Suso y Fernández de Matauco, asesinado en la mañana del lunes, en Madrid, por un comando de los GRAPO, recibió ayer los máximos honores militares ante el cuartel general del Ejército, tras una misa de corpore insepulto oficiada en el patio de armas del citado recinto, a la que asistieron el ministro de Defensa y la Junta de Jefes de Estado Mayor en pleno. Sobre el féretro cubierto con la bandera española fue prendida la gran cruz al mérito militar con distintivo blanco, concedida a título póstumo por el rey Juan Carlos.

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Hora y media antes, la anterior ceremonia religiosa dio comienzo a las once de la mañana, fue oficiado en la parroquia del Santo Angel, de la Policía Nacional, un funeral por el cabo de este cuerpo, Ignacio García, muerto en el curso de un enfrentamiento con los terroristas que asesinaron al general González de Suso.La misa de corpore insepulto por el general Andrés González de Suso fue oficiada por el vicario general castrense, Emilio Benavent. L, capilla ardiente fue instalada en el Palacio de Buenavista, sede del citado cuartel, poco después de las 9.30 horas. Los restos mortales del general asesinado procedían del hospital militar Gómez Ulla.

El féretro con los restos mortales del general González de Suso fue transportado desde la capilla ardiente al lugar donde se ofició el funeral, a hombros de ocho generales, todos ellos compañeros de promoción del fallecido. Una compañía de la agrupación de tropas del cuartel general presentó armas al paso del féretro mientras la banda de música interpretaba la Marcha de infantes.

La ceremonia religiosa se inició momentos después. A un lado del altar, donde había sido colocado el féretro envuelto en la bandera de España, se encontraba el jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Gabeiras. Junto a él se hallaban el resto de los componentes de la Junta de Jefes de Estado Mayor; el ministro de Defensa, Alberto Oliart, y sus antecesores en el cargo, el teniente general Gutiérrez Mellado y Agustín Rodríguez Sahagún, con quienes había colaborado el general fallecido cuando ejercía la dirección de la Oficina de Información, Difusión y Relaciones Públicas del Ministerio de Defensa.

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En otro lado del altar se encontraban los familiares del militar asesinado, entre ellos su viuda, una hija y un primo sacerdote marianista que es párroco de una iglesia de Madrid. La segunda hija del general González de Suso llegó a mitad de la ceremonia, ya que procedía de Venezuela, donde reside. Ambas hermanas se abrazaron durante largo rato, en medio de un clima de gran dolor.

Una vez que el féretro fue sacado del recinto del patio de armas, se procedió a abandonar el Cuartel General, en el que se habían dado cita alrededor de mil personas, la mayoría miembros de las Fuerzas Armadas.

Fernando Pardo de Santayana dialoga con EL PAIS

Entonces, el teniente coronel Fernando Pardo de Santayana se acercó al director de EL PAIS, que había asistido a la capilla ardiente y a la misa con el consejero delegado de la empresa editora, Jesús de Polanco, y Miguel Angel Aguilar, cronista político del diario. Los tres estaban acompañados por el jefe de la oficina de Prensa, teniente coronel Monzón, sucesor en el puesto del asesinado general González de Suso.

Pardo de Santayana mencionó la referencia que hizo a su nombre la edición de EL PAIS correspondiente al 1 de mayo, y desmintió en su nombre y en el de sus hermanos, también jefes del Ejército, cualquier relación con los golpistas, y negó haber asistido a la reunión que en las declaraciones sumariales filtradas Tejero le atribuye.

El teniente coronel señaló el perjuicio que esa mención podía inferirle y añadió que en su sentido del honor estaba dar siempre la cara. El director de EL PAIS explicó la distancia del periódico respecto a esa información -que reproduce declaraciones de Tejero- y ofreció. sus páginas para darle la satisfacción de la réplica. Un apretón de manos, precedido del saludo militar, cerró una conversación breve y emocionada.

Los alrededores del Cuartel General del Ejército estuvieron custodiados desde horas antes del inicio de la ceremonia religiosa por efectivos de la Policía Nacional. Las calles próximas al lugar fueron cortadas al tráfico, en previsión de posibles altercados de miembros de extrema derecha. La policía no pudo evitar, sin embargo, la presencia, a unos doscientos metros del Cuartel General, de pequeños grupos ultras, que profirieron gritos de «¡Tejero, libertad!», «¡Gobierno, dimisión!», «¡Policías, sí; mercenarios, no!», así como insultos al teniente general José Gabeiras.

Funeral por el policía nacional

El funeral por el cabo de la Policía Nacional Ignacio García, muerto en un tiroteo con los terroristas que asesinaron al general González de Suso, se celebró a las 9.30 horas en la parroquia del Santo Angel, de la Policía Nacional. A la ceremonia asistieron el ministro del Interior, Juan José Rosón; el general inspector de la Policía Nacional, general Sáenz de Santamaría, así como las primeras autoridades del Ministerio del Interior y una amplia representación de la Dirección de la Guardia Civil.

El féretro fue colocado en el interior del templo, entre cuatro candelabros, sobre un túmulo. Junto al cadáver se situaron las autoridades antes citadas y los familiares de la víctima, entre los que se encontraban la viuda y el padre de la víctima. Miembros de las Fuerzas de Orden Público formaban una guardia de honor junto al féretro.

La ceremonia religiosa fue concelebrada por cinco sacerdotes, y en la homilía uno de los oficiantes recordó al fallecido con estas palabras: «La fe no nos quita la pena, pero mitiga el dolor, y quien tiene fe sabe que todo no acaba con la muerte. Ignacio ha muerto, pero su alma vive y su sacrificio no puede quedar estéril».

Al término del funeral, el féretro fue trasladado a Avila.

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