Los bancos pretenden cobrar sus servicios tras la reordenación del sistema financiero

La banca española parece al fin decidida a cobrar sus servicios. Lo que suponía una auténtica revolución en el sector, según sus clásicos, y a lo que se habían opuesto sistemáticamente, a pesar de que en sus declaraciones públicas lo ocultaran, parece que será una realidad en fecha próxima. El arriesgado plan de ordenación del sistema financiero español, que se inició el pasado mes de septiembre con cuatro decretos que modificaban sustancialmente la operativa en las bolsas, ha sido el culpable. Su colofón, por el momento, es la circular número 13/81 del Banco de España, en la que se definen lo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La banca española parece al fin decidida a cobrar sus servicios. Lo que suponía una auténtica revolución en el sector, según sus clásicos, y a lo que se habían opuesto sistemáticamente, a pesar de que en sus declaraciones públicas lo ocultaran, parece que será una realidad en fecha próxima. El arriesgado plan de ordenación del sistema financiero español, que se inició el pasado mes de septiembre con cuatro decretos que modificaban sustancialmente la operativa en las bolsas, ha sido el culpable. Su colofón, por el momento, es la circular número 13/81 del Banco de España, en la que se definen los criterios para los que va a ser casi un nuevo modelo de banca.

Más información

Las novedades introducidas vienen casi siempre dadas en base a una más estricta reglamentación de las prácticas viciosas que constituían las principales fuentes de ingresos del sector. Con todo, la rapidez con la que se han ido produciendo las distintas medidas ha si do la circunstancia que en mayor grado ha contribuido a la aceptación de las innovaciones.El cobro de los servicios bancarios es una práctica común en casi todos los países del mundo occidental. Viene a responder a la necesidad de repercutir en los clientes los crecientes gastos administrativos que la gestión de las operaciones financieras genera. No obstante, en nuestro país el sector se había mostrado siempre reacio a su planteamiento. Los argumentos que esgrimen medios del sector son los de que sus clientes no lo aceptarán y que las empresas españolas no están preparadas para soportar los mayores costes que ello les originará.

Ha bastado que una simple norma con rango de orden ministerial, la de Economía del 17 de enero pasado, estableciese la obligatoriedad de fijar tipos preferentes en las operaciones de activo bancarias y variase el mecanismo de las operaciones de descuento de papel comercial, transformando el esquema de tipos de interés bajos y prefijados, con comisiones libres, en otro, radicalmente opuesto, donde los tipos de interés son libres pero conocidos y las comisiones tienen unos máximos, para que los más conspicuos representantes del sector se decidieran a acometer una empresa que habían estado congelando durante años: el cobro de los servicios, manifestaron a EL PAÍS fuentes bancarias.

Viejas reticencias de la banca

Pero no sólo ha sido el nuevo sistema de tratamiento de las operaciones de descuento de papel, con su negocio tradicional, lo que ha hecho a la banca reconsiderar sus viejas reticencias, ante el temor de que sus cuentas de resultados se viesen afectadas por el menor juego que indiscutiblemente darán los tipos preferenciales que las comisiones libres. También ha tenido que ver la estricta normativa sobre valoración de operaciones -a los cargos se les dará el valor del día en que se produzcan y a los abonos el del día siguiente, procurando que las fechas de las contrapartidas se correspondan- y la supresión de los mercados secundarios ficticios de certificados de depósito, una de las armas más ágiles de la banca mediana y pequeña para captar pasivo en momentos de dificultad.

Criterios contables

Estas novedades, más las comprendidas en la circular 199/80 del banco emisor, en la que se fijaban unos criterios bastante estrictos en cuanto a la forma de contabilizar las operaciones, han supuesto el mayor revulsivo para el sector, según medios próximos a éste, desde que en el año 1974 fue autorizada la creación de nuevos bancos, rompiendo así el tradicional status quo de las épocas imperiales.Los criterios en el sector distan mucho de ser unánimes, pero al final se conseguirá el acuerdo. Casi todas las opiniones coinciden en calificar la actuación de la Administración de contradictoria, por cuanto, por una parte, se define de liberalizadora y, por otra, establece elementos de control mucho más rigurosos, intervencionistas para algunos. Los miembros más dinámicos de la comunidad bancaria no dejan de reconocer sus aspectos positivos. Aspectos que vienen dados por la superación de una etapa de prácticas escasamente ortodoxas que hacían muy difícil la homologación de la banca española con la de cualquier otro país desarrollado.

No obstante, incluso los más ponderados coinciden en señalar que el rápido ritmo con el que se han sucedido las nuevas normas va a crear no pocos problemas al sector.

Reuniones maratonianas de los ejecutivos bancarios

Las actuaciones defensivas ya han comenzado, y los ejecutivos bancarios han tenido un par de semanas de reuniones maratonianas para tratar de calibrar lo que se les venía encima.Las primeras estrategias parecen ya a punto. Ahí está el proyecto de tarifas por servicios que se incluye en la información. También se ha estudiado, según ha podido saber EL PAÍS, el sistema para que el modelo de comisiones máximas con tipos de interés libres no supongan graves diferencias entre las distintas entidades, estableciéndose incluso alguna estrategia concreta, como sería la de que la banca mediana pudiese realizar sus operaciones a un tipo de interés medio punto más favorable para sus clientes que la grande, y a la pequeña se le permitiría que este diferencial alcanzase el punto. Otro dato significativo son las conversaciones para fijar los tipos de las operaciones de pasivo, extremo al que no obliga ninguna norma. En la mente de los representantes del sector está aún fresco el recuerdo de la llamada guerra de los tipos de interés, que vino a encarecer considerablemente el precio de los depósitos, y que generaron las entidades que se encontraban en apuros.

Archivado En