Cartas al director

Dictadura china

La historia contada por el profesor Lu Hui Kang, publicada en EL PAÍS del 3 de enero de 1981, es digna de compasión. El sufrimiento personal suyo, comparando con la total dimensión del acontecimiento, no deja de ser anecdótico, y su forma de contárlo, simplemente, una panfletada de la versión oficial del régimen comunista tristemente establecido en el continente chino. El quid de la cuestión no está en la banda de los cuatro o de los 4.000 mandarines rojos, sino en su propio caldo de cultivo, o sea, en el régimen llamado dicta dura del proletariado comunista. ¿Acaso esta dictadur...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La historia contada por el profesor Lu Hui Kang, publicada en EL PAÍS del 3 de enero de 1981, es digna de compasión. El sufrimiento personal suyo, comparando con la total dimensión del acontecimiento, no deja de ser anecdótico, y su forma de contárlo, simplemente, una panfletada de la versión oficial del régimen comunista tristemente establecido en el continente chino. El quid de la cuestión no está en la banda de los cuatro o de los 4.000 mandarines rojos, sino en su propio caldo de cultivo, o sea, en el régimen llamado dicta dura del proletariado comunista. ¿Acaso esta dictadura es mejor que las de Hitler, Pinochet, Breznev o o Amin? Los gusanos sólo se producen y reproducen en el excremento putrefacto. Si no se cambia de régimen, habrá más bandas, bandillas y bandoleros. ¿Y el mundo libre ha emitido alguna vez un juicio justo, sobre las atrocidades cometidas por estas dictaduras comunistas en Hungría, Checoslovaquia y Afganistán, etcétera? Como ha dicho muy bien el editorial del 18 de noviembre de 1980:.«Es difícil comprender cómo los principales fiscales mundiales de las violaciones de los derechos humanos apartan cuidadosamente el nombre de China de sus actas». Realmente es incomprensible. /

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En