Cartas al director

Nostalgia y fascismo

Escribo esta carta cuando aún no sé lo que ocurrió el 23 de noviembre, día de los fascistas españoles. Pero sí sé lo qué ocurrió el 20-N.Cualquier persona que no conozca la realidad política de este país pensaría que era la fiesta nacional española: la ciudad llena de banderas nacionales, gritos de «¡España, España!»; en definitiva, el día de «todos los españoles». Pero, la realidad es, por desgracia, bien diferente. Sólo es el día de los nostálgicos, los fascistas y ultras en general.

Lo peor de todo es que, mientras paseaba por la Castellana madrileña, me sentía con miedo. Un miedo pr...

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Escribo esta carta cuando aún no sé lo que ocurrió el 23 de noviembre, día de los fascistas españoles. Pero sí sé lo qué ocurrió el 20-N.Cualquier persona que no conozca la realidad política de este país pensaría que era la fiesta nacional española: la ciudad llena de banderas nacionales, gritos de «¡España, España!»; en definitiva, el día de «todos los españoles». Pero, la realidad es, por desgracia, bien diferente. Sólo es el día de los nostálgicos, los fascistas y ultras en general.

Lo peor de todo es que, mientras paseaba por la Castellana madrileña, me sentía con miedo. Un miedo profundo por no saber lo que en cualquier momento podría pasamos a mí y a mi mujer, que paseaba conmigo. Un miedo penetrante y corrosivo que me hacía sentirme cobarde, oprimido, maltratado en mi propio país. Y con la bandera. Una enseña que a los últimos a los que pertenece es a los fascistas, porque esa es la bandera nacional; esto es, la de los españoles, y ellos han demostrado continuamente que no lo son. Porque el pueblo español ha decidido y sigue manifestando que quiere vivir en paz y libertad, y todos sabemos la libertad que habría en España si estos indeseables gobernaran.

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Nunca he visto que los rojos te hagan cantar el Cara al Sol de la izquierda, aunque me sé, y me gusta, La Internacional; sí he visto, por el contrario, el pasado 20-N, cómo un grupo de chavales de unos dieciséis años amenazaban a mi mujer y a mí con cadenas y barras para que cantásemos algo que odiamos, y lo odiamos porque nos obligan a usarlo y no queremos.

Si el Rey quiere seguir siendo de todos los españoles, que inste a su Gobierno a que estas cosas no ocurran, y que nadie utilice la bandera de todos para defenderse ellos contra la vida en libertad de todos. /

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