La calina mantiene bajo una temperatura agobiante a toda España

La posibilidad de que el calor desate en las próximas horas alguna tormenta en las zonas del interior es, por ahora, prácticamente la única esperanza de que se alivie la agobiante calina que desde hace dos días -tres ya en el Sur- ha convertido en un horno a la práctica totalidad de España. La calima o calina -los meteorólogos prefieren la primera palabra- es una acumulación de polvo en suspensión en la atmósfera que, unida a la inversión térmica y la falta de viento, mantiene a altas temperaturas el ambiente. El calor ha producido ya un muerto en Socuéllamos (Ciudad Real).

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La posibilidad de que el calor desate en las próximas horas alguna tormenta en las zonas del interior es, por ahora, prácticamente la única esperanza de que se alivie la agobiante calina que desde hace dos días -tres ya en el Sur- ha convertido en un horno a la práctica totalidad de España. La calima o calina -los meteorólogos prefieren la primera palabra- es una acumulación de polvo en suspensión en la atmósfera que, unida a la inversión térmica y la falta de viento, mantiene a altas temperaturas el ambiente. El calor ha producido ya un muerto en Socuéllamos (Ciudad Real).

Este fenómeno es muy conocido en las islas Canarias, donde cuando sopla el viento del desierto el cielo se cubre de una neblina rojiza, formada por arena sahariana en suspensión, que puede convertir en lluvia de barro las precipitaciones. Es menos frecuente en las zonas del sur y sureste de la Península, pero muy raro en la meseta ibérica. Sin embargo, ayer prácticamente toda España estaba bajo sus efectos. Incluso Pamplona estaba cubierta por la neblina, y en la noche del jueves ésta había llegado hasta Oviedo, en la costa cantábrica. Unicamente Galicia y Cataluña parecen librarse del bochorno.El fenómeno de la calina se debe a una enorme saturación de humedad en las capas altas de la atmósfera, entre 5.000 y 7.000 metros, que materialmente empapa el polvo en suspensión y lo retiene flotando en la atmósfera. Entonces, el aire se convierte en una capa que impide la difusión del calor, con lo que sube anormalmente la temperatura, que se hace menos soportable aún por la humedad.

La tremenda humedad obedece a dos causas principales. La primera es la persistente llegada de vientos del Mediterráneo, que se cargan de humedad al pasar por el mar recalentado. Al mismo tiempo hay que hacer notar que la calina empezó a formarse después de unos días de fuertes tormentas. El agua que dejaron éstas en el suelo se evaporó al despejarse después el cielo y recibir el fuerte calor de los rayos del sol.

En esta situación, una enorme gorra de polvo cubre el cielo. Entre los técnicos, sin embargo, hay disparidad de criterios acerca del origen de esas partículas sólidas. En un principio se dijo que procedían de la arena del Sahara, levantada por el viento y transportada hacia el Norte.

Sin embargo, ayer se puso en duda este origen, ya que la calina que podríamos llamar sahariana tiene un color rojizo, mientras en esta ocasión en la mayoría de los sitios el aspecto del cielo es de un blanco luminoso. Esto inclina a pensar que se trata de polvo levantado por el viento en las zonas del sur y sureste de España, donde días pasados soplaron fuertes rachas, e incluso en las mismas zonas donde se produce el fenómeno, ya que la humedad, al ascender del suelo, puede arrastrar hacia arriba el polvo acumulado en la superficie por la sequedad del suelo. No obstante, en algunas zonas, sobre todo del Sur, el color del cielo era rojizo, lo que hace suponer que allí se trataba de arena sahariana.

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Ausencia casi total de viento

La situación se mantiene estacionaria por la existencia de calma chicha, esto es, ausencia casi total de viento, que afecta incluso a las capas altas de la atmósfera. Ayer, a 5.000 metros de altura, los vientos registraban solamente velocidades de cuatro o cinco nudos (millas por hora), mientras en la superficie oscilaban entre cero y dos o tres kilómetros por hora, es decir, prácticamente nada.

En estas condiciones, la península entera padece una ola de calor como no se conocía hace años, ya que hasta la costa cantábrica mantiene temperaturas por encima de treinta grados centígrados. La calina ha dado de lleno también en la meseta norte. En Motril, en la costa de Granada, a las siete de la madrugada del miércoles se registraron temperaturas de 36 grados, informa nuestro corresponsal en Granada, Eduardo Castro. En Almería, los agricultores y empresarios turísticos recuerdan con preocupación la tormenta de polvo sahariano que hace dos veranos oscureció el sur de la provincia en pleno mediodía como si el sol se hubiera eclipsado. El tremendo calor quemó entonces más del 80% de la cosecha de uva de mesa, un producto vital para la economía almeriense.

El calor agobiante parece haberse cobrado ya la primera víctima. Ayer, las agencias de prensa informaron que en Socuéllamos, provincia de Ciudad Real, un trabajador, de nombre Alfredo Hernández, murió asfixiado por el calor reinante y el que desprendía la chapa que estaba soldando, en unos depósitos en construcción de la cooperativa vinícola Santísimo Cristo de la Vega.

En cualquier caso, sobre todo en las zonas del Sur, el calor es desesperante. En Andalucía prácticamente no se puede dormir, porque las temperaturas no bajan por la noche a niveles soportables, mientras que por el día son absolutamente fuera de lo normal. Según nuestra corresponsal en Sevilla, Pilar del Río, el jueves se registraron en Ecija, la sartén de Andalucía, 43 grados.

Las posibilidades de que cambie el tiempo hoy no son muy optimistas, aunque se espera que una borrasca cercana a Galicia afecte al menos al cuadrante noroeste de la Península y aligere indirectamente en otras zonas. También cabe la esperanza de que se formen tormentas, pues la calina no impide el paso de los rayos de sol, sino que sólo los difumina. Además, los rayos infrarrojos, causantes del calor, tienen más poder de penetración.

Las tormentas, además del refresco que supone la lluvia, provoca localmente vientos que refrescan y despejan el ambiente. Al mismo tiempo, el agua que cae arrastra consigo el polvo en suspensión. De todas formas, los vientos predominantes en la zona centro serán hoy todavía del sureste.

No ofrece riesgos

«La calina, partículas de polvo suspendidas en la atmósfera, no ofrece ningún riesgo de peligrosidad salúbrica para los habitantes madrileños, que están soportando durante estos días esta pequeña plaga, ni es probable que se superen los límites de tolerancia admitidos en Sanidad, según manifestó a este periódico Luis Cañada, subdirector general de Programas de Salud del Ministerio de Sanidad.

Las partículas en suspensión no superan los 250 miligramos por metro cúbico y el grado higroscópico (humedad del aire) es del 50%, cifras que, según el citado especialista, no llegan a alcanzar cotas de peligrosidad.

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