Tribuna:SPLEEN DE MADRID

El nuevo periodismo

Pues claro que ha habido y hay en España un nuevo periodismo, un new journalisme, lo que ustedes quieran, sólo que la fórmula ha sido nuestra, personal, como siempre: nuevo periodismo, en España, es igual a periodismo de toda la vida más libertad.Antes de la libertad, en el antiguo régimen, hacían nuevo periodismo, de pronto, hacia la mitad de los sesenta, Vázquez-Montalbán, Moix, Sagarra (ahora, a lo que escribe, el resentimiento lo llama «la parida luminosa», Raúl del Pozo y quizá uno mismo). El nuevo periodismo, con el franquismo, consistía en dar subjetividad po...

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Pues claro que ha habido y hay en España un nuevo periodismo, un new journalisme, lo que ustedes quieran, sólo que la fórmula ha sido nuestra, personal, como siempre: nuevo periodismo, en España, es igual a periodismo de toda la vida más libertad.Antes de la libertad, en el antiguo régimen, hacían nuevo periodismo, de pronto, hacia la mitad de los sesenta, Vázquez-Montalbán, Moix, Sagarra (ahora, a lo que escribe, el resentimiento lo llama «la parida luminosa», Raúl del Pozo y quizá uno mismo). El nuevo periodismo, con el franquismo, consistía en dar subjetividad por libertad, ya que libertad no había. La subjetividad es siempre un reducto último, peligroso y sospechoso de la libertad. Todavía funcionaba, de una parte, el periodismo inmutable de los 40/40, lo que Adorno llamó «la jerga como ideología». Y, por otra parte, la influencia cibernética americana, entendida a su manera por la folklórica Escuela de Periodismo madrileña, un invento que consistía y consiste en dar impersonalidad como infalibilidad. El Estado, la Iglesia y la Prensa parecen o parecían siempre infalibles, pero sólo eran impersoñales. Fue el tiempo glorioso y aburrido de los informes colectivos, los expedientes generales, los estudios sin firma y la prosa dé computadora. Números cantan. Mentira. Números mienten.

El Estado, los papas y los editorialistas de porcelana han dicho siempre solemnes obviedades: que gane el mejor y cosas así. El Papa habla de nos, con lo que se impersonaliza. El nos del Papa, que al mismo tiempo le autosacraliza, corresponde a la máscara quieta del mago en el clan. Los Estados modernos han encontrado su nos cibernético, su máscara de imperturbabilidad/objetividad en la televisión. Cuando matamos al difunto de muerte natural, todo aquel nuevo periodismo que bullía por imperativo nacional y por influencia internacional (también en Manhattan se habían encampanado), prolifera en EL PAIS, Interviú, Posible, Doblón y tantos periódicos y revistas que nacen y mueren. El nuevo periodismo consiste, sencillamente, en vender libertad.La libertad vende, y este periódicono es sino un dato más al respecto, quizá el más contumaz. Con los nombres que he dado antes, se arraciman otros: Rosa Montero, Cebrián, Julio César Iglesias, Ricardo Cid, Víctor Márquez, Carmen Rigalt, Julia (Fernández) Argüelles/lugar sin límites, Marisa Ares, la Yagüe, tantas y tantos. Según Tom Wolfe, los padres procesales del rollo y todo eso, el nuevo periodismo, ante todo, consiste en adoptar el punto de vista del propio reportero / columnista/ lo-que-sea o el punto de vista del protagonista o víctima de la noticia. En todo caso, fuera con la ausencia de punto de vista, con la falacia de la imparcialidad que, en lugar de periodismo revolucionario ha dado periodismo moderno, en el mundo, y lo moderno, sin un gramo de locura y revolución, no es más que modernoso.

Está claro que en muchas publicaciones españolas se juega ya a eso. Quizá no parece tan claro en este periódico de don Miguel Yuste, por su fachada marmórea, incorpórea, hiperbórea: pues bien, si ustedes miran despacio, encontrarán que la mayoría de los reportajes y entrevistas, de Rosa para abajo, están escritos jugando los puntos de vista de los personajes de la noticia, como narraciones cortas, qué lejos de la prosa Cifra. En cuantoa los neocolumnistas, llevamos diez o quince años (de neos, nada) vendiendo, no ya el punto de vista personal, sino el estilo y la experiencia personales, que en Vázquez es gastronómico/marxista; en Haro, ironicopesimista; en Alvarez-Solís, marxista de los otros Marx, aquellos que eran muchos; en Juan Cruz o Harguindey, directo, detonante y anglosajonizante. Pero el nuevo periodismo se paga -aquí se paga todo- con cárcel, procesos, multas y cosas. Quieren que volvamos al estilo Cifra. Pero moriremos estilistas.

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