La CEE no cree que España pueda retirar la solicitud de adhesión

La Comunidad Económica Europea no presta gran credibilidad a las declaraciones formuladas por «una personalidad próxima al ministro español encargado de las Relaciones con el Mercado Común» al diario de Bruselas La libre Belgique; según las cuales, España podría renunciar a la demanda de adhesión si las negociaciones permanecen bloqueadas.La propia misión de España ante la CEE se apresuró a declarar que ésa no era la posición ni del ministro Calvo Sotelo ni la del Gobierno de Madrid.

El sentimiento más extendido en la capital belga es que, efectivamente, un capítulo. importante d...

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La Comunidad Económica Europea no presta gran credibilidad a las declaraciones formuladas por «una personalidad próxima al ministro español encargado de las Relaciones con el Mercado Común» al diario de Bruselas La libre Belgique; según las cuales, España podría renunciar a la demanda de adhesión si las negociaciones permanecen bloqueadas.La propia misión de España ante la CEE se apresuró a declarar que ésa no era la posición ni del ministro Calvo Sotelo ni la del Gobierno de Madrid.

El sentimiento más extendido en la capital belga es que, efectivamente, un capítulo. importante de esas negociaciones está «congelado» y continuará así hasta que la« CEE logre un acuerdo satisfactorio para sus problemas internos. La declaración del Consejo de Ministros comunitario, dentro de su ambigüedad, permite pocas esperanzas. La única reside en que los trabajos de los nueve se realicen a suficiente velocidad como para que el retraso sea, al menos, soportable.

La posibilidad de que el Gobierno Suárez -que, según afirma Leopoldo Calvo Sotelo, no está dispuesto a negociar con condiciones previas- retire la demanda de adhesión es, sin embargo, poco creíble en medios comunitarios.

El acuerdo preferencial que regula las relaciones España-CEE en la actualidad ofrece en los últimos años un saldo positivo para nuestro país. La Comunidad Económica Europea ha intentado en repetidas ocasiones modificarlos y sólo la condición de España como país candidato a la adhesión lo ha impedido. Si el Gobierno Suárez retirara un día la solicitud de ingreso, la CEE exigiría inmediatamente la revisión del acuerdo de 1970 y, lógicamente, cabría esperar un empeoramiento de las actuales condiciones.

España, por otra parte, sigue necesitando el acuerdo pesquero que permite faenar a nuestros barcos en aguas comunitarias, cierto que el número de licencias y el volumen de capturas concedidas disminuye de año en año -el próximo, probablemente, también-, pero si España no fuera país candidato a la adhesión, los recortes podrían ser aún mayores.

Habilidad negociadora y capacidad de presión en París son las dos virtudes que la Comisión Europea desearía ver progresar en Madrid. Sin las dos, inteligentemente jugadas, el proceso de integración de España al Mercado Común puede prolongarse aún más de lo que temen los pesimistas. Si el desarrollo de las conversaciones, a partir de septiembre próximo, confirma el parón, no habrá que achacarlo sólo a la maldad de los nueve. El Gobierno español -los, ministerios de Asuntos Exteriores y de Relaciones con las Comunidades Europeas, conjuntamente- tiene una gran labor que hacer por delante.

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