El 23% de los adultos portugueses son analfabetos

Veintitrés de cada cien portugueses mayores de catorce años no saben leer ni escribir. Este número, más elocuente que cualquier informe, acerca del camino que Portugal debe aún andar para aproximarse a sus futuros asociados en el Mercado Común es el resultado de una investigación realizada en 1979 por la Dirección General de la Enseñanza para Adultos, dependiente del Ministerio de Educación.

Hay un cierto progreso, pero no muy rápido, en relación a 1970, en que existían un 28,2% de analfabetos en este mismo sector de la población portuguesa, a condición de ponerse de acuerdo sobre l...

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Veintitrés de cada cien portugueses mayores de catorce años no saben leer ni escribir. Este número, más elocuente que cualquier informe, acerca del camino que Portugal debe aún andar para aproximarse a sus futuros asociados en el Mercado Común es el resultado de una investigación realizada en 1979 por la Dirección General de la Enseñanza para Adultos, dependiente del Ministerio de Educación.

Hay un cierto progreso, pero no muy rápido, en relación a 1970, en que existían un 28,2% de analfabetos en este mismo sector de la población portuguesa, a condición de ponerse de acuerdo sobre lo que se entiende como analfabetismo.

En efecto, a los veintitrés de cada cien portugueses que confiesan no saber leer ni escribir pueden añadirse otros ocho que no llegaron a frecuentar los tres primeros años de la enseñanza primaria.

Resumiendo: apenas un cuarto de la población portuguesa mayor de catorce años tiene actualmente estudios superiores a la enseñanza primaria, y en las zonas rurales, donde no existen incentivos culturales, una alfabetización reducida al estudio básico se traduce en pocos años en una regresión a un analfabetismo práctico. En el momento de su incorporación al servicio militar la mayor parte de los jóvenes que dejaron la escuela sabiendo leer y escribir se han olvidado de lo que aprendieron y deben ser instruidos de nuevo.

Los cursos de alfabetización para adultos, lanzados después del 25 de abril de 1974, han tenido escasos resultados. Sus potenciales alumnos invocan múltiples dificultades para no poder frecuentar las clases: falta de tiempo, cansancio después de la jornada de trabajo, problemas familiares (sobre todo para las mujeres).

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