Reportaje:

La radicalización del nacionalismo judío en Cisjordania puede llevar a Israel al umbral de una guerra civil

La situación creada en Cisjordania puede degenerar, según algunos observadores cualificados, en una guerra civil. Al hostigamiento de los comandos palestinos contra las fuerzas de ocupación israelíes y a los cada vez crecientes asaltos de la extrema derecha judía contra los dirigentes palestinos de Cisjordania hay que sumar la política de asentamientos preconizada por un influyente ala del poder desde Tel Aviv y una exaltación creciente del nacionalismo radical hebreo. La tolerancia de las autoridades hacia los extremistas, cuyo poder crece peligrosamente, deja en minoría a los que ven en una ...

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La situación creada en Cisjordania puede degenerar, según algunos observadores cualificados, en una guerra civil. Al hostigamiento de los comandos palestinos contra las fuerzas de ocupación israelíes y a los cada vez crecientes asaltos de la extrema derecha judía contra los dirigentes palestinos de Cisjordania hay que sumar la política de asentamientos preconizada por un influyente ala del poder desde Tel Aviv y una exaltación creciente del nacionalismo radical hebreo. La tolerancia de las autoridades hacia los extremistas, cuyo poder crece peligrosamente, deja en minoría a los que ven en una política moderada la salida de esta profunda crisis. Israel parece haber perdido el control no sólo de los palestinos de Cisjordania, sino también el de los judíos que la ocupan.

Pocos son los que creen que los autores de los atentados contra los alcaldes de la Cisjordania ocupada vayan a ser un día arrestados, ni siquiera perseguidos. ¿Por qué? la razón estriba en que diversas personalidades influyentes temen las conclusiones a que una investigación profunda pudiera llegar. El primer ministro, Begin; el jefe del Estado mayor, general Eytan (Rafoul); el general en la reserva y ministro de Agricultura, Arik Sharon, y otros dignatarios del régimen muestran su indignación porque una parte de la opinión pública sospecha aquí de los judíos. Ellos ridiculizan la idea de que Israel pueda verse enfrentado a una organización terrorista judía clandestina, surgida del movimiento Gush Emunim, o bien de otra organización, Kach, grupo terrorista israelí dirigido por el rabino Meir Kahana.Esta santa indignación, quizá sincera, produce un escaso efecto. «Les primeros indicios de la aparición de una organización judía clandestina, decidida a imponer su ley en los territorios ocupados, fueron descubiertos bastante antes de los atentados contra los alcaldes palestinos. Sin embargo, la reacción de las autoridades responsables ha sido lenta, demasiado vacilante». ¿Quién dice esto" ¿Un izquierdista peligroso, siempre Presto a atacar a Begin y a sus amigos del Gush Emunim? Nada más lejos de la verdad. Las acusaciones provierten de Zeev Shiff, uno de los comentaristas sobre temas militares de Israel mejor informados, y fueron publicadas en el influyente diario independiente Haaretz. «En algunos medios se afirma últimamente que Israel ha perdido el control sobre los árabes en los territorios ocupados», y añade Z. Shiff: «Este no es el caso; el verdadero peligro inmediato radica en que Israel está a punto de perder el control sobre los judíos de la zona », Constatación grave, si las hay. Diversos incidentes acaecidos recientemente hacen temer que las autoridades militares israelíes no sólo están desbordadas por las actividades ilegales de los colonos del Gush Emunim, sino que han decidido, en la medida de lo posible, desy lar la mirada.

En el momento en que cualquier pobllación judía es víctima de un atentado terrorista, en territorio ocupado, la reacción de las autoridades israelíes es inmediata: establecimiento del toque de queda y decenas o centenares de palestinos arrestados.

No obstante, a raíz de los atentados contra los alcaldes palestinos en Nablus, Ramallah y El Bireh no se impuso ningún toque de queda en ninguna de las colonias que el Gush Emunim ha implantado en la zona y ni un solo colono judío fue arrestado.

Los llamamientos del movimiento Paz Ahora, solicitando al Gobierno "desarmar urgentemente a los colonos del Gush Emunim para evitar nuevos atentados y un progresivo deterioro de la situación", han sido completamente ignorados por las autoridades israelíes.

Cuando se han producido detenciones de sospechosos judíos presuntamente vinculados a organizaciones extremistas, la policía se apresura a decir que los detenidos no pertenecen ni al Gush Emunim ni a la organización Kach. ¿Cómo puede la policía llegar tan rápidamente a esta conclusión? Difícil adivinar... «en base a las confesiones de los sospechosos», suele ser la respuesta oficial.

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Un modelo «argelino»

Sin embargo, varios expertos israelíes predicen que el exceso de tolerancia por parte del Gobierno con respecto a estos grupos armados corre el riesgo de llegar a una situación de guerra civil: primero, entre grupos armados judíos y palestinos en territorios ocupados; luego, entre los mismos judíos en Israel.

El doctor Ehoud Sprintzak (hijo del presidente del primer Parlamento israelí), sociólogo, profesor en la Universidad de Jerusalén, estima que la situación en Israel evoluciona hacia el «modeló argelino». Y esto, por diversas razones complementarias:

1. Lo que está en juego es un territorio, donde la población árabe -como antes en Argelia- pide la autodeterminación.

2. Para los colonos franceses, Argelia formaba parte de Francia, de igual forma que Normandía o Bretaña. De la misma forma, los colonos judíos están convencidos de que Nablus o Hebrón son tan judías (véase la Biblia) como Tel Aviv o Haifa.

3. Como anteriormente en Francia, hoy en Israel no existe ningún acuerdo nacional sobre este tema clave. Y las diferencias de opinión están tan radicalmente distanciadas, en un clima recalentado ideológicamente, que el curso de la vida política normal corre el riesgo de destruirse. Sobre todo, cuando los colonos del Gush Emunim y sus aliados en Israel, embuidos de su misión nacional y «divina» (la defensa sagrada de la tierra prometida por Dios al pueblo hebreo), se consideran por encima de la ley del Parlamento y del Gobierno israelíes cada vez que surge un conflicto entre estas leyes y su misión.

¿Está solo el doctor Ehoud Sprintzak al expresar sus temores, confiados al Jerusalem Post y a la telvisión, cuando afirma que toda indulgencia hoy día para con las organizaciones judías clandestinas desembocará mañana en una guerra civil? En absoluto. Sus temores son compartidos por el escritor y periodista Amós Eylon (Haaretz), Dan Rubinstein (Davar), Boaz Evron (Yedioth Aharonoth) y otros muchos comentaristas y periodistas israelíes conocidos.

¿No es esto una visión demasiado pesimista? Quizá. No obstante, la confluencia de una serie de factores desestabilizadores crean en el Israel de 1980 una situación propicia al estallido de enfrentamientos violentos entre fuerzas nacionalistas y moderadas, entre halcones y palomas, entre el Gush Emunim y Paz Ahora.

En principio, una gran parte del pueblo israelí se identifica con el Gush Emunim, porque encuentran en su nacionalismo puro y radical la exaltación y la gratificación indispensable frente a una opinión internacional cada vez más hostil y crítica para con Israel. La canción popular israelí El mundo entero está contra nosotros refleja el doloroso sentimiento de aislamiento que sufre un gran número de israelíes, heridos en su orgullo nacional. ¿Cómo se puede uno extrañar de que se sientan más tentados por la huida hacia adelante que representa la ideología y la práctica del Gush Emunin, más que por una reflexión crítica y racional, siempre más difícil que la inmersión colectiva en el nacionalismo redentor?

Por otra parte, está el creciente malestar hacia el Gobierna actual, cuya ineficacia, impotencia y querellas internas se reflejan en el conjunto de las instituciones democráticas de Israel, incluido el Knesseth, cada vez más desacreditado. Además, los israelíes sueñan con un hombre fuerte, que ponga «orden en el desconcierto» y «restaure el honor de la nación ».

Sin embargo, estos hombres fuertes existen ya. En primer lugar: Ariel Sharon, brillante general, admirado por sus soldados; Shavones, ministro de Agricultura, es un hombre favorable a los asentamientos en territorio ocupado, en tanto que es el principal protector del Gush Emunim y su portavoz infatigable en el seno del Gabinete. Sharon no oculta su desprecio hacia los otros ministros, ni siquiera ahora hacia el propio Beguin. En una reciente discusión con el primer ministro, con ocasión del nombramiento del nuevo titular de Defensa -cargo deseado por Sharon-, el fogoso general no dudó en proclamar que la seguridad está «por encima de la Constitución». Consciente de haber ido demasiado lejos, Sharon solicitó que sus palabras fueran borradas del acta, pero su eco aún resuena en todo el país.

«Si Sharon se convirtiese en ministro de Defensa, haría llegar los tanques a la presidencia del Consejo», afirmó Beguin, para inmediatamente excusarse de forma oficial, diciendo que era una broma. «Si Sharon llegase a ser ministro de Defensa, construiría campos de concentración, de los que yo sería el primer prisionero», declaró el viceprimer ministro, Simha Ehrlich, que rehusó excusarse o retirar lo dicho.

Rafoul, un general silencioso e influyente

Otro hombre fuerte es Rafoul, jefe del Alto Estado Mayor. Taciturno y lacónico al extremo. Este general silencioso, que no dice otra cosa distinta a la defensa del «Gran Israel» y que considera los atentados contra los alcaldes paletinos como «la continuación de la lucha secular entre judíos y árabes para la posesión del Eretz-lsrael». Desde la dimisión de Weizman, la influencia de Rafoul es cada vez mayor.

Hay que hacer notar que el general Rafoul Eytan facilita al Gush Emunin la formación de un verdadero ejército privado, con el pretexto de la inclusión, de las colonias del Gush Emunim en la denominada «defensa regional», Rafoul ha permitido que sus hombres se retiren de las diversas unidades del Ejército regular con el fin de constituir unidades independientes en las colonias judías de la Cisjordania ocupada.

De hecho, el Gush Emunim dispone en la actualidad de varios miles de hombres fuertemente armados y bien entrenados, bajo el mando de sus propios cuadros.

Si añadimos a todo esto la galopante inflación, la situación de deterioro y el descontento creciente de un número cada vez mayor de israelíes, obtenemos un cóctel explosivo. He aquí un terreno ideal para una brusca radicalización, de la política israelí, que puede desembocar en una guerra civil, en un golpe militar o en ambas cosas.

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