Una injusticia

«Puesto que los británicos se portan mal, castiguemos a los españoles y portugueses», tal es, en sustancia, el extraño mensaje que Giscard d'Estaing dirigió el jueves a sus socios actuales o futuros de la Comunidad Económica Europea.Aquél, cuyo comportamiento había parecido recientemente tan gaullista, se aparta alegremente -después, es cierto, de la mayoría de las formaciones políticas francesas, entre ellas el RPR- de una de las ideas más queridas al fundador de la V República: la de que la Comunidad Europea, para escapar a la influencia invasora de los anglosajones, debía ampliarse hacia el...

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«Puesto que los británicos se portan mal, castiguemos a los españoles y portugueses», tal es, en sustancia, el extraño mensaje que Giscard d'Estaing dirigió el jueves a sus socios actuales o futuros de la Comunidad Económica Europea.Aquél, cuyo comportamiento había parecido recientemente tan gaullista, se aparta alegremente -después, es cierto, de la mayoría de las formaciones políticas francesas, entre ellas el RPR- de una de las ideas más queridas al fundador de la V República: la de que la Comunidad Europea, para escapar a la influencia invasora de los anglosajones, debía ampliarse hacia el Sur, hacia los países latinos y mediterráneos, más abiertos a la influencia francesa.

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España, como Gran Bretaña, se abastece de productos alimenticios en gran parte en el exterior de la CEE, y es muy probable que deseará conservar el acceso al mercado mundial, menos costoso. En fin y sobre todo, el sostenimiento de los precios de los productos mediterráneos, especialmente del aceite de oliva, provocaría un auinento de los gastos comunitarios, poco compatible con la necesidad, experimentado en todo el mundo, incluyendo a París, de dominar el aumento de los recursos que los nueve consagran únicamente a la agricultura. (...)

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Dicho esto, ¿es justo colocar en el mismo plano los problemas planteados por las dos amplíaciones sucesivas? La conducta de Gran Bretaña, después de su ingreso en el Mercado Común, ha confirmadio en lo esencial los argumentos de los que se oponían a este ingreso -en primer lugar, el general De Gaulle- y desmenti do a los que le apoyaban, entre los que se encontraba Giséard d'Estaing y sus amigos. ( ... )

«Para,que no quede ninguna duda», decía Giscard d'Estaing en Madrid, hace menos de un año, «yo repito aquí que la entrada de España en la Comunidad no corresponde solamente a una aspiración legítima, sino que es conforme a la naturaleza de las cosas y al interés de Europa».

Se querrá creer que esta visión histórica es todavía la del jefe del Estado. Por el momento, estamos de nuevo en el nivel más bajo de las consideraciones electorales. Con sudeclaración, Giscard d'Estaing retira al RPR y al PCF argumentos que hubiesen podido perjudicarle en la próxima campaña, y pilla a contrapié al partido socialista, que pese a numerosos condicionamientos previos, era partidario de la adhesión de los dos países ibéricos. ( ... )

7 de junio

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