Cartas al director

Renfe y el usuario

Cada año y en vísperas de la temporada estival, la Renfe suele (solía) reforzar su servicio de cercanías, en base a un previsible aumento del número de usuarios. Estos, en su mayoría, son trabajadores que utilizan este servicio durante todo el año, a los que hay que añadir todos aquellos ciudadanos que durante los meses de junio, julio, agosto y parte de septiembre hacen uso del mismo. Sin contar, además, el creciente aumento del número de excursionistas durante los fines de semana. Pues bien, he aquí que Renfe decide este año no solamente no reforzar los servicios de cercanías, sino que inclu...

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Cada año y en vísperas de la temporada estival, la Renfe suele (solía) reforzar su servicio de cercanías, en base a un previsible aumento del número de usuarios. Estos, en su mayoría, son trabajadores que utilizan este servicio durante todo el año, a los que hay que añadir todos aquellos ciudadanos que durante los meses de junio, julio, agosto y parte de septiembre hacen uso del mismo. Sin contar, además, el creciente aumento del número de excursionistas durante los fines de semana. Pues bien, he aquí que Renfe decide este año no solamente no reforzar los servicios de cercanías, sino que incluso los restringe un 25%. Explicaciones a los usuarios no ha habido de esta inesperada reducción del servicio, hasta el momento. De los motivos que la impulsan (si los hay), tampoco. Me niego a creer que Renfe pretende ahorrar energía. Y esto, entre una serie de razones, por dos de, evidente peso específico. La primera, que mal se puede economizar la energía cuando en ocasiones el Estado (Renfe) prima con subvenciones a determinadas empresas del ramo del transporte. La segunda, que cuando la gasolina se espera que sufra un nuevo incremento, muchos de los usuarios de este servicio tendríamos que coger de nuevo el automóvil.Trenes que entre las seis y las nueve de la mañana ni siquiera se dirigen a la estación de Príncipe Pío; trenes que al terminar la jornada de trabajo guardan entre sí más de dos horas de lapso, entre otras muchas más irregularidades, no hacen sino evidente la incoherencia en la programación de cercanías de Renfe. Incoherencia que, con buena voluntad, atribuyo más que a una errónea interpretación de lo que debe ser una «política energética», a un desconocimiento de las necesidades de los usuarios./

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