Aprobado el proyecto de Estatuto de Autonomía de Cantabria

Una representación de parlamentarios y diputados regionales de Santander deberá entregar antes de una semana en la Mesa del Congreso de los Diputados el anteproyecto de Estatuto de Autonomía, aprobado en la noche del lunes por la asamblea mixta con los votos afirmativos de UCD (diecinueve votos) y la oposición del PSC-PSOE (once) y del partido Regionalista de Cantabria.

La asamblea mixta de Cantabria estudia también la posibilidad de que la misma representación visite al, Gobierno para informarle oficialmente de la finalización del proceso y para hacerle entrega del anteproyecto de ...

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Una representación de parlamentarios y diputados regionales de Santander deberá entregar antes de una semana en la Mesa del Congreso de los Diputados el anteproyecto de Estatuto de Autonomía, aprobado en la noche del lunes por la asamblea mixta con los votos afirmativos de UCD (diecinueve votos) y la oposición del PSC-PSOE (once) y del partido Regionalista de Cantabria.

La asamblea mixta de Cantabria estudia también la posibilidad de que la misma representación visite al, Gobierno para informarle oficialmente de la finalización del proceso y para hacerle entrega del anteproyecto de Estatuto, de los acuerdos municipales que hace un año lo puso en marcha, con el pronunciamiento favorable del 90% de los ayuntamientos, y de la documentación histórica que acredita la entidad regional de la hoy provincia de Santander. Con esta fecha se pone en marcha también una nueva consulta a los ayuntamientos de la región para que se pronuncien sobre el cambio de nombre de la provincia, que pasará a denominarse Cantabria.Termina así un proceso de cinco años que ha condicionado permanentemente el resto de la actividad política regional, ya que a la preocupación por el hecho autonómico que está viviendo España se ha unido una polémica, en ocasiones muy dura, entre las fuerzas que defendían la inclusión de la provincia en el proceso autonómico castellano-leonés y las que, apelando a hechos históricos diferenciales y a la tradición regionalista, que tuvo en escritores como Pereda y Menéndez Pelayo sus paladines, y propugnaban la creación de una región uniprovincial. Aun en las explicaciones de voto tras la aprobación del anteproyecto, los portavoces socialistas y regionalistas volvieron a acusar a UCD de poco convencimiento autonomista, al referirse a un sector del partido mayoritario que propugnaba la abstención.

Hay que recordar que la mitad de la representación parlamentaria de UCD de Cantabria en la anterior legislatura fue apartada de sus cargos por defender las tesis castellanistas, y uno de ellos, el ex diputado Francisco Laínz, fundó más tarde y preside todavía la Asociación Cantabria en Castilla (Aceda).

Por otra parte, la derecha y la extrema derecha siguen insistiendo en la castellanidad de la provincia, y el propio Fraga Iribarne hace un mes viajaba a Santander para pronunciarse negativamente sobre el proceso.

La lucha por un nombre

Las principales objeciones al proceso autonómico de Santander han sido históricas y por ello el preámbulo del Estatuto aprobado el lunes repite dos veces en las quince primeras líneas la expresión identidad regional. Este aspecto de la polémica, que ha favorecido un crecimiento sin precedentes de la literatura regional, consolidado con el traslado de los restos del escritor costumbrista Manuel Llano al Panteón de Ilustres de Santander, quedó cerrado cuando el Centro de Estudios Montañeses y la Institución Cultural de Cantabria, ambos organismos de la, diputación, publicaron, avalada por la mayoría de sus miembros, una declaración impresa bajo el título «Antecedentes históricos y culturales de la provincia de Santander como región». Ese documento formará parte de la documentación remitida al Congreso y al Gobierno.En esa polémica histórica no fue pequeña la lucha por fijar el nombre de la región uniprovincial, puesto que, aun siendo evidente que el de Cantabria abarcaba los actuales límites de la provincia, había sectores que preferían el de La Montaña, e incluso otros, mantener el de Santander, aunque en este caso con la resistencia del resto de la provincia, ya que, evidentemente, un laredano o los vecinos de Torrelavega no son santanderinos, sino cántabros, lo mismo que un gijonés es asturiano y no ovetense.

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Un aislamiento razonado

Pero con ser muchos los argumentos históricos, lo eran más los económicos y los políticos. La identidad de Cantabria frente a Castilla ha sido favorecida en los últimos años, casi a lo largo de todo el siglo, por el aislamiento a que ha estado sometida la provincia respecto a sus vecinos de la meseta, principalmente en las comunicaciones por carretera y ferrocarril. Además, la mayor parte de los intercambios comerciales, industriales y ganaderos los mantiene la hoy provincia de Santander con otras regiones, especialmente con el País Vasco y Asturias. Las crisis del transporte ultramarino, que descalifica el eslogan famoso de «Santander, puerto de Castilla», el fortalecimiento del sector agrario convertido en la primera empresa regional, un sector industrial bastante consolidado y el buen funcionamiento de los servicios han dado un envidiable equilibrio sectorial a la provincia y favorecido el distanciamiento de Castilla.

No fue posible la preautonomía

La polémica regional tuvo además un claro matiz político que iba a precipitar el desenlace. La derecha y la extrema derecha se identificaron con Castilla (en el fondo se trataba de un rechazo del Estado de las autonomías), mientras que los sectores progresistas, incluida la mayoría de UCD, tomaron la bandera de la regionalización. La publicación, tres meses después de la muerte de Franco, del Manifiesto de los cien en la Hoja del Lunes de Santander iba a dar paso inmediatamente a la creación del primer grupo autonomista organizado: la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) y a la formación de un frente de izquierdas, el Comité Cívico, que forzarían un compromiso del centro. Serían precisamente los candidatos de UCD los que, en las primeras elecciones democráticas de 1977, iban a enarbolar con mayor reiteración la bandera regional, con un eslogan de campaña que decía «Cantabria es región», aunque todavía mantenían muchos de sus dirigentes la tesis de que, aun siendo región, debía irse, por razones de fuerza política, a una unión con Castilla.En esta situación confusa iba a nacer, en julio de 1977, la Junta de Parlamentarios de Cantabria. Se produciría después la crisis interna de UCD, e iba a malograrse la consecución del régimen preautonómico con una radicalización de los autonomistas que desembocó en la creación del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), convertido en la tercera fuerza electoral de la región.

Por el contrario, la derecha, y con ella las tesis castellanistas, perdían su escaño parlamentario en favor de los socialistas y no lograba colocar a ninguno de sus candidatos en la diputación regional. A partir de esos hechos, los centristas iban a acelerar el proceso desde su posición mayoritaria en la asamblea mixta, culminando con la aprobación de un Estatuto de máximas competencias permitidas en el artículo 143 de la Constitución.

Un Estatuto, en definitiva, que ha recibido el rechazo de los socialistas, no tanto por el contenido de su articulado, sino por las disposiciones transitorias que lo van a poner en marcha, tales como la fecha de las elecciones a la Asamblea Regional (que se retrasa a 1983), la distribución de escaños en esa Asamblea (que favorece a las zonas rurales, donde UCD es mayoritaria), e incluso por la negativa de UCD a que en el Estatuto se contemple el cambio automático del nombre de la provincia, que deberá ser sometido nuevamente a consulta de los ayuntamientos.

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