Un muerto y un herido de bala en un bar de Vallecas

Un posible ajuste de cuentas entre dos bandas, presumiblemente relacionadas con el tráfico de drogas, costó la vida el pasado lunes, hacia las 10.30 de la noche, a un joven de veinticinco años, llamado Miguel Mingo Contreras. Un compañero suyo, de veinticuatro años, Fernando Carrasco, fue herido de pronóstico reservado.El suceso tuvo lugar en el pub Doberman, situado en el número 18 de la calle de San Jorge, en el barrio de Vallecas. Miguel Mingo recibió tres balazos disparados con una pistola a escasa distancia. Los clientes -unos diez- que en ese momento se encontraban en el estableci...

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Un posible ajuste de cuentas entre dos bandas, presumiblemente relacionadas con el tráfico de drogas, costó la vida el pasado lunes, hacia las 10.30 de la noche, a un joven de veinticinco años, llamado Miguel Mingo Contreras. Un compañero suyo, de veinticuatro años, Fernando Carrasco, fue herido de pronóstico reservado.El suceso tuvo lugar en el pub Doberman, situado en el número 18 de la calle de San Jorge, en el barrio de Vallecas. Miguel Mingo recibió tres balazos disparados con una pistola a escasa distancia. Los clientes -unos diez- que en ese momento se encontraban en el establecimiento, dispusieron su traslado al equipo quirúrgico de Vallecas, donde nada pudieron hacer por salvar su vida.

Mientras tanto, su compañero emprendía una rápida huida nada más escuchar los disparos. Sin embargo, uno de los agresores le disparó con una escopeta de cañones recortados cuando apenas se había alejado unos pasos de la puerta. El tiro le alcanzó en la espalda, donde se le apreciaron más tarde cinco impactos de perdigones. Unos transeúntes que pasaban por la calle de Pico Corallada le encontraron sin conocimiento y lo trasladaron a un ambulatorio.

A juicio del médico que le atendió, la cazadora de cuero que llevaba puesta le salvó la vida, a pesar de que el disparó le causó profundos desgarros. Fue intervenido quirúrgicamente en la residencia sanitaria provincial.

El padre de Miguel de Mingo, avisado por unos amigos, se trasladó poco después del suceso al pub Doberman, donde no mostró extrañeza porque su hijo hubiera fallecido en tan trágicas circunstancias. Aunque vivía en su casa, no sabía qué ambientes frecuentaba ni de dónde sacaba el dinero, ya que estaba en paro. Tenía antecedentes penales por robo con violencia, tenencia y consumo de drogas.

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