La policía recupera cinco óleos robados hace casi un año en un domicilio madrileño

Cinco pinturas al óleo -dos de Goya, una de Zurbarán y dos de Juan de Toledo-, robadas hace casi un año en Madrid, han sido recuperadas por un equipo de inspectores de la policía judicial. Los cuadros iban a ser vendidos por quince millones de pesetas a un belga, cuando su valor se estima, en todo caso, superior a los mil millones. Su sustracción había sido denunciada en mayo de 1979 por los dueños de una casa particular madrileña, cuyos nombres no han sido revelados por la policía.

La forma en que se realizó el robo, las investigaciones policiales y el final del servicio conform...

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Cinco pinturas al óleo -dos de Goya, una de Zurbarán y dos de Juan de Toledo-, robadas hace casi un año en Madrid, han sido recuperadas por un equipo de inspectores de la policía judicial. Los cuadros iban a ser vendidos por quince millones de pesetas a un belga, cuando su valor se estima, en todo caso, superior a los mil millones. Su sustracción había sido denunciada en mayo de 1979 por los dueños de una casa particular madrileña, cuyos nombres no han sido revelados por la policía.

La forma en que se realizó el robo, las investigaciones policiales y el final del servicio conforman una historia que dificilmente puede ser reconstruida con total precisión. Se cree que el colombiano Marco Tulio Taborda, de 35 años de edad, participó en el robo a una casa, durante el cual él y sus cómplices, si es que los hubo, descubrieron obras pictóricas de un valor probablemente muy alto y decidieron incorporarlas a su botín. El golpe fue perpetrado en mayo de 1979 y las personas afectadas por él lo denunciaron el día 25 del mismo mes.Probablemente, la convicción inicial de que el hecho había sido ejecutado por un grupo de especialistas hubo de ser descartada con el paso del tiempo. Las bandas internacionales de ladrones de obras de arte disponen de sus propios canales de distribución y venta, de modo que la operación no termina en el robo, sino que se amplía a la exportación de las obras y a su venta en el extranjero, lo que exige la existencia de un complicado plan o de una red de cómplices.

Durante los últimos meses, la policía española recibió la confidencia de que los cuadros habían sido ofrecidos por dos portugueses en mercados clandestinos de Portugal, Francia, Suiza y Bélgica. Seguramente hubieron de relacionar datos y encadenar sus pesquisas «de atrás hacia adelante». Al final se abandonó la hipótesis de que el robo y la posterior distribución de los óleos fueran «un trabajo de especialistas».

Habían sido confiados por Marco Tulio a María Luz Jiménez Portolés, una perista habitual, de 41 años de edad, radicada en Madrid y sin aparente capacidad económica para resolver la compraventa. Algún tiempo después de tener en depósito los cuadros, María Luz dijo a su proveedor «que le habían sido robados de su propia casa» para no compartir con él las ganancias. Marco Tulio Taborda no creyó lo que se le decía y amenazó de muerte a la perista. Posteriormente, el presunto ladrón fue arrestado por la policía madrileña y en la actualidad cumple condena en la prisión de Carabanchel.

Los agentes del Grupo Noveno de la Brigada de Policía Judicial esperaron a la operación comercial, en que los cuadros fueran transferidos a un comprador, para actuar sobre todas las personas implicadas. El pasado fin de semana, María Luz iba a formalizar la venta del lote a un belga llamado Francisco José Seronveau. Los cinco cuadros ofrecidos eran los siguientes: Retrato del príncipe Carlos Isidro y Cara de la Virgen, ambos de Goya; Bodegón, de Zurbarán, y dos óleos más de Juan de Toledo, que representan, respectivamente, un puerto y un castillo. El precio convenido era de quince millones de pesetas, ínfimo si se lo compara con los más de mil millones en que han sido tasadas las obras.

Los policías intervinieron en el momento en que iba a ser formalizada la transacción. Arrestaron a María Luz, a su yerno, Antonio Sánchez Garre, que portaba una pistola de gas, y al frustrado comprador belga. Dentro de la misma acción policial, lograron localizar y detener a los portugueses Antonia da Cancençao Almeida, de 47 años de edad, y a Antonio de Jesús Silva, de 46, que habían actuado como intermediarios.

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