Cartas al director

Me ha indignado, hasta el extremo de coger la pluma

para contestar inmediatamente, el editorial Vaya broma de EL PAÍS del sábado 29 de diciembre.Lo primero que me ha llamado la atención es la falta de humor de una prensa que algunos creíamos vanguardista. El hecho de que la oficina de prensa del Ayuntamiento de Madrid se haya permitido la libertad de gastar una broma a los periodistas y a los ciudadanos me parece no sólo admisible, sino encomiable; una idea genial. Yo, por mi parte, se lo agradezco profundamente. En una ciudad donde parece que se está perdiendo el sentido del humor y de la gracia y, lo que es peor, el sentido lúdico de las rela...

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para contestar inmediatamente, el editorial Vaya broma de EL PAÍS del sábado 29 de diciembre.Lo primero que me ha llamado la atención es la falta de humor de una prensa que algunos creíamos vanguardista. El hecho de que la oficina de prensa del Ayuntamiento de Madrid se haya permitido la libertad de gastar una broma a los periodistas y a los ciudadanos me parece no sólo admisible, sino encomiable; una idea genial. Yo, por mi parte, se lo agradezco profundamente. En una ciudad donde parece que se está perdiendo el sentido del humor y de la gracia y, lo que es peor, el sentido lúdico de las relaciones humanas, supone un tónico para el alma que un Ayuntamiento se permita refrescar los altos niveles de contaminación y stress con una «inocentada» que EL PAÍS juzga «manida y ya en desuso costumbre». A fuerza de dejar costumbres y usos populares nos estamos cargando en buena parte la comunicación humana.

Yo diría que su periódico no ha sabido encajar la broma que normalmente se acepta en este día. Lo que me parece más intolerable es que, al socaire de la pretendida crítica, se arremeta contra el Ayuntamiento de manera descarada, acusando a sus servicios públicos de información, aparte del hecho de reírse (parece ser que esto no lo perdonan nuestros sesudos intelectuales madrileños), de los mayores errores y manipulaciones. Y esto me parece una acusación pública muy notoria. Sin dejar de anotar la demagogia final del artículo, tratando de presentar a la policía municipal como motivo de escarnio. Espero que entre la policía madrileña no haya tanto señor serio como para no encajar el golpe.

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