ENASA mantendrá sus plantas en Venezuela y la multinacional norteamericana Mack se trasladará a Perú

La instalación de la multinacional norteamericana Mack en Perú, sustituyendo la actual presencia de la firma sueca Volvo en el acuerdo automotriz del Pacto Andino, pudiera ser la fórmula elegida para resolver el contencioso planteado en Venezuela en torno a las pretensiones de desplazar a la empresa española ENASA, fabricante de los vehículos Pegaso. Esta es, desde hace varias semanas, la impresión generalizada en medios próximos a la Administra ción de Caracas, en espera de que el Gobierno del presidente Herrera Campins dé publicidad a los informes del analista Francisco Faraco y la Procurad...

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La instalación de la multinacional norteamericana Mack en Perú, sustituyendo la actual presencia de la firma sueca Volvo en el acuerdo automotriz del Pacto Andino, pudiera ser la fórmula elegida para resolver el contencioso planteado en Venezuela en torno a las pretensiones de desplazar a la empresa española ENASA, fabricante de los vehículos Pegaso. Esta es, desde hace varias semanas, la impresión generalizada en medios próximos a la Administra ción de Caracas, en espera de que el Gobierno del presidente Herrera Campins dé publicidad a los informes del analista Francisco Faraco y la Procuraduría de la República sobre el tema. Ambos dictámenes se encuentran ya concluidos y, según las mismas fuentes, se pronuncian favorablemente a la procedencia de los contratos suscritos entre Venezuela y la empresa española.

Las actividades de las dos filiales venezolanas de la empresa española ENASA (grupo INI), con un riesgo superior a los 3.500 millones de pesetas, se encuentran prácticamente paralizadas desde hace varios meses, como consecuencia de las sucesivas contradicciones y retrasos surgidos en la posición de las autoridades venezolanas frente a la duplicidad de plantas de producción de motores pesados en el país. La primera de las sociedades constituidas, Desiauto, posee una planta de ensamblaje de autobuses y camiones en la localidad de Cumana (Estado de Sucre), que fue inaugurada en noviembre de 1978. Los ritmos de producción previstos no han podido ser en ningún momento cumplidos, como consecuencia de la falta de definición del Gobierno venezolano respecto al futuro de Pegaso, que ha provocado una sustancial caída de las ventas y otras dificultades derivadas de la incertidumbre existente. En los últimos meses, el volumen de ventas de vehículos Pegaso ha descendido prácticamente a cero en Venezuela y se ha reducido notablemente en los restantes países de Latinoamérica.La segunda de las empresas filiales de ENASA en Venezuela, Hivemca, tenía proyectada la inauguración y puesta en servicio de una planta de producción de motores de doce litros, también en Cumana, para el próximo mes de enero de 1980, pero la actitud del Gobierno venezolano pudiera retrasar sensiblemente el proyecto. Según fuentes de la empresa española, la inversión para esta planta en utillaje y equipos se encuentra totalmente realizada y sólo pendiente de su instalación final, pero las circunstancias actuales acaso hagan aconsejable demorar el cumplimiento de los plazos previstos hasta tanto no se conozca la decisión final de las autoridades venezolanas sobre la continuidad de la planta de producción de motores de la multinacional Mack en Ciudad Bolívar, inaugurada el pasado 28 de septiembre.

Historia de un contrato

La entrada de ENASA en el mercado venezolano se produjo a raíz del concurso convocado a escala internacional por el Gobierno de Venezuela para adjudicar a una empresa, «de probada solvencia técnica y comercial», las plantas de producción correspondientes, dentro del marco acordado en el Pacto Andino. Dicho concurso planteaba la construcción de un complejo diesel a repartir entre un total de tres firmas, cada una de las cuales se encargaría de la fabricación de motores para vehículos industriales ligeros, tractores agrícolas medios y pesados, respectivamente. A la licitación concurrieron Fiat, John Deere, Mack y ENASA, estas dos últimas en el apartado de los vehículos pesados, designados técnicamente como motores B4 (entre diez y doce litros). Tras la valoración de las distintas propuestas, las autoridades venezolanas comunicaron a la estadounidense Mack que sus propuestas no habían cumplido todos los requisitos solicitados en el acta-convenio de 1977 ni el plazo máximo de 120 días señalado en la convocatoria.La descalificación de Mack dejó prácticamente en solitario a la empresa española ENASA (fabricante de Pegaso), iniciándose a continuación una negociación directa entre el Gobierno venezolano y la firma preseleccionada sobre las características y desarrollo del proyecto. Una oportuna visita del rey Juan Carlos a Caracas, en septiembre de 1977, contribuyó decisivamente a acelerar las negociaciones, que concluyeron en la adjudicación definitiva a ENASA de «la fabricación de motores pesados diesel para camiones y vehículos derivados de más de 17.000 kilos de peso bruto vehicular y para el ensamblaje de camiones y autobuses clasificados dentro de esa categoría».

Pocos meses después, la localidad de Cumana (Estado de Sucre) fue elegida como emplazamiento definitivo para las dos plantas de producción de Pegaso, cuyas obras se iniciaron de inmediato. Asimismo, se constituyeron dos sociedades, Desiauto e Hivemca, participadas por ENASA y capitales públicos y privados de Venezuela, encargadas respectivamente de ensamblar y comercializar los vehículos y fabricar los motores pesados del grupo B4 con destino a todos los países del Pacto Andino.

Los contratos definitivos entre el Estado de Venezuela y ENASA se firmaron en julio de 1978. Cuatro meses después, en noviembre, la primera de las plantas proyectadas, dedicada al ensamblaje de autobuses y camiones Pegaso, entraba en producción. La inauguración fue presidida por el propio Carlos Andrés Pérez, presidente de la República, señalado como uno de los gestores esenciales del acuerdo entre Venezuela y la empresa española. La puesta en marcha de la segunda planta, adyacente a la de ensamblaje y dedicada a la producción completa de motores de doce litros, quedó proyectada para el mes de enero de 1980.

Las elecciones presidenciales de enero de 1979, en las que el candidato socialdemócrata avalado por el presidente Carlos Andrés Pérez resultó derrotado por el líder democristiano Herrera radical de óptica en el curso de este y otros proyectos de inversión españoles en Venezuela. Ya desde antes de las elecciones, los directivos de la empresa norteamericana Mack habían iniciado una vasta ofensiva encaminada a frenar la implantación de ENASA, so pretexto de que la adjudicación del concurso internacional convocado había estado presidida por importantes irregularidades. El Gobierno socialdemócrata había negado toda opción a los estadounidenses, reiterando su decisión y compromisos con ENASA. Pero la derrota electoral y el triunfo democristiano originaron la revisión automática de todos los planes de inversión elaborados y comprometidos por la Administración anterior. En el caso concreto del proyecto ENASA, los «contactos», entre destacados representantes de la nueva Administración y las finanzas norteamericanas y una costosa campaña publicitaria propiciaron un movimiento de descrédito hacia la empresa española y la aparición de numerosos augurios en el sentido de una posible cancelación de los compromisos adquiridos y una posterior cesión a Mack de las proyectadas plantas de ensamblaje y producción de motores.

La empresa estadounidense inauguró precipitadamente, en septiembre de este mismo año, una pequeña nave con pretensiones de planta productiva en Ciudad Bolívar, dedicada exclusivamente al ensamblaje de motores de once litros, es decir, incluidos en la misma categoría (B4) que los contratados por ENASA. Las diferencias entre ambos proyectos son muy notables.

La planta de Mack está preparada para el montaje de 1.800 motores anuales, en una superficie de 18.000 metros cuadrados y una plantilla proyectada de cuarenta trabajadores. La planta de Cumana, por su parte, ocupa 221.000 metros cuadrados, prevé fabricar hasta 7.800 motores por año, con una plantilla de 450 trabajadores y una inversión total de 160 millones de bolívares (unos 2.300 millones de pesetas). La participación de Mack International en Mack Venezuela era en principio del 50% del capital, estando suscrito el resto por la firma venezolana Autoagro, pero recientemente ésta ha elevado su participación hasta el 92%, con objeto de acogerse a la clasificacíón de «empresa nacional» otorgada a aquellas en las que la participación extranjera no rebasa el 20%. El capital de Mack Venezuela es de 2,5 millones de bolívares (36 millones de pesetas). Hivemca, por su parte, tiene un capital de veinticinco millones de bolívares (360 millones de pesetas), repartido entre ENASA (49%), Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (30%) y otros socios privados (21%).

La reciente retirada de Volvo de Perú, provocada posiblemente por las dificultades de la empresa matriz (véase EL PAÍS del pasado día), ha incorporado un nuevo factor a la posible resolución del contencioso venezolano. Según informaciones facilitadas por medios solventes de Caracas, las autoridades venezolanas estarían propiciando la posibilidad de que las plantas adjudicadas en principio a Volvo en Perú revirtieran a Mack, a cambio de que ésta abandonara sus proyectos en Venezuela. Las expectativas despertadas por esta operación serían la causa de que el Gobierno del presidente Herrera Campins no hubiera dado todavía a la publicidad los dos informes (Faraco y el de la Procuraduría) solicitados y que, según las mismas fuentes, han sido concluidos a favor de la empresa española y se encuentran ya entregados al Gabinete democristiano que rige actualmente el país.

En el trasfondo de todo este contencioso hay que situar las pretensiones de las dos empresas (Mack y ENASA) por consolidar su presencia en el mercado de América Latina, cuyo 50% aproximadamente está concentrado en el Pacto Andino y, muy especialmente, en Venezuela. La presencia de Mack en Venezuela data de varias décadas y sus vehículos han venido prácticamente copando el mercado.

La empresa española ENASA, por su parte, concentra en los últimos años el 70% de sus exportaciones en los países de América Latina, especialmente en Colombia. Sus proyectos, a partir de la instalación de plantas productivas en Venezuela, se centran en la instrumentación de una importante red de asistencia comercial y técnica, mayor penetración en los mercados de la zona y participación en futuros proyectos de integración industrial en las áreas del subcontirtente.

Decisión final

El retraso en la decisión final de las autoridades venezolanas está erosionando sensiblemente la imagen de ENASA y sus Pegaso en América Latina, según fuentes de la propia empresa. El volumen de ventas en la zona ha disminuido considerablemente en los últimos meses, ante la posibilidad de que sus proyectos en Venezuela sean cancelados, según los mismos medios. Unas recientes declaraciones del presidente Herrera Campins han situado el día 15 de enero próximo como la fecha límite para que el Gobierno venezolano se pronunciara respecto al futuro de ENASA en su país. Pocas semanas antes, una nota oficial difundida por la embajada de Venezuela en Madrid había situado dicho límite en el 31 de marzo. La nota se publicó a modo de comunicado tras la visita realizada a España por los ministros de Fomento, Manuel Quijada, y Fondo de Inversiones, Leopoldo Díaz Bruzual, en cuyo desarrollo se produjeron diversas vicisitudes protagonizadas por el señor Díaz Bruzual frente a autoridades y empresarios españoles.

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