Tribuna:

La anarquía exquisita

Este periódico ya ha informado ponderadamente (ver páginas anarcoamarillas) sobre el acto del Martín, la CNT, Henri Levy, Arrabal y Sánchez-Dragó, que fueron las vicetiples intelectuales de ese viejo teatro de vicetiples. La movida de la CNT era, mayormente, una movida obrera, libertario/revolucionaria, pero la anarquía exquisito/parisina iba por otro rollo, de modo que hubo algunos desencuentros (como dicen mis queridos latinochés), porque lo que pasa es que, cuando parecía que el momento estaba dulce para un neoanarquismo (nos lo parecía a todos), he aquí que la juventud universitaria...

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Este periódico ya ha informado ponderadamente (ver páginas anarcoamarillas) sobre el acto del Martín, la CNT, Henri Levy, Arrabal y Sánchez-Dragó, que fueron las vicetiples intelectuales de ese viejo teatro de vicetiples. La movida de la CNT era, mayormente, una movida obrera, libertario/revolucionaria, pero la anarquía exquisito/parisina iba por otro rollo, de modo que hubo algunos desencuentros (como dicen mis queridos latinochés), porque lo que pasa es que, cuando parecía que el momento estaba dulce para un neoanarquismo (nos lo parecía a todos), he aquí que la juventud universitaria se rearma moralmente frente a una gubernamentalidad defendida por guardias con escudos como espejos, O sea, que el anarco/rollo va a menos. Fue Henri Levy y dijo:-Lo que importa es enviar cosas a los nifíos de Camboya.

- ¡Que estás en plan Cáritas, tío! -gritaba la movida de las alturas.

Fue Arrabal y dijo:

-Soy anarquista y creo en Dios.

-O sea, que eres anarquista dentro de un orden.

Fue Sánchez-Dragó y dijo, cuando un espontáneo le explicó que el «buen viaje» con que despide su libro sólo podía ser, para él, lector, el cotidiano viaje de madrugada a la fábrica, en el Metro de hierro y sueño:

-Eso es tu problema.

No tengo nada contra SánchezDragó, como no tengo nada contra nadie que venda mucho, incluido yo mismo; pero me indigna un poco que se le pueda contestar así a un joven trabajador, desde la anarquía exquisita, y, sobre todo, me indigna muchísimo más que Sánchez-Dragó, escritor español y castellano, se haya viciado con los infectos doblajes televisivos, como consecuencia de su larga colaboración en TVE -¿colaborador/ colaboracionista?-, ya que eso acaba siendo muy pernicioso para la sintaxis, incluida la sintaxis moral. «Eso es tu problema» por «eso_es un problema tuyo», que diría un preacadémico como Sandoval o Emilio Lorenzo, me parece consecuencia de los extranjerismos tan extendidos entre la gente moderna del medio.

Me pone levantisco la frase, cada vez que la oigo, pero me pone ya tarasca perdida en un escritor es pafiol/españolista que citó a Agustín de Foxá y Giménez-Caba llero como grandes anarquistas, aclarándose en la sesión que no hay anarquismo de izquierdas o derechas, sino uno solo, con lo que estoy de acuerdo: el de izquierdas, y no el refundido /renovado que ahora zurcen, con aguja de oro perdida en el pajar del lumpemproletariat, estos Tres Caballeros que sueñan con la Bahía/Utopía en dibujos de un Walt Disney pasado por la hibernación y por Keynes.

Querido Dragó (y enhorabuena por tu Dragontea en varios tomos), no hay que confundir a los grandes escritores cínicos de derechas, como Foxá, con los males escritores pícnicos de derechas, (Giménez-Caballero), ni a su vez hay que confundir a unos y otros con los anarquistas, malos o buenos, que de verdad han hecho y escrito anarquismo. Cuando Foxá andaba por el Burgos capitalino de la zona nacional contando chistes sobre/contra el Movimiento, Ramón Serrano-Súñer le llamó la atención, hablándole de la grandeza de la Cruzada, y Foxá le interrumpió:

-Pero este chiste no lo he conta,do yo.

¿Es eso anarquismo, de derechas ni de izquierdas? Es cinismo, y nada más caro a mí. Los grandes escritores de derechas, de Platón a Proust, tan platoniano, hasta mi muy frecuentado Eugenio d'Ors están ahí para ser estudiados con la misma atención que los de izquierdas, pero no deben ser exhibidos como cuerpo de baile en el Martín para engaño del obrero y lucimiento de un francés giscardiano y albéitar, de un español de moda otoño/invierno y un afrancesado/exiliado, tan respetable y tan archivable.

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