"Todos los Partidos han venido a verme, excepto los comunistas, naturalmente"

Un retrato bien visible del papa Juan Pablo II preside la salita. Además de eso, sólo una antigua foto de algún antecesor de primeros de siglo y unos cuantos cortinones desvaídos sirven de elemento de decoración a la formación de seis sillas de madera labrada y terciopelo verde, y un sillón de las mismas características destinado a las audiencias. «En estas sillas se han sentado en estos últimos días muchos políticos», comenta monseñor Eurico Días Nogueira, arzobispo de Braga y primado de las Españas. Y añade sonriendo: «Excepto los comunistas, naturalmente. »Tiene sólo 56 años -«el cardenal p...

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Un retrato bien visible del papa Juan Pablo II preside la salita. Además de eso, sólo una antigua foto de algún antecesor de primeros de siglo y unos cuantos cortinones desvaídos sirven de elemento de decoración a la formación de seis sillas de madera labrada y terciopelo verde, y un sillón de las mismas características destinado a las audiencias. «En estas sillas se han sentado en estos últimos días muchos políticos», comenta monseñor Eurico Días Nogueira, arzobispo de Braga y primado de las Españas. Y añade sonriendo: «Excepto los comunistas, naturalmente. »Tiene sólo 56 años -«el cardenal patriarca de Lisboa, Antonio Ribeiro, es aún más joven que yo"-, y mueve con fácil desenvoltura su gran humanidad dentro de la sotana de trabajo. Es un hombre de leyes -abogado y profesor en la Universidad de Coimbra- y gusta de recordar el hecho de que, siendo capellán de los estudiantes católicos de la Universidad de Coimbra, apoyaba los escritos de solidaridad con el obispo de Oporto, monseñor Ferreira Gomes, exiliado diez años durante el régimen salazarista.

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Antes de hacerse cargo de la sede primada de Portugal, hace ahora dos añosjustos, monseñor Nogueira fue obispo en ultramar -cinco años en Angola y ocho en Mozambique- durante el difícil período de la guerra colonial. «Tuve conmigo en las colonias portuguesas a varios curas vascos, a algunos de los cuales he vuelto a ver ahora en España.»

Pregunta: ¿Tienen estas elecciones un significado especial para los cristianos portugueses?

Respuesta. Una elección es siempre la expresión de un principio democrático, significa la participación activa y ordenada de los respectivos miembros en la dinámica constitucional de la comunidad en la que se integran. Para un cristiano, tal participación nunca puede ser un gesto ajeno a su dimensión religiosa: desde una óptica de fe, los actos por él realizados en el tiempo se proyectan en la eternidad. Para los cristianos portugueses, las elecciones políticas, en su configuración actual, surgen como un retomar de una actividad pública a la que no estaban acostumbrados.

P. ¿Por qué las recomendaciones del episcopado portugués a los electores?

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R. Tales recomendaciones surgieron, a título individual, por iniciativa espontánea de casi todos los obispos responsables de una diócesis -e incluso de algunos otros sin esa responsabilidad-, a lo largo de los tres últimos meses; y de forma colectiva, a través de la nota pastoral del Consejo Permanente del Episcopado, de fecha de 15 de octubre pasado. En lo esencial, unas Y otras están en perfecta consonancia. Lo extraño sería que así no fuese... Esas recomendaciones se sitúan en una perspectiva puramente pastoral: tienen como objeto concienciar a los cristianos de su derecho y deber de votar como ciudadanos.

P. ¿No significan las recomendaciones de los obispos una injerencia en los asuntos políticos, como han denunciado ciertos partidos?

R. De ninguna forma. Como ya dije, se sitúan en un plano enteramente pastoral. ¿Al final, que se ha dicho? En resumen, sólo esto: que el voto es un derecho y un deber de todo ciudadano; que para el cristiano, el deber de votar se sitúa en el plano de la conciencia moral; que la Iglesia no tiene su partido ni acepta que alguno de ellos se arrogue en exclusiva la representatividad de su doctrina social; que compete a cada cristiano tomar su opción política, e la cual es responsable; que, para que ésta sea consciente y libre, se impone un previo esclarecimiento sobre los programas y objetivos de cada partido, teniendo en cuenta los condicionantes del medio portugués, y que, naturalmente, la elección del cristiano que se precie de tal, quedará condicionada por el respecto de la doctrina de la Iglesia, legítima intérprete del Evangelio.

Si algún obispo dejó la impresión de haber rebasado los límites de su misión pastoral, tal vez eso se explique por su estilo personal, por los condicionantes en los que desenvuelve su actividad o incluso por las circunstancias que caracterizaron su formación y su vivir:

P. ¿Cuál es la situación de la Iglesia portuguesa después de la revolución de 1974? ¿Y su opinión sobre la actitud de los partidos en relación con ella?

R. Aun no pasó el tiempo necesario para emitir un juicio definitivo. En vez de cinco serán necesarios tal vez cincuenta años, y que hayan desaparecido de la escena política y religiosa portuguesas sus principales protagonistas. Es natural que la Iglesia se haya liberado de ciertas ataduras que podían desfigurarla un poco o, por lo menos, dar pábulo a acusaciones y juicios poco favorables.

En cuanto a los partidos, me parece que, de modo general, han procurado ser atentos, prudentes y comprensivos para con la Iglesia. Me refiero, sobre todo, a los partidos de mayor implantación en el país y de más representatividad popular. Se comprueba esa actitud en la forma en que se refieren a ella, así como a su doctrina o intervenciones de los obispos. Se muestran empeñados en no suscitar una cuestión religiosa que no aprovecharía nadie: ni a ellos, ni a la Iglesia, ni al país en general.

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