Cartas al director

La homosexualidad como "peligro"

Encuentro lamentable y significativo que en la edición del pasado sábado 17 de noviembre (EL PAIS, número 1.101) apareciera, a propósito de la información sobre el caso del «espía» mister Anthony Blunt, en portada y sin firma (por lo que interpreto reflejando el sentir mayoritario de la redacción), el siguiente párrafo: «¿Por qué el servicio de espionaje británico (M-15) contrató, en 1939, a una persona cuya conocida homosexualidad y sus ideas marxistas le convertían en un riesgo de seguridad?».No entraré en la peligrosidad o no de un marxista, pero, como homosexualidad, condición de la que me...

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Encuentro lamentable y significativo que en la edición del pasado sábado 17 de noviembre (EL PAIS, número 1.101) apareciera, a propósito de la información sobre el caso del «espía» mister Anthony Blunt, en portada y sin firma (por lo que interpreto reflejando el sentir mayoritario de la redacción), el siguiente párrafo: «¿Por qué el servicio de espionaje británico (M-15) contrató, en 1939, a una persona cuya conocida homosexualidad y sus ideas marxistas le convertían en un riesgo de seguridad?».No entraré en la peligrosidad o no de un marxista, pero, como homosexualidad, condición de la que me siento orgulloso y con la que disfruto mucho, me siento triste y ofendido al comprobar que nuestra integración en la sociedad no depende de leyes ni tolerancias, sino del firme convencimiento de cada ciudadano de que la homosexualidad es una forma, cuando menos, no negativa, tan respetable como la heterosexualidad, y a la que todos tenemos derecho. No es, a base de reportajes demagogos y paternalistas como se logrará el cambio en la mentalidad de la sociedad. Un párrafo como el aludido, en el que se manifiesta abiertamente que una persona puede resultar peligrosa para un país por el, mero hecho de ser homosexual, no hace sino arraigar en la mente del ciudadano medio la idea de que lo homosexual, el homosexual, «es malo».

Puedo comprender que su corresponsal en Londres, Carlos Mendo, que escribe un párrafo prácticamente idéntico en la página 3, esté en contra de la homosexualidad y que ustedes hayan deseado respetar su información y sus opiniones, pero me parece tristísimo que se hagan eco de ellas en portada y sin firma.

Reciba un entrañable y casto abrazo de un homosexual que no se considera «peligroso».

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