Cartas al director

La quiebra "voluntaria" del Banco de Navarra

El día 17 de enero de 1978 -hace prácticamerite dos años-, el Banco de España se hacía cargo de la administración del Banco de Navarra por acuerdo formal entre ambos organismos, siendo nombrado consejero delegado del mismo el cajero del Banco de España, don Jesús Urdiola Salvador.El Banco de España se comprometía solemnemente a administrar durante tres años el Banco de Navarra, convirtiéndolo, sin duda, en la institución bancaria más saneada y próspera del país.

¿Cual era la situación del Banco de Navarra en aquel momento?

Estaba al corriente en el pago de todas sus obligaciones....

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El día 17 de enero de 1978 -hace prácticamerite dos años-, el Banco de España se hacía cargo de la administración del Banco de Navarra por acuerdo formal entre ambos organismos, siendo nombrado consejero delegado del mismo el cajero del Banco de España, don Jesús Urdiola Salvador.El Banco de España se comprometía solemnemente a administrar durante tres años el Banco de Navarra, convirtiéndolo, sin duda, en la institución bancaria más saneada y próspera del país.

¿Cual era la situación del Banco de Navarra en aquel momento?

Estaba al corriente en el pago de todas sus obligaciones. No tenía ninguna obligación vencida y, para mayor inri, su saldo disponible en su cuenta corriente en el propio Banco de España superaba con creces los cuatrocientos millones de pesetas y en fondos públicos poseía más de 1.300 millones de pesetas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

¿Qué ha ocurrido entonces? Esta es la pregunta que cualquier ciudadano con sentido común se plantea ante los nuevos acontecimientos.

Sin duda que para todo hay respuesta en este mundo y estos hechos no constituyen una excepción a la regla.

La «afortunada» gestión de los funcionarios del Banco de España en los dos últimos años ha significado el despilfarro de miles de millones y la conversión de una empresa con un futuro prometedor en un «cadáver», según expresión de algún diario madrileño.

Pero si todo lo descrito resulta muy difícil de comprender, los hechos que han rodeado esta «operación» constituyen, sin duda, una verdadera antología del disparate.

La solicitud de quiebra «voluntaria» ha sido instada por los administradores del propio Banco de Navarra, quienes carecían de competencia para ello. La dirección de la quiebra se encarga al bufete del señor Pedrol y, para colmo, se tramita en Madrid, en lugar de hacerlo en Pamplona, domicilio social de la entidad.

Claro que, puestos a hacer interpretaciones sui generis, los administradores de marras se apuntan en su haber una preocupación social nobilísima: asegurar el destino de los 809 empleados del Banco de Navarra, «ignorando», es un decir, que esa gestión ya había sido realizada hace dos años, y no por ellos precisamente.

Pero no quiero cansar más al lector. Se ha hablado de un «cadáver». Pues bien, ante un cadáver debemos plantearnos la pregunta de si se trata de un fallecimiento natural, de un suicidio o de un asesinato.

A la vista de estos datos, saque el lector las consecuencias oportunas.

¡Ah!, y una última pregunta: ¿a quién o a quiénes interesa este fallecimiento?

Ochenta y ocho mil accionistas, 809 empleados, doce consejeros, un presidente y la opinión pública española desean, piden, exigen saberlo, y de inmediato.

(presidente del Banco de Navarra)

Archivado En