Txiki Benegas, reelegido secretario general del Partido Socialista de Euskadi

Tan sólo una breve referencia a las relaciones entre el partido y la UGT fue acogida con siseos por una parte de los delegados, durante el discurso con el que el reelegido secretario general, Txiki Benegas, clausuró el domingo, en Bilbao, el Segundo Congreso del Partido Socialista de Euskadi (PSE). Aunque minoritarias, las expresiones de desacuerdo no dejaban de reflejar que, de los tres o cuatro temas centrales del congreso, era el relativo a las relaciones con el sindicato el que distaba más de haber quedado resuelto.

Este hecho tuvo ocasión de expresarse también en las laboriosas neg...

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Tan sólo una breve referencia a las relaciones entre el partido y la UGT fue acogida con siseos por una parte de los delegados, durante el discurso con el que el reelegido secretario general, Txiki Benegas, clausuró el domingo, en Bilbao, el Segundo Congreso del Partido Socialista de Euskadi (PSE). Aunque minoritarias, las expresiones de desacuerdo no dejaban de reflejar que, de los tres o cuatro temas centrales del congreso, era el relativo a las relaciones con el sindicato el que distaba más de haber quedado resuelto.

Este hecho tuvo ocasión de expresarse también en las laboriosas negociaciones que precedieron a la elaboración de una lista única para la ejecutiva.En la composición de esta última llama la atención, en primer lugar, la ausencia de Jaime Sansebastián, secretario general de UGT en Euskadi, pese a que su inclusión, junto con la de otros ugetistas, era considerada desde hace meses como parte de las medidas previstas para favorecer la normalización de las relaciones entre el partido y el sindicato. También desaparecen de la nueva lista Enrique Casas y Ricardo García Damborenea, secretarios de organización de Euskadi y de Vizcaya, respectivamente, y en torno a los cuales se había polarizado últimamente el conflicto interno. El segundo de los citados era señalado por el sector de UGT más celoso de la autonomía sindical como principal responsable de las tensiones PSOE-UGT en Vizcaya.

También desaparece de la ejecutiva Antón Hernández Zubizarreta, que podría considerarse exponente de la línea más marcadamente «vasquista». Esta eliminación podría resultar tanto más sorprendente teniendo en cuenta que no pocas de sus ideas -por ejemplo, respecto a la defini ción del PSE como «partido de ámbito nacional vasco»- son reconocibles en las tesis mayoritariamente aprobadas por el congreso.

Dichas tesis, tras reafirmar el carácter clasista del partido, su asunción «no dogmática» del marxismo y la naturaleza federal de sus relaciones con el PSOE, ofrecen un diagnóstico de la situación abierta en Euskadi tras la aprobación del Estatuto. Las referencias a la crisis económica, a la incidencia de la violencia y al riesgo de división de la sociedad vasca en dos comunidades enfrentadas enmarcan dicho diagnóstico.

De cara al futuro, la aprobación del Estatuto de Autonomía tendrá entre sus efectos el de forzar a los partidos de ideología nacionalista y composición interclasista a definirse en torno al tipo de sociedad que propugnan y el de hacer pasar a primer plano las contradicciones de clase, oscurecidas hasta ahora por la cuestión nacional. Entre los problemas pendientes destaca el de Navarra. El PSE reafirma su orientación general en favor de la vinculación institucional de dicho territorio con la comunidad autónoma, pero se muestra cauto respecto a las vías a seguir. En lo inmediato se impulsará la realización de convenios «para la gestión y prestación de servicios comunes», siguiendo así la vía abierta por el artículo 22 del Estatuto. En cuanto a la vinculación institucional, ésta deberé producirse en un proceso de negociación de «la mayoría de las fuerzas políticas de Navarra».

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