Juan Pablo II concluye hoy su tercer viaje internacional

, Juan Pablo II concluye hoy en la capital norteamericana su tercer viaje internacional, después de haber visitado primero la República de Irlanda y las ciudades estadounidenses de Boston, Nueva York, Filadelfia, Des Moines y Chicago con un programa intensísimo, que ha puesto a dura prueba no sólo a quienes le acompañan, sino también a toda la prensa internacional. Ha pronunciado más de setenta discursos, ha subido diez veces en avión, treinta en helicóptero, ha estado una media de catorce horas al día en la calle o en funciones litúrgicas en las iglesias.A los periodistas que le seguimos en e...

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, Juan Pablo II concluye hoy en la capital norteamericana su tercer viaje internacional, después de haber visitado primero la República de Irlanda y las ciudades estadounidenses de Boston, Nueva York, Filadelfia, Des Moines y Chicago con un programa intensísimo, que ha puesto a dura prueba no sólo a quienes le acompañan, sino también a toda la prensa internacional. Ha pronunciado más de setenta discursos, ha subido diez veces en avión, treinta en helicóptero, ha estado una media de catorce horas al día en la calle o en funciones litúrgicas en las iglesias.A los periodistas que le seguimos en el avión nos ha confiado que se sintió muy cansado sólo después de la jornada de Nueva York con la visita al palacio de las Naciones Unidas. Añadió qué al principio el viaje le parecía muy largo, pero que ahora le parece corto y que le gustaría poder continuar.

De la férrea vigilancia policial no se libraron ni el grupo de periodistas que le acompañamos siempre en su avión. Se ha hecho célebre, por ejemplo, el perro de la policía que husmeaba nuestras bolsas de mano cada vez que subíamos al avión. Como la escena se repitió tantas veces, ya nos conocíamos. El perro se llamaba Brandy. La operación era todo un rito. Teníamos que poner en fila perfecta (porque, en caso contrario, el perro no respondía) todas nuestras bolsas y máquinas de escribir. Los periodistas nos retirábamos unos metros. Llegaba el perro y olía bolsa por bolsa. Su misión era descubrir si había dentro dinamita. La señal afirmativa era que el perro se ponía de pie ante el policía para que le diera el premio: un caramelo.

El perro tuvo el honor de poder husmear hasta la maleta del Papa. Precisamente fue un perro quien propició la detención de un hombre armado con tres pistolas automáticas ante la Casa Blanca, poco antes de que llegase el Papa.

Timothy Robert Burgess, un aparejador de 36 años, que también llevaba encima algo de marihuana, se acercó a un policía para preguntarle por el lugar por donde iba a entrar el Papa en la presidencial norteamericana. El agente le informó puntualmente, pero en ese momento el enorme perro que le acompañaba, un pastor danés, dio a Burgess un empujón y el policía descubrió que llevaba una pistola en el cinto. Detenido inmediatamente, le fueron descubiertas otras dos armas de fuego, un cuchillo y varias cajas de munición.

Las medidas de seguridad son muy rígidas, incluso dentro del avión del Papa, aunque ya nos conocían a todos uno por uno.

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