Un socialdemócrata, nuevo presidente del Parlamento sueco

El rey Carlos XVI Gustavo de Suecia procedió ayer a la solemne apertura de sesiones del nuevo Parlamento sueco, el que deberá decidir en los próximos días en torno a la formación del Gobierno. Previamente a esta ceremonia, en las últimas horas de la mañana, tuvo lugar la elección, por votación secreta, del presidente (Talman) de la asamblea. Esta recayó en el socialdemócrata Ingemund Bengtsson, que obtuvo 168 votos, contra 166 del conservador Allan Hernelius. Como vicepresidente fue elegido un candidato conservador, para segundo vicepresidente un centrista, y en la elección del terc...

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El rey Carlos XVI Gustavo de Suecia procedió ayer a la solemne apertura de sesiones del nuevo Parlamento sueco, el que deberá decidir en los próximos días en torno a la formación del Gobierno. Previamente a esta ceremonia, en las últimas horas de la mañana, tuvo lugar la elección, por votación secreta, del presidente (Talman) de la asamblea. Esta recayó en el socialdemócrata Ingemund Bengtsson, que obtuvo 168 votos, contra 166 del conservador Allan Hernelius. Como vicepresidente fue elegido un candidato conservador, para segundo vicepresidente un centrista, y en la elección del tercer vicepresidente, la candidata del Partido Comunista obtuvo 65 votos, contra 261 de su oponente liberal.Los observadores políticos conceden mucha importancia a esta elección como anticipo de lo que puede ocurrir en la formación del nuevo Gobierno. La elección de un socialdemócrata para el cargo de presidente ha puesto al desnudo las fisuras en el bloque burgués, que, pese a tener mayoría de escaños, no logró ponerse de acuerdo para sacar adelante un candidato del bloque, o, más grave aún, hubo diputados que no acataron la disciplina partidaria.

Si bien sorpresiva, la posibilidad de un triunfo socialdemócrata cobró fuerza en la tarde del sábado, cuando el candidato conservador a primer vicepresidente declinó postularse para el cargo aparentemente disgustado con el abandono de una tradición que centraba la elección del presidente más en las condiciones del candidato que en su extracción partidaria.

A partir de ese momento se admitió que «podía pasar cualquier cosa» y ésta, efectivamente, pasó al producirse la victoria de un candidato de la minoría para un cargo que en Suecia es considerado importante.

Otro hecho que se inscribe dentro de lo sorpresivo fue la votación que obtuvo la candidata comunista para la tercera vicepresidencia: 65 contra 261 del candidato liberal. Aun perdiendo, se considera muy significativo que haya obtenido 45 votos fuera de los veinte de su propio partido.

Todo confirma que las conversaciones para la formación del nuevo Gobierno serán extremadamente difíciles, al punto de que se empieza a hablar de la imposibilidad de un Gobierno burgués tripartito. Como soluciones alternativas, se barajan muchas, incluso la de que Olof Palme, derrotado en las elecciones generales, sea el encargado de formar Gobierno.

De lo que no existen dudas es de que las recientes elecciones han marcado un hito en la historia política de Suecia, cuyas consecuencias comienzan a verse ahora.

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