lrán rechaza un plan de defensa del golfo Pérsico propuesto por Omán

Irán rechazó ayer un plan omaní para la seguridad del golfo Pérsico, al tiempo que desmintió cualquier tipo de interferencia en la isla de Bahrein.Según una declaración hecha ayer por el embajador de Teherán en Kuwait, Chamseddin Ardakani, al periódico Al Gabas, generalmente bien informado, Irán «rechazó el proyecto omaní por negarse a transformar la región en un escenario de conflictos internacionales».

El plan de defensa del estrecho de Ormuz, entrada al golfo Pérsico, prevé la participación de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania Occidental. La mayoría de los Estados de...

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Irán rechazó ayer un plan omaní para la seguridad del golfo Pérsico, al tiempo que desmintió cualquier tipo de interferencia en la isla de Bahrein.Según una declaración hecha ayer por el embajador de Teherán en Kuwait, Chamseddin Ardakani, al periódico Al Gabas, generalmente bien informado, Irán «rechazó el proyecto omaní por negarse a transformar la región en un escenario de conflictos internacionales».

El plan de defensa del estrecho de Ormuz, entrada al golfo Pérsico, prevé la participación de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania Occidental. La mayoría de los Estados del golfo Pérsico lo han rechazado ya.

Por otro lado, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Ibrahim Vazdi, en una entrevista que publicó ayer otro diario kuwaití, AI-Anba manifestó que las recientes declaraciones del ayatollah Sadegh Ruhani «no reflejan el punto de vista oficial de Teherán, sino sólo su opinión personal».

Ruhani manifestó el pasado lunes que había aceptado ponerse al frente de un «movimiento revolucionario» en Bahrein. Al mismo tiempo, invitó a los habitantes de la isla a sublevarse contra el Gobierno si éste no acata los principios islámicos.

Estas declaraciones de Ruhani provocaron en la mayoría de los países del golfo Pérsico declaraciones de solidaridad con Bahrein y críticas contra los líderes religiosos de Irán.

Por último, los cambios llevados a cabo el viernes por el primer ministro iraní, Mehdi Bazargan, contribuyen, en opinión de los observadores, a fortalecer el control del Estado sobre las finanzas del país, ya que incrementan su control sobre los ingresos energéticos. Calificado por el primer ministro de «cambio normal y natural», tras «una revolución tan importante», el cambio representa en realidad una victoria de la jerarquía religiosa después de sus ataques contra el presidente de la Sociedad Nacional Iraní de Petróleo. Sin embargo, ha permitido a Mehdi Bazargan imponer personalidades civiles a la cabeza de los dos nuevos ministerios creados, Industria Petrolífera y el «sin cartera» pero especialmente encargado de las regiones, evitando de esta forma el control directo de la jerarquía religiosa sobre la principal actividad iraní: la producción petrolífera.

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