Bilbao y Vitoria se disputan el gran aeropuerto del País Vasco

Sin embargo, sea cual sea el desenlace de esta polémica, puede adelantarse desde ahora que difícilmente podrá encontrarse una ilustración tan gráfica de los desastres de todo tipo a que puede conducir la falta de criterios en la política de planificación y ordenación del territorio como la que revela el caso de Sondica. Esta falta de criterios quedaba reflejada con bastante nitidez en la reciente propuesta del Ministerio de Transportes, según la cual «habría de ser el desenvolvimiento de las actividades de cada aeropuerto el que determine cuál de ellos termina por demostrarse como primigenio» ...

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Sin embargo, sea cual sea el desenlace de esta polémica, puede adelantarse desde ahora que difícilmente podrá encontrarse una ilustración tan gráfica de los desastres de todo tipo a que puede conducir la falta de criterios en la política de planificación y ordenación del territorio como la que revela el caso de Sondica. Esta falta de criterios quedaba reflejada con bastante nitidez en la reciente propuesta del Ministerio de Transportes, según la cual «habría de ser el desenvolvimiento de las actividades de cada aeropuerto el que determine cuál de ellos termina por demostrarse como primigenio» para que la «comparación resulte ecuánime». El criterio del Ministerio, se precisaba, «es que ambos sean dotados de idénticos medios técnicos». El planteamiento parece tan discutible como el de hacer chocar el expreso de Andalucía con el Talgo para comprobar los efectos de una colisión de trenes.

Cronología de una incoherencia

La construcción del aeropuerto de Sondica, en 1940, coincidió con el abandono del proyecto republicano de construcción del túnel de Archanda, que comunicaría Bilbao con el valle de Asúa, considerado ya entonces como eje de cualquier plan de descongestión de la capital.El plan comarcal del Gran Bilbao, aprobado en 1961, recogía el mismo planteamiento y presidió cuantos planes de ordenación territorial se realizaron desde entonces.

Quizá no esté de más recordar al respecto que en el Gran Bilbao, donde vive un millón de personas, la densidad es de 6.500 habitantes por kilómetro cuadrado.

Todavía en marzo de 1971, la Cámara de Comercio de Bilbao, en contraste con la opción que hoy defiende, consideraba que «Sondica es localización inadecuada para el aeropuerto, no sólo por los obstáculos de tipo técnico, sino porque impide la futura expansión de Bilbao, que necesariamente ha de llevarse a cabo en el valle de Asúa».

Sin embargo, el 18 de enero del año siguiente, el ministro del Aire anuncia la ampliación de Sondica, en la perspectiva de convertirlo en el «gran aeropuerto regional del Norte». Se prevé comenzar las obras en agosto del mismo año y finalizarlas antes del verano de 1974. El presupuesto es de 1.600 millones de pesetas.

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Cuando, con tres años de retraso, se inaugura la nueva pista, en enero de 1977, la situación es la siguiente: las obras han costado 5.200 millones de, pesetas, y los ex propietarios de terrenos expropiados para las mismas han ganado ante el Tribunal Supremo un recurso por el que pueden reclamar indemnización por un importe que en ese momento se calcula próximo a los 14.000 millones de pesetas.

Las impugnaciones

Según un estudio publicado en 1973 por el profesor José Allende, especialista en planificación regional, todos los parámetros comparables -incidencia de ruidos y otras molestias, hipoteca de futuros planes de ordenación, coste financiero, deseconomías generadas, dificultades derivadas de la orografía, etcétera- demostraban la superioridad de Foronda sobre Sondica. En un trabajo publicado después, Allende advertía premonitoriamente contra «los enormes costos derivados de invertir en el momento equivocado».A la luz de la situación actual, parece poco discutible la oportunidad de estas advertencias: sólo con las indemnizaciones pendientes por expropiación podía haberse financiado un aeropuerto regional de categoría internacional, comunicado por autopista con las principales capitales de su zona de influencia.

Pero hay más. En el período 1971-1975, el porcentaje de operaciones fallidas de despegue o aterrizaje fue en Sondica del 13,6%. Un plan de modernización, que incluía la instalación de un sistema ILS (que permite operar con niebla o en vuelos nocturnos), preveía reducir dicho porcentaje al 1,72%. El plan, aprobado en enero de 1977, debía estar fmalizado en ocho meses. Sin embargo, las pruebas realizadas en septiembre del año pasado revelaron la existencia de deficiencias técnicas en la instalación del ILS, circunstancia que podría explicar quizás el hecho de que el porcentaje de fallidos se mantenga actualmente en tomo al 10%.

El señor Torres Munza, subdirector comercial de Iberia, aludió a estos datos al ser consultado por EL PAÍS en torno a las razones del traslado de varios vuelos a Foronda: «La inseguridad que para los usuarios suponen las condiciones de Sondica retrae la demanda potencial y convierte en poco rentables determinados vuelos. Esperamos que, a la larga, el público se convenza de que Vitoria es más seguro y se acostumbre a este aeropuerto, a pesar de la distancia con núcleos como Bilbao o San Sebastián.»

La guerra de los vecinos

Hace unos diez años, Pilar Careaga, alcaldesa de Bilbao, tuvo la ocurrencia de contestar a un periodista que la interrogaba a propósito de las protestas de los vecinos de la zona del aeropuerto: «Sondica no me quita el sueño.» Como precisamente una de las causas de la protesta era el ruido producido por los aviones, las asociaciones de vecinos popularizaron el eslogan «A nosotros Sondica nos quita el sueño.»La batalla de los vecinos contra el aeropuerto no se ha detenido desde entonces. Pese a la lista impresionante de desaires recibidos durante años la tenacidad de la asociación de vecinos Denontzat, de la localidad de Derio,está a punto de obtener un pronunciamiento definitivo del Ayuntamiento de Bilbao que podría suponer la demolición de parte de las obras de modernización y ampliación del aeropuerto. Sería el primer paso para su eventual cierre.

En realidad, en marzo de 1978 hubo ya un decreto de la alcaldía solicitando la paralización de las obras en curso, iniciadas sin la correspondiente licencia municipal. Sin embargo, la Subsecretaría de Aviación Civil no aceptó la requisitoria aduciendo textualmente que «las autoridades locales, en conferencia con el entonces ministro del Aire, aceptaron en 1972 la ampliación; con ello dieron la autorización implícita a la realización de todas las obras necesarias». Así las cosas, y pese a nuevas protestas de los que veían en ellas un síntoma de la intención de autorizar vuelos nocturnos, las obras del ILS, así como las de reforma del balizaje e iluminación, han seguido realizándose hasta hoy.

En mayo de este año, los vecinos, con el apoyo de varios partidos políticos, volvieron a emplazar al Ayuntamiento para que se definiera en torno a Sondica. Los vecinos denunciaban, en particular, el peligro de accidente que suponía la existencia de varios edificios cuya altura hacía que los aviones casi rozaran los tejados al aterrizar y que, a su juicio, infringía las normas del Convenio Internacional de Aviación Civil, y la construcción sin licencia de una caseta de ILS en el interior del casco urbano, cuya localización infringía el artículo 77 del Reglamento General de Carreteras.

La reacción de la Cámara de Comercio

Hace unos meses, la Cámara de Comercio de Bilbao, dominada actualmente por un sector del capitalismo vasco próximo al PNV, adoptaba una posición de radical defensa del mantenimiento de Sondica. A ningún observador escapó la contradicción entre dicho pronunciamiento y el casi simultáneo del PNV como partido, en el que se mostraba a favor de potenciar un gran aeropuerto regional, con capacidad para satisfacer la demanda de todo el País Vasco, y cuyo emplazamiento más idóneo sería Vitoria. Este sector, que consideraba «parcial y restringido» el planteamiento rival, recordaba que la desaparición de Sondica permitiría «la liberación de un área de gran valor urbanístico de cara a la futura ordenación del Gran Bilbao».Los argumentos de la Cámara de Comercio, repetidos ahora tras el anuncio de la decisión de Iberia, ponían el acento en el «corte adicional que supondría Foronda para el usuario» y en los efectos negativos de la desaparición de Sondica «para el mantenimiento y desarrollo de la economía vizcaína». En el primer aspecto, la Cámara de Comercio apoya su argumentación en el hecho de que el 56% de los usuarios del aeropuerto procedan del Gran Bilbao, y el 84%, de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa.

Pero lo decisivo de la argumentación reside en las «posibilidades del valle de Asúa como zona de localización de las actividades del sector terciario, inducidas por el desarrollo del aeropuerto. La proyectada autopista que uniría el superpuerto de Santurce con el valle de Asúa convertiría a éste en «encrucijada de las dos grandes rutas del aire y el mar».

Pero, a su vez, esta opción debe probablemente ser puesta en relación con los planes de reconversión industrial auspiciados por el sector que se reconoce hoy en la Cámara de Comercio. Todos los indicios disponibles parecen apuntar hacia la potenciación de una industria de alta tecnología relacionada, por una parte, con la petroquímica, y por otra, con la electrónica.

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