Lucha por el poder en la DC italiana

Tras la decisión de Benigno Zaccagnini de renunciar a la dirección del partido, dentro de la Democracia Cristiana se ha abierto ya claramente la lucha por la conquista del cargo de secretario general. Hasta ayer, los tres candidatos con mayores posibilidades eran: Arnaldo Forlani, ex ministro de Asuntos Exteriores; Flaminio Piccoli, presidente del partido, y Giulio Andreotti. Forlani está a favor del centroizquierda. Piccoli es un mediador y Andreotti hasta ayer defendió la línea de Zaccagnini de unidad nacional y de apertura «prudente» a los comunistas.La decisión de Benigno Zaccagnini de aba...

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Tras la decisión de Benigno Zaccagnini de renunciar a la dirección del partido, dentro de la Democracia Cristiana se ha abierto ya claramente la lucha por la conquista del cargo de secretario general. Hasta ayer, los tres candidatos con mayores posibilidades eran: Arnaldo Forlani, ex ministro de Asuntos Exteriores; Flaminio Piccoli, presidente del partido, y Giulio Andreotti. Forlani está a favor del centroizquierda. Piccoli es un mediador y Andreotti hasta ayer defendió la línea de Zaccagnini de unidad nacional y de apertura «prudente» a los comunistas.La decisión de Benigno Zaccagnini de abandonar la secretaría de la Democracia Cristiana en el próximo congreso nacional de diciembre ha caído como una bomba en los ambientes políticos de la capital. Los enemigos del titular democristiano piensan que se trata de un gesto sólo táctico para provocar la reacción de la base y obligar al congreso a reelegirlo «por aclamación». Pero sus mejores amigos y colaboradores, que fueron los primeros sorprendidos del gesto del secretario, que dio la noticia con la lectura de un folio que no pertenecía al discurso oficial de apertura del Consejo Nacional que se desarrolla en Roma, han asegurado a EL PAÍS que se trata de una decisión irrevocable.

«Zaccagnini está muy cansado, es un hombre de paz y quiere dejar libre al congreso para que el partido resuelva la espinosa cuestión de la colaboración preferente con los socialistas o con los comunistas», afirman sus colaboradores. En realidad, cuando Zaccagnini fue elegido secretario del partido, en medio de la sorpresa general, en 1976, afirmó: «Espero estar como secretario el menor tiempo posible.» De hecho, semanas antes del secuestro de Aldo Moro había pensado ya en su dimisión. Por eso, en su discurso ha afirmado que «sólo hechos excepcionales han alargado mi mandato más de lo que yo hubiera deseado.»

No se sabe aún si Zaccagnini abandonará definitivamente la vida política. Lo que sí es cierto es que es la única personalidad que en la historia de la política italiana rechazó por dos veces la presidencia de la República.

Las demás fuerzas políticas han reaccionado más bien con dureza, sobre todo los socialistas. Bettino Craxi, secretario general, escribió ayer en el diario oficial del partido que el informe de Zaccagnini significa la «ruptura con los socialistas», y añadió que con ello el país no podrá ser gobernado.

Más prudentes se han mostrado los comunistas, que en el fondo se han sentido halagados por Zaccagnini, pero también preocupados de lo que podrá significar la salida del líder democristiano de la vida política. Han apreciado la apertura del líder democristiano hacia el PCI, pero le recuerdan, al mismo tiempo, que la política de unidad nacional ya no se puede reproponer sin que los comunistas entren en el Gobierno con la misma dignidad que los demás partidos democráticos.

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