Mató a su amigo "porque le ponía LSD en las bebidas"

La policía judicial ha conseguido detener a Isidoro Jiménez Díaz de los Bernardos, de diecisiete años, que había asesinado unas horas antes a su amigo Angel Melo Velasco, de dieciocho. El crimen tuvo lugar el jueves por la tarde, en un descampado situado en el Camino del Congosto, en Entrevías. Los datos en poder de la policía hacen pensar que la agresión que provocó la muerte de Melo fue premeditada y ejecutada de un modo frío y sistemático. Finalizó sólo cuando un golpe dirigido a la cara del fallecido hizo que la hoja del cuchillo se quebrara. Isidoro Jiménez ha declarado que mató a su amig...

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La policía judicial ha conseguido detener a Isidoro Jiménez Díaz de los Bernardos, de diecisiete años, que había asesinado unas horas antes a su amigo Angel Melo Velasco, de dieciocho. El crimen tuvo lugar el jueves por la tarde, en un descampado situado en el Camino del Congosto, en Entrevías. Los datos en poder de la policía hacen pensar que la agresión que provocó la muerte de Melo fue premeditada y ejecutada de un modo frío y sistemático. Finalizó sólo cuando un golpe dirigido a la cara del fallecido hizo que la hoja del cuchillo se quebrara. Isidoro Jiménez ha declarado que mató a su amigo «porque le ponía LSD en las bebidas, lo que le producía nerviosismo y dolor de cabeza».Fuentes policiales han confirmado ayer a EL PAIS que determinadas circunstancias hacen al suceso especialmente conmovedor. Según las pesquisas y la declaración de Isidoro, ambos eran consumidores habituales de drogas, y él se administraba tranquilizantes por prescripción médica para combatir su estado de nerviosismo y de pérdida de memoria. Las razones anteriormente señaladas le indujeron a deshacerse de Angel. Al fin consiguió localizarle en la barriada, y le invitó «a fumar unos canutos en un descampado, al final del Camino del Congosto». Una vez en este lugar, Isidoro pidió disculpas a Angel: «Espera un poco, que ahora vuelvo», y se desplazó hasta su casa, se proveyó de un cuchillo y lo escondió entre la camisa y el pantalón.

De vuelta en el descampado, Isidoro se dirigió a Angel, que le daba la espalda, y él pidió o le ofreció una china de hachís; entonces Angel se volvió, recibió la primera puñalada, y salió corriendo. Inmediatamente, Isidoro salió en su persecución. Cuando logró darle alcance siguió asestándole puñaladas hasta que la hoja del cuchillo se rompió.

Después, Isidoro Jiménez regresó a casa, a fin de cambiarse las ropas, manchadas de sangre, por otras nuevas. Allí reparó en que había olvidado sus gafas graduadas en el descampado. Cuando regresó a buscarlas, descubrió a la policía, que ya había llegado al lugar en que yacía el cadáver de Angel.

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