Victoria de Euskadi sobre Irlanda y gran fiesta en San Mamés

El encuentro Euskadi-Irlanda fue una gran fiesta. San Mamés se llenó de un público entusiasta, que acudió, en su inmensa mayoría, con el exclusivo ánimo de disfrutar del partido, si bien hubo algunos gestos de reivindicación política.

La autoridad gubernativa prohibió que al inicio del partido se tocaran los himnos de Euskadi (Gernikako Arbola), Irlanda y España, presumiblemente por miedo a que éste -que habría sido tocado en honor al árbitro, el santanderino Sánchez Arminio, según es costumbre en el ritual de los partidos internacionales- fuese abucheado. Carlos Garaikoetxea y s...

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El encuentro Euskadi-Irlanda fue una gran fiesta. San Mamés se llenó de un público entusiasta, que acudió, en su inmensa mayoría, con el exclusivo ánimo de disfrutar del partido, si bien hubo algunos gestos de reivindicación política.

La autoridad gubernativa prohibió que al inicio del partido se tocaran los himnos de Euskadi (Gernikako Arbola), Irlanda y España, presumiblemente por miedo a que éste -que habría sido tocado en honor al árbitro, el santanderino Sánchez Arminio, según es costumbre en el ritual de los partidos internacionales- fuese abucheado. Carlos Garaikoetxea y sus acompañantes en el palco presidencial -los cuatro presidentes de Diputación y los alcaldes de las cuatro capitales vascas- abandonaron dicho palco y se sentaron en otro lugar. «No puedo presidir un partido en el que se prohíbe que se toque el himno de Euskadi», comentó Garaikoetxea.La selección de Euskadi, que ganó por cuatro goles a uno (con dos goles de Dani, uno de ellos de penalti, Satrústegui y Zamora) jugó con estos hombres: Iríbar (Arconada); Celayeta, Cortabarría (Gajate), Alessanco, Escalza; Villar (Irureta), Alonso (Tirapu), Zamora; Dani Satrústegui (Argote) y Rojo. Los goles llegaron en los minutos once, diecisiete, setenta y 88. El tanto irlandés fue marcado en el 45. La selección de Euskadi fue muy superior e hizo disfrutar al público.

La mayor parte de los espectadores acudió al partido con el deseo de participar en una gran fiesta deportiva, que resultó animadísima gracias especialmente a las peñas de Navarra, las comparsas de Vizcaya, las blusas de Alava y los fanfares de Guipúzcoa. No obstante, hubo algunos detalles de politización: gritos de «iPresoak kalera! », «¡Independencia! », y otros de «¡ Que se vayan! », dirigidos a los miembros de las FOP, que vigilaban el orden. Los organizadores no consiguieron montar un servicio de orden propio, como hubiera sido su deseo. Hubo dos pancartas con las siguientes inscripciones: «Amnistía ahora, y no extradiciones», y «Amnistía y disolución de los cuerpos represivos». Un grupo de encartelados paseó la siguiente leyenda: «Los refugiados quieren vivir en Euskadi.»

«Euskadi» fue el grito más repetido y unitario del partido, que se disputó entre continuos cánticos y música de txistu. Hicieron el saque de honor Iraragorri y Lángara, supervivientes de la selección de Euskadi que durante la guerra civil realizó una gira por Europa y América a fin de recaudar fondos para la guerra. La selección vistió los colores rojo (camiseta), blanco (pantalón) y verde (medias), los mismos de la ikurriña.

Finalizado el partido, la copa de vencedor fue entregada a Iríbar por el presidente de la Academia Vasca, entidad organizadora del partido, que se incluye en la campaña bai euskera; los fondos recaudados irán destinados a la extensión del euskera. Recogieron la copa Iríbar y Arconada. El momento más emotivo del encuentro estuvo en el relevo de los dos metas. Cuando Iríbar abandonó la puerta en el minuto treinta para ser sustituido por Arconada se escuchó la ovación quizá más fuerte de la historia de San Mamés, y atronadores gritos de «¡Como Iríbar, no hay ninguno, Iríbar, Iríbar, Iríbar es cojonudo! ».

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