Cartas al director

Respuestas a Juan A. Portela

He leído la carta de Juan A. Portela sobre la «Muerte de Blas de Otero», y no he podido evitar sentir una profunda tristeza, porque son realmente tristes e irrespetuosas las afirmaciones de dicho señor, empezando por su abierta desconfianza hacia la capacidad de convocatoria de la obra y la personalidad del poeta.Yo estaba entre los muchos miles de personas que asistimos al homenaje póstumo a Blas de Otero. No he tenido la suerte de conocerle personalmente y no dudo de que fuera poco amigo de la bullanga y la algarabía, pero tampoco necesito el testimonio del señor Portela para ser conscie...

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He leído la carta de Juan A. Portela sobre la «Muerte de Blas de Otero», y no he podido evitar sentir una profunda tristeza, porque son realmente tristes e irrespetuosas las afirmaciones de dicho señor, empezando por su abierta desconfianza hacia la capacidad de convocatoria de la obra y la personalidad del poeta.Yo estaba entre los muchos miles de personas que asistimos al homenaje póstumo a Blas de Otero. No he tenido la suerte de conocerle personalmente y no dudo de que fuera poco amigo de la bullanga y la algarabía, pero tampoco necesito el testimonio del señor Portela para ser consciente de su gran sensibilidad humanística, su tremenda carga emocional y su solidaridad fraternal con la lucha antifranquista.

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Y, precisamente por todo ello, no puedo estar de acuerdo en que hubiera sido preferible un homenaje en el Ateneo o en el Centro Cultural del Ayuntamiento mientras «la masa alborotadora se quedase tomando el fresco en los cursis jardines de Colón». En primer lugar, el señor Portela da por sentado que para él hubiera habido sitio en la intimidad del homenaje y no tendría que haberse quedado a «tomar el fresco», y en segundo lugar, parece olvidar que, como se repitió tantas veces durante el homenaje, Blas de Otero quiso ser el poeta de la «inmensa mayoría», no escribir una poesía elitista para asiduos de ateneos. Y también parece que al señor Portela se le escapó la emoción general de tantos miles de personas que siguieron, atentas y respetuosas, el homenaje.

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Yo, señor Portela, reivindico mi derecho a testimoniar mi agradecimiento y admiración por ese gran hombre que ha sido Blas de Otero, Y no creo que hubiera sido más satisfactorio para el poeta el homenaje íntimo de una minoría entristecida por su pérdida que el de una muchedumbre que testimonia con su presencia que el poeta no ha desaparecido de entre nosotros porque nos queda su palabra.

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