Cartas al director

¿Habrá que dar las gracias a la OPEP?

La subida de la energía va a poner aún más de manifiesto las lacras del urbanismo, la edificación y el sistema de transportes español. La calefacción doméstica ha duplicado sus tarifas y en la España fría los inviernos van a ser duros, a pesar de tener las mayores posibilidades de Europa en energía solar, que otros países más al norte tratan de aprovechar con bastante más ahínco que nosotros. El Gobierno anuncia mayores exigencias en el aislamiento de las viviendas, y ello es loable si indica, además, el deseo de que la edificación deje de ser un negocio especulativo y la decisión de exigir re...

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La subida de la energía va a poner aún más de manifiesto las lacras del urbanismo, la edificación y el sistema de transportes español. La calefacción doméstica ha duplicado sus tarifas y en la España fría los inviernos van a ser duros, a pesar de tener las mayores posibilidades de Europa en energía solar, que otros países más al norte tratan de aprovechar con bastante más ahínco que nosotros. El Gobierno anuncia mayores exigencias en el aislamiento de las viviendas, y ello es loable si indica, además, el deseo de que la edificación deje de ser un negocio especulativo y la decisión de exigir responsabilidades y garantizar una mínima calidad en sus elementos fundamentales, cimientos, estructura y aislamiento.Pero, ¿y lo ya construido? Sería interesante conocer cuál es el rendimiento energético global de muchas de las casas hechas en los últimos años. Calefacciones mal proyectadas y peor realizadas, con pérdidas importantes de calor en conductos, aislamientos escasos o nulos y grandes superficies de cristal, van a quedar en evidencia con los nuevos precios del gasóleo. El Gobierno haría bien en completar sus medidas con desgravaciones fiscales a las familias que inviertan en mejoras del aislamiento e instalaciones.

Podríamos quedar agradecidos a la OPEP si esta crisis sirviera para ordenarnos un poco. Si nos convenciéramos de que el transporte más barato es el no-transporte y evitáramos despilfarros como el del transporte escolar en las ciudades; si, para aprovechar la energía solar, tuviéramos que volver a casas de pocas alturas, bien espaciadas y orientadas; si organizáramos un transporte público cómodo, limpio y eficaz, a no dudar, la OPEP nos habría devuelto un poco de salud y bienestar.

Sorprende también el hecho de que ante la probabilidad de falta de gasolina y el colapso que va a producir en nuestro transporte por carretera, no estemos debatiendo ya soluciones posibles. Nuestros ferrocarriles son del siglo pasado y, precisamente por ello, tendremos que plantearnos su reconversión. Un plan nacional de ferrocarriles, siendo probablemente la respuesta más adecuada a la crisis, y no consumiendo más que servicios y productos nacionales, podría constituir una palanca importante contra el paro y la recesión, así como ayudarnos a encontrar, al cabo de unos años, un país distinto.

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Ingeniero de Caminos

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