Informe "liberal" de Hua Guofem sobre la política interna de China

A no pocos periodistas y diplomáticos occidentales ha sorprendido el tono liberal del discurso del primer ministro chino, Hua Guofeng, dedicado a la situación política interna. Sus estimaciones podían haber sido firmadas por el viceprimer ministro, Deng Xiaoping, que encabeza la tendencia tecnocrática y antimaoista en el Buró Político.

Hua insistió en el necesario «reforzamiento de la democracia política» y en consonancia con ello, se establece un nuevo sistema de elecciones en las asambleas municipales y provinciales, que nutren el Parlamento, mediante el voto secreto, y en las listas,...

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A no pocos periodistas y diplomáticos occidentales ha sorprendido el tono liberal del discurso del primer ministro chino, Hua Guofeng, dedicado a la situación política interna. Sus estimaciones podían haber sido firmadas por el viceprimer ministro, Deng Xiaoping, que encabeza la tendencia tecnocrática y antimaoista en el Buró Político.

Hua insistió en el necesario «reforzamiento de la democracia política» y en consonancia con ello, se establece un nuevo sistema de elecciones en las asambleas municipales y provinciales, que nutren el Parlamento, mediante el voto secreto, y en las listas, que seguirán siendo únicas, podrá escogerse entre los candidatos que pueden o no ser miembros del partido, y siempre en número superior a los puestos a ocupar.Este alza de la tendencia más liberal del aparato comunista chino, atacada en las últimas semanas por cierta prensa oficial, está corroborada con la aparición de antiguas figuras que acceden a funciones importantes. Así, Ji Pengfei, ex ministro de Exteriores, hombre de confianza de Zhou Enlai y Teng Zhen, antiguo alcalde de Pekín, ambos depurados en la Revolución Cultural, ocupan ahora puestos de importancia. El primero, como vicepresidente del Parlamento (Asamblea Popular), y el segundo como presidente de varias comisiones encargadas de reformas judiciales.

A ellos hay que unir la viuda de Zhou Enlai, Yeng Dingchao, vicepresidenta de la Asamblea, que en los días anteriores a la reunión del Parlamento desplegó una actividad considerable en el terreno de la política interna.

El discurso de Hua Guofeng ha gustado, sin duda, a Deng Xiaoping y sus amigos del Buró Político . El presidente del Comité Central se refirió veladamente a las «cien escuelas», postulado maoísta de 1957, que en su día se volvió contra su inspirador, sobrepasado por las demandas de intelectuales y obreros acerca de una mayor libertad. Este eslogan, potenciado a raíz de la reunión del Comité Central del PCCh en diciembre pasado, con la consiguiente victoria del grupo de Deng, fue puesto en entredicho a finales de marzo, tras una campaña de libertades políticas a través de los dazibaos y la prensa no oficial que circuló por Pekín.

Hua se refirió también a la necesidad de una «liberalización mental» para conseguir las «cuatro modernizaciones», proclamadas por Zhou Enlai en 1973 y que desde hace dos años constituye el sendero dogmático de los nuevos dirigentes chinos.

El número uno del régimen fue terminante cuando se refirió a que «el pueblo no debe ser maltratado por sus críticas» y a sus aut6res no se les puede denominar a la ligera como contrarrevolucionarios. Quedan lejos las críticas del pasado mes de abril de Diario del Pueblo sobre la «inmadurez» de los jóvenes que critican la política del partido y más veladamente contra la política «liberalizadora» de Deng Xiaoping, a través de la reaparición de las personalidades reconocidas como sus enemigos, caso de Wang Donxing (ex jefe de la policía política) y Chen Xilian, comandante de la región de Pekín.

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