Cartas al director

Más sobre «El Naranjito»

La batalla de El Naranjito se anuncia larga. Sus aliados son fuertes y están firmemente vinculados al poder. Ya ha asomado, como se podía sospechar, el señor Luis Ballester, nada menos que presidente de la Federación Española de la Exportación de Frutos Cítricos (todo parece indicar que tenemos en contra a las federaciones), quien, aun reconociendo que no pasa a «discernir sobre la bondad estética» del monstruo, no duda en defenderlo poco menos que para saldar la deuda que España tiene contraída con la naranja. Por un lado, toda la China, la casa de Orange, los herederos de Blasco Ibáñe...

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La batalla de El Naranjito se anuncia larga. Sus aliados son fuertes y están firmemente vinculados al poder. Ya ha asomado, como se podía sospechar, el señor Luis Ballester, nada menos que presidente de la Federación Española de la Exportación de Frutos Cítricos (todo parece indicar que tenemos en contra a las federaciones), quien, aun reconociendo que no pasa a «discernir sobre la bondad estética» del monstruo, no duda en defenderlo poco menos que para saldar la deuda que España tiene contraída con la naranja. Por un lado, toda la China, la casa de Orange, los herederos de Blasco Ibáñez, el Trinaranjus, el agua de azahar, incluso el Tribunal de las Aguas (por no hablar del «cotonet» o la «zaparreta» ¡que le deben la vida, su razón de ser!) tendrían que alinearse con El Naranjito si aprovecharan esta ocasión para reparar su enorme deuda con la fruta. Y de otro, si ahora satisfacemos a este acreedor, ¿con qué cara nos presentaremos ante los garbanzos, las aceitunas, el porrón, Santiago Matamoros, la pandereta, el Plan Gasset de Obras Hidráulicas, a quienes tanto debemos? Si nos ponemos así, vamos listos. Pero no; los enemigos de El Naranjito no vamos a recurrir en nuestra lucha a los procedimientos del señor Luis Ballester. Esa lucha es contra el monstruo y sólo contra el monstruo, y nada tiene que hacer en ella la naranja. Y para llevarla a cabo nos bastará nuestro discernimiento, y en virtud de eso me atrevo a aconsejar: el naranjero, a sus naranjas... y que procure defenderlas con más acierto que a El Naranjito, pues de otra forma nos quedaremos sin mercado de cítricos.

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